Espai de Dissidència

La Bitàcola de Xavier Diez

16 de maig de 2009
1 comentari

L’article que probablement no publicarà la premsa espanyola

Sobre la qüestió dels xiulets de Mestalla, ahir vaig enviar aquest article als diaris d’àmbit estatal El País, El Mundo, ABC i Público. La meva obligació és intentar provocar la reflexió, i com es deia en la catequesi, l’examen de consciència, adreçat al públic espanyol. Malgrat la contenció i l’estudiat intent d’equidistància, dubto que el publiquin. El comparteixo, preventivament, amb vosaltres.

¿POR QUÉ NADIE SE
PREGUNTA PORQUÉ?

Los abucheos a la familia
real y al himno español durante la final de la Copa del Rey ha ocasionado
reacciones diversas; ironía, indignación, tristeza, virulencia, desconcierto, … Con cierto aire de vodevil se percibe todo esto y mucho más. Pero en los
medios de difusión de ámbito español se ha podido leer y escuchar de todo,
menos argumentos, análisis, y sobre todo reflexión.

Más allá de los
sentimientos que merezca la acción colectiva de decenas de miles de vascos y
catalanes, la visceralidad y las emociones han impedido hallar pensamientos
complejos a partir del porqué, palabra que no siempre define el contenido de
los medios de comunicación a pesar de que sea la primera que se enseñe en la
facultad de periodismo. Puede comprenderse, sin duda, los sentimientos
ofendidos de mucha gente, que ve menospreciados  unos referentes  entiendos como comunes, pero,… ¿cuantos se
preguntan la causa o motivos? Veo que algunos comentaristas y opinadores lo
tienen claro, y realizan sus precipitadas conclusiones sin gran necesidad de esfuerzo.
Ceden a la tentación de la trampa intelectual; la conspiración nacionalista,
como hace medio siglo se recurría a la judeomasónica para explicar el
aislamiento internacional o la envidia de hace treinta años cuando los
agricultores franceses quemaban los camiones cargados de verdura murciana a
precios reventados. Pero, ¡ay!, la vida es complicada, y el pensamiento
cansado.

Cierto es, que a
principios de 1981, diputados abertzales abuchearon al monarca en la casa de
juntas de Guernika, y que en septiembre de 1989, sucedió algo parecido en la
reinauguración del estadio de Montjuïc. Existían grupos abiertamente hostiles
al rey y a los símbolos constitucionales, pero efectivamente representaban a
una relativa minoría entre una amplia mayoría de indiferentes. Ciertamente, el
jefe del estado, ni el “derin devlet” (expresión turca que denomina el estado
profundo, conjunto de fuerzas vivas que constituye el verdadero centro de
decisiones), nunca se sintió demasiado cómodo en unos territorios
caracterizados por una tímida o parcial adhesión al proyecto nacional español.

Eran otros tiempos, aunque
más frágiles en lo político, más seguros en lo social. La ciudadanía escapaba
penosamente de una dictadura, y a pesar de lo dificultoso de la situación
económica, se confiaba en que la Transición concluiría en una España que
hubiera podido resolver sus antagonismos y conflictos, sus asignaturas
pendientes, como rezaba aquella película de José Luis Garci. Una España
socialmente más equilibrada, con una cultura democrática más consolidada, capaz
de hacer frente a un pasado doloroso y un encaje territorial que asegurara los
difíciles equilibrios entre las diversas sensibilidades nacionales. Porque,
efectivamente, más allá de toda discusión ontológica, si bien es obvio que la
mayoría de españoles no se cuestionan el hecho de que España sea una nación, un
porcentaje más que considerable de vascos y catalanes consideran al País Vasco
y Cataluña como su imaginario nacional.

Veintiocho años después
de la pitada de Guernika, a menos de veinte de la de Montjuïc, con las cenizas
humenantes de las fotografías del monarca delante del ayuntamiento de Girona, con
la parodia semanal de la familia real en el programa satírico más visto en la
televisión catalana, algo ha estado sucediendo durante todo este tiempo para
haber pasado de hechos anecdóticos y notoriamente minoritarios hasta la
manifestación cotidiana de la profunda desafección de una parte sustancial de
los siete millones y medio de catalanes y los más de dos millones de vascos. Y
no se trata tanto de la persona del monarca como de la corona, en tanto que
símbolo nacional que encarna. ¿Se trata de una conspiración nacionalista?,  ¿de una desafección creciente y amplia entre
millones de personas que no se sienten partícipes de una identidad?, ¿ de una
disidencia masiva? ¿A quien corresponde la responsabilidad; a quienes silban el
himno, o a muchos más?

Más allá de los hechos,
interesan las explicaciones, los porqués. Y lamentablemente, no he podido leer
ninguno en los grandes medios. Como alumno del antiguo bachillerato, admiraba
el esfuerzo de la generación del 98 a la hora de identificar y reflexionar
sobre las razones que provocaron el fracaso español. No me parece que el
espíritu de Unamuno, Baroja o Joaquín Costa ilumine hoy a nuestros
intelectuales. Preocupado, también observo que los boicoteadores del himno son contemplados
como causa, y no como consecuencia, ni siquera como el barómetro de lo que está
sucediendo. Más bien percibo un inquietante resentimiento que añade mayores
antagonismos a los que van creciendo en los últimos años. Por supuesto, tampoco
he visto que nadie haga autocrítica.

Conste que este artículo
tiene como declarado objetivo provocar un debate hasta ahora inexistente. Pero
como iniciador, permítanme que proponga algunas ideas. El abucheo de Mestalla
no es más que la expresión clara y diáfana de un gran proceso de
distanciamiento, no sé si entre naciones, pero sí  sin duda, entre imaginarios contrapuestos,
entre referentes cada vez más incompatibles. Y muy probablemente ello es debido
al conjunto de fracasos, o mejor aún, a las asignaturas aún pendientes de una Transición
que se presenta agotada. En los últimos años hemos asistido a los límites del
actual régimen democrático. No parece que hayamos resuelto satisfactoriamente
la desigual distribución de la renta y el poder. La democracia de partidos no
ha derivado en una cultura democrática firme, sino en una confrontación teatral
tragicómica entre las parodias de las «dos españas». No se ha sabido ni querido
enfrentarse al pasado, con el riesgo psicoanalítico a que el dolor oculto pueda
algún día aflorar en un ataque de histeria colectiva. Y finalmente, el proceso
de construcción nacional, -plurinacional, para ser más exactos- se ha saldado
con un sonado, histórico fracaso. No sería difícil concluir que muchos, ante la
percepción de la deslealtad por parte de las instituciones, consideren normal declarar
públicamente su desafección.

 

 

Xavier Diez

Historiador y escritor

  1. Article impecable si el receptor fos una estructura ‘normal’ i una societat amb un sentit democràtic i de llibertat arrelat per la història. No és el cas. Tu em podràs discutir. T’enganyes. Fins i tot t’atreveixes a usar certs clucaments d’ull com aquells de ‘la dos españas’ machadià. Uses del ‘nosotros’ com si fosses un d’ells. Tan s’hi val. Tu i jo venim d’España i tenim les arrels familiars ben fondes allà. Això, per a mi, no és obstacle per a saber que aquell és un vial tallat i ensolsiat. España és una estructura feta des de dalt com Ortega va voler renàixer. Allà les conquestes sempre s’han fet des de l’aristocràcia, la noblesa, etc. i el ‘poble’ ha seguit enderiat amb aquella estel·la. Ho veiem a hores d’ara novament.
    Probablement ‘Público’ te’l publicarà per que és el seu negoci allà i ací. El seu espai vital i econòmic degut l’acastellanament i uníson clam que sentim des d’allà, no per Mestalla. Per l’esdevingut fa quatre dècades viscudes per mi, i segles per aquesta societat nostra. Hi ha structures que tenen la dit marca de caàcter impresa en l’ADN. I això, ni tu, ni ningú podrà canviar. El teu article, potser, el publicaran, el meditaran per a saber com usar-lo contra nosaltres, per a tornar-nos a ‘embolicar’. L’usaran com un tros de paper higiènic: d’usar i llançar.
    I Madrid, com Roma no paga traïdors, que és, sols, el que veuran en tu. Un mitjà per al seu únic objectiu. El de sempre.

    La bonhomia progressista et fa creure, encara, en una redempció del poble español. El poble español, com qualsevol altre, sols podrà interioritzar-ho amb un nou ’98. Internacionalment. I nosaltres amb noves Constitucions pròpies, noves lleis, nova educació més global i general humana. Pradigmàticament.
    Allò, España, seguirà el seu camí d’encastellament social.
    Des de fora podrem fer més per ells que dins, tancats i empressonats. Pel veïnatge.
    Tu vius a l’amable Girona, més propera a Brussel, jo, a la trinxera de València, primera línia de combat. A un curt pas de la metròpoli tentacular. Potser jo em moc en ambients bufons (en el doble sentit) i més dineraris; hi ho veig; tu en el de l’educació, amb la seua esplendor i, alguna misèria.

    Per hui ja hem parlat prou. Gràcies per l’article. Una llàstima.       

Deixa un comentari

L'adreça electrònica no es publicarà. Els camps necessaris estan marcats amb *

Aquest lloc està protegit per reCAPTCHA i s’apliquen la política de privadesa i les condicions del servei de Google.

Us ha agradat aquest article? Compartiu-lo!