Els Papers de Santa Maria de Nassiu

Alberto Soldado

Josep Lluís Bausset entrevistaba a Llopis, el de Miramar, a Alfonso el de Moncada o a Serapio, una figura del “raspall”, a mediados de los setenta. Y además, en su sección de “Dissabte al Trinquet” nos contaba lo ocurrido en la partida grande de Pelayo. Esa crónica, transformada en “Impressions d’un aficionat”, ha sido un referente y un testimonio de entrega apasionada a la defensa de su lengua materna a través de un deporte vinculado con ese pueblo que nunca dejó de hablarla. Bausset jamás desfalleció, ni flaqueó en ese amor a la identidad. Un hombre de convicciones religiosas, educado en una familia carlista. Supongo que alguien habrá estudiado cómo influyeron aquellos viejos amantes de los fueros en los nuevos valencianistas renacidos en los años sesenta y setenta. En su entierro se juntaron hombres del pueblo a los que les une ese amor apasionado a lo propio. Allí estuvo el presidente de la Federació de Pilota, José Daniel Sanjuán, Paco “El Genovés” y su hijo. Y Benet Vijuescas, y Víctor Iñurria y Josep Maria Catalunya, y Fredi, todos unidos por el amor a la pilota valenciana No vimos al conseller del ramo. Me produjo extrañeza y un cierto grado de melancolía.
El valencianismo se ejerce de muchas maneras. No era Bausset de los que escogía amigos en función de su adscripción ideológica o lengua. Defendía con toda vehemencia la suya, la que había mamado de las entrañas de su madre y que tantos ignorantes intentaron en pasados tiempos menospreciar y arrinconar. Bausset era un hombre sabio y por ello, sencillo y humilde. Precisamente por eso nunca fue sectario.