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2 de desembre de 2006
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2 comentaris

Un article de JOSEP RAMONEDA

Ahir us el volia penjar. No vaig poder fer-ho. Avui sí. Ací el teniu.

El proceso para el fin del terrorismo Dividir

JOSEP RAMONEDA

EL PAÍS  –  España – 30-11-2006

Cada vez que salgo al extranjero se me hace más incomprensible todavía la actitud del PP ante el proceso de fin de la violencia. ¿El principal partido de la oposición manifestándose contra el Gobierno por intentar la negociación con ETA? Forma parte de aquellas cosas que se sitúan en el terreno de lo impensable. Y, sin embargo, ocurre. ¿Cómo es posible? Hay aquí un cálculo que tiene que ver con el poder y no con la paz, que está poniendo en riesgo la gran ilusión de la transición: el fin de la violencia. El PP ha definido claramente sus temas de campaña: proceso de paz, seguridad e inmigración. Los populares aplican un viejo principio que Daniel Cohen enuncia así: "Un partido tiene todo el interés en hacer emerger aquellos temas de campaña que unifican a los suyos y dividen el campo adversario". El ejemplo más típico es la tradicional utilización por parte de la derecha de la cuestión de la seguridad. El electorado conservador no tiene grandes escrúpulos en esta materia, mientras que en la izquierda siempre se abre una brecha entre los que dicen que hay que perder los complejos y ser tan duros como la derecha y los que creen que la seguridad no se resuelve sólo con dureza policial.

También la inmigración está entre los temas que permiten cerrar filas a la derecha y crean convulsiones en la izquierda. La derecha parte de una idea del mundo como prolongación de la familia, que entiende el país como si fuera una casa reservada a los parientes y convierte a los forasteros en sospechosos de querer desalojarlos. Con lo cual especula sin mayores problemas con el rechazo al extranjero. La izquierda quiere demostrar mano dura en la gestión de los flujos, ante unas clases populares asustadas, pero al mismo tiempo debe atender las demandas de reconocimiento de derechos que vienen de sus sectores más politizados.

¿Para qué sirve un partido político? ¿Para encauzar los problemas o para enredarlos? Todos sabemos que los partidos, cuando están en la oposición, no tienen ningún reparo en agrandar los problemas si creen que con ello abren una vía rápida hacia la recompensa suprema: el Gobierno. En una coyuntura económica más bien favorable, que da poco juego para la crítica, entraba perfectamente dentro de lo previsible que el PP escogiera la seguridad y la inmigración para crear división entre los socialistas. Lo que no era tan previsible es que convirtieran el proceso de fin de la violencia en su apuesta principal para recuperar el poder. No era evidente porque la paz es un anhelo colectivo en España e introducir la división es, de algún modo, repetir lo que hizo el PP en la guerra de Irak, con tan catastróficos resultados. No era evidente porque a nadie se le escapa que la movilización contra el Gobierno, en un proceso de este tipo, refuerza a los terroristas y su entorno, que ven la posibilidad de aprovechar la pelea entre demócratas para aumentar sus exigencias y estirar la cuerda todo lo posible. En fin, no era evidente porque, al rechazar el proceso, el PP se coloca en una posición muy delicada: necesita que ETA cometa un atentado para poder sacar rendimiento de su estrategia.

Y, sin embargo, el PP ha convertido el terrorismo en tema de confrontación, después de preparar minuciosamente la fractura necesaria para cohesionar a los suyos con cinco manifestaciones callejeras, aquellas que tan horribles parecían al PP cuando el PSOE las llevaba a cabo contra la guerra de Irak. Con lo cual cabe pensar que hay aquí una revancha. Si aquellas movilizaciones tumbaron a Aznar, ahora le toca a Zapatero. En el marco de esta estrategia se comprenden mejor las fabulaciones sobre el 11-M. Es un modo de minimizar preventivamente un atentado de ETA que le ayude a redondear su apuesta. El PP no ha sido capaz de hacer la indispensable catarsis después de la derrota, de modo que están al mando los mismos que entonces. Estos se lo juegan todo a una carta, aunque sea tan obscena. El PSOE se equivoca poniéndose a su altura, recurriendo al consabido vídeo. Llevadas las cosas hasta este punto, el Gobierno sólo tiene una respuesta: convocar un debate parlamentario y conseguir el apoyo al proceso de todos los grupos, dejando al PP en la soledad más absoluta si sigue negándose a entrar en razón.


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  1. Però portando la misma política de siempre, que és benefiar-se del terrorisme i treure-li’n el maxim partit. Però ara s’han refinat, per aconseguir el mateix no calen tantes morts com abans.

    Saben explotar les qui hi han i viure del cuento, dic del susto, que de vegades fa més por que la por.

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