En primer lloc, divendres Rafa Esteve-Casanova escrivia a Levante-EMV l’article Bólidos callejeros. Em va agradar perquè toca el tendre del que ens passa (encara que la gran part no ho vol veure però ja vindrà el moment, ja…) als valencians. Teniu més avall l’article.
Del meu adsl amb patins (marca de Gàlim, vull dir que ha estat ell mateix qui l’ha batejat), què us diré? -com deia Ramon Muntaner-. Cada dia em va pitjor: ara se’m talla quan vol i ahir que volia tallar-lo va seguir connectat més d’una hora -sense saber-ho jo-. Doncs arran d’això i per si algun dia sóc protagonista d’una notícia en què actue de manera semblant a la trama del text de Lorenzo Silva, Servicio de clientes, d’ahir a EL PAÍS, us el deixe més avall.
I finalment, també sabeu de la meua “preferència” pel Soler -del València CF- i pel Vilallonga -exTelefónica i company d’expupitre d’Ansar-. Doncs ahir també a les pàgines d’Opinió d’EL PAÍS amb el títol de SAINETE EN MESTALLA podíem llegir un text curtet però ple de “realitat”. I si no, temps al temps. Ací davall també el teniu.
I per avui ja ho teniu bé. Perquè ja sabeu que Natzari, de l’Olleria, se’m queixa si us recomane textos (i avui en teniu tres).
Bona vesprada.
En Valencia ya está todo preparado para
que dentro de pocos días rujan los motores de los coches de fórmula 1,
mezclando sus rugidos con los de las gargantas de los más de ciento
diez mil aficionados que ya tienen su entrada para estar en el Grao de
Valencia el 24 de agosto presenciando la primera carrera urbana de
fórmula 1 en España. Ese día, Rita Barberá, la casi alcaldesa perpetua
de la ciudad, se enfundará en uno de esos vestidos rojos que tanto le
gusta lucir; seguramente, Francisco Camps, esa alegría de la huerta que
preside la Comunitat, vestirá de gris para no desentonar con su mejor
característica; y tal vez, sólo tal vez, el cardenal García-Gasco, con
todos sus ornamentos pontificales, acuda a bendecir el evento, pues la
cosa lo merece. Pero quien es seguro que no faltará a la cita es
Alejandro Agag, ese joven tiburón de las finanzas emparentado con aquel
rancio castellano viejo que en tiempos aseguraba hablar catalán en la
intimidad mientras añoraba sus épocas falangistas. Agag, el yerno de
Aznar, acudirá a Valencia junto con su mentor, socio y amigo Eclestone
para vigilar su hacienda, ya que, como dice el refrán, el ojo del amo
engorda el caballo. Y en la fórmula 1 son muchos los caballos, aunque
sean de vapor, que hay que engordar para poder seguir viviendo a
cuerpo de rey.
En
cierta ocasión, Miguel de Unamuno, refiriéndose a los valencianos,
dijo aquella frase de «levantinos, os pierde la estética». Yo creo que
a los valencianos más que la estética lo que nos pierde es la
grandilocuencia, el querer hacer todo a lo grande sin reflexionar el
porqué ni el para qué de las cosas y, especialmente, el querer
aparentar más de lo que se tiene. Y ésta ha sido la tónica política
desde que el Partido Popular dirige los destinos políticos tanto de la
capital como del País Valencià. Mucho oropel, mucha fantasía, pero como
decimos por estas tierras, «de forment ni un gra». Y esto no es nuevo
en nuestro carácter, ya Blasco Ibáñez lo denunciaba en su novela Arroz
y tartana, y también lo afirma un viejo refrán popular que habla de
«bufar en caldo gelat», en Valencia hay mucha afición a soplar en el
caldo helado para que quien nos mira piense que está ardiendo.
Muchos
de esos miles de espectadores para poder llegar a las tribunas desde
las que presenciarán el espectáculo tendrán que caminar durante diez
minutos atravesando el barrio del Cabanyal, esa barriada histórica de
la ciudad con infinidad de casas modernistas que Rita Barberá se ha
empeñado en hacer desaparecer. Pero estos miles de personas no verán
el espectáculo diario que tienen que soportar los habitantes del
barrio, no verán la degradación urbanística a la que les han condenado
las autoridades ni tampoco los focos de venta de droga que abundan en
la zona, ya se encargarán las autoridades municipales de tapar con
metafóricas lonas esta triste realidad. Recordemos que para la visita
del Papa hace dos años se taparon con lonas algunos solares que daban
mal aspecto al recorrido papal.
Algunos hosteleros valencianos están
frotándose las manos pensando que en agosto harán el ídem con la visita
de tantos aficionados al motor, pero en realidad los que van a hacer
caja con este acontecimiento van a ser unos pocos entre los que cabe
citar a aquellos vecinos que perdonan las molestias del circuito urbano
por los pingües beneficios que van a obtener alquilando sus terrazas a
precios desorbitados y algún que otro comisionista. Pero para negocio,
negocio, el que se han montado entre Eclestone y Agag vendiéndonos a
los valencianos no la moto, pero sí el bólido, ellos son los que
escucharán embelesados el metálico ruido de las cajas registradoras
cada vez que se abran para guardar los euros obtenidos con la venta de
las entradas y demás prebendas.
Pero no pasa nada, Valencia es así y
la ciudad se ha engalanado con una Ciudad de las Artes y las Ciencias
que, no olvidemos, fue un proyecto de gobiernos socialistas; tuvimos
una America´s Cup que tal vez no vuelva a celebrarse en Valencia por
ciertas disputas judiciales, una visita del papa Benedicto XVI que no
sabemos cuánto costó al erario público, aunque sería bastante, que los
fieles aportaron poco para sufragar los gastos; el Valencia CF, para no
ser menos que el Real Madrid, también ha dado su pelotazo urbanístico y
tendrá un nuevo estadio ahora bajo el atento ojo de Villalonga, aquel
señor que compartía pupitre con Aznar. Y la guinda del pastel es el
circuito urbano, al que pomposamente han bautizado como Valencia Street
Circuit, ya somos como Mónaco y Singapur y lo mismo que por sus calles,
los coches de las cuadras de la F-1 correrán por nuestras calles. Pero
a la vista de la atención que reciben nuestros ancianos, de los niños
que continúan dando clase en barracones por falta de aulas o de la
falta de aplicación de recursos para llevar adelante la Ley de
Dependencia, me temo que estamos alejados de ese primer mundo del
glamour que es el principado monegasco y estamos más cercanos al tercer
mundo del asiático Singapur, con grandes y efectistas edificios en el
centro pero con unos suburbios plenamente tercermundistas. Pero no pasa
nada, Valencia y los valencianos, al menos la mayoría, lo han querido
así y así lo han expresado a la hora de pasar por las urnas, y tal vez
cada pueblo tiene los dirigentes políticos que se merece. Para
entretenernos seguiremos soplando en la cuchara fría para que los demás
crean que sorbemos caldo caliente y nutritivo en lugar de agua fría y
sin sustancia ninguna.
* Periodista.
ficciones
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