Quan dilluns llegia l’article d’
Alberto Soldado, em vingué al cap una història (molt semblat) situada a Andalusia i que li contaren dos guàrdies civils a mon pare (a.c.s.). La historia és molt semblant, però canviaven dues coses la imatge de la processó i la frase que deia el
Tío Chispa, de Xest. Ací la imatge era el
Crist del Catxorro i qui deia la frase no l’identificaven, aixó sí l’escenografia era la mateixa. I la frase era: “SI MALOS SON LOS DE DELANTE, PEORES SON LOS DE DETRÀS”. Us deixe amb el text d’Alberto Soldado:
Un buen amigo de Cheste, enamorado de su pueblo y de sus gentes, verdadera enciclopedia en el anecdotario popular de esta hermosa localidad, nos contaba la historia del Tío Chispa, personaje popular en los años cuarenta. Tiempos de la posguerra en los que aquel paisano destacaba por su facilidad para el cante y por su independencia de criterio sobre los aspectos más diversos de la vida. El hombre había hecho la mili en Andalucía y dominaba el arte de la saeta. Llegado el día de la fiesta mayor del pueblo, dedicado a la Virgen de la Soledad, alguno de los miembros de las llamadas fuerzas vivas de la población le sugirió la posibilidad de cantarle una saeta a la patrona en el momento de la procesión. Y el buen hombre, anteponiendo el fervor popular y el tributo al arte flamenco del que era un entusiasta, al de sus convicciones personales, aceptó la invitación.
Salió la imagen del majestuoso templo dedicado a san Lucas y procesionó con toda la solemnidad del caso. Delante de la imagen, en perfecta formación, las autoridades civiles y militares, impecablemente uniformadas, luciendo su presencia ante el pueblo. Detrás de la imagen, las autoridades eclesiásticas de la época. Sonaba hermosa la marcha procesional interpretada por los músicos de la banda del pueblo. Las esquinas repletas de gentes emocionadas al paso de la Virgen. Solemne silencio. El maestro director ordena callar los sonidos de la banda. Y allí, desde aquel balcón de la estrecha calle surgía la copla, sincera y ferviente: ¡Ay Virgen de la Soledad, que mal acompañada vas. Si no te gustan los de delante, te agarras a los de detrás!
Siguió la procesión, desde luego, pero la hazaña de aquel hombre ha quedado registrada en la memoria colectiva. Algunos dicen que si pasó la noche en el cuartelillo, otros que si recibió alguna propina de las acostumbradas en las rejas de la época pero el caso es que la copla del Tío Chispa ha llegado a nuestros días, transmitida de generación en generación. Se atrevió con la autoridad competente. Lo hizo en su propio terreno, en el momento más sagrado, sinceramente entregado a la soledad de la Virgen. Fue la suya la más preclara declaración de independencia popular oída en la España de entonces. A día de hoy la procesión de sumisos hipócritas incapaces de alzar la voz para reclamar la verdad es tan vomitiva que hasta el Tío Chispa huiría de la imagen.