Els Papers de Santa Maria de Nassiu

EDUQUEU ELS XIQUETS I NO HAUREU DE CASTIGAR ELS HOMES (PITÀGORES)

1 d'abril de 2007
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Article de Maruja Torres sobre aqueix “personatge” tan “prescindible” de la política

Maruja Torres escrivia açò dijous a EL PAÍS

MARUJA TORRES 29/03/2007

 

Carácter
más estilo igual a destino. Un día u otro, a Zaplana lo íbamos a
descubrir. Y no me refiero a que haya incurrido en delito -eso hay que
probarlo- al dedicarse a la entrega masiva de regalos durante su etapa
como ministro popular del Trabajo. Lo que sí está documentado es su
pésimo sentido de la orientación a la hora de realizar compras y su
desproporcionada compulsión por las cenas. E incluso su falta de
instinto para establecer prioridades. Porque como se entere el rey de
Marruecos de que a don Eduardo le costó una comilona en Horcher
bastante más que los gemelos de oro que Su Majestad recibió como
obsequio, va a poner al de Cartagena en cuclillas mirando a Arabia. Por
otra parte, ¿no incurrió en redundancia al ofrecerle al Papa un cáliz,
que ya debía hallarse el santo hombre hasta las heces de tanta platería
sacra? ¿No habríamos quedado mejor brindándole unas chancletas
procedentes de nuestros levantinos talleres, tan necesarias para
alguien que permanece en pie parte del día, ceremoniando?

Tremenda monotonía, la del ir y venir de adquisiciones. Joyería
Gracia, Suárez, Loewe, Hermes… Comprendo que cuando se halla uno
entre muebles nobles de despacho y con la masa encefálica encerrada en
el cajón más alto del armario político, uno no tiene tiempo ni ganas
para salir de compras y sumar hallazgos, eso que las mujeres sabemos
hacer casi por instinto; y que uno recurra a sus suministradores de
cabecera, perdiendo así la oportunidad de controlar el euro público
adquiriendo delicadezas más apañadas de precio, quizá en el apartado de
¡gangas! También entiendo -no hay más que verle- que experimente una
debilidad por las corbatas y por los echarpes de seda, y que conozca a
gente que usa cosas como "lalique lirio florero" o "centro azucarero de
mesa", todo ello procedente de joyería, así como tarjeteros de plata y
otras chilindrinas.












El problema no es que él conociera y
obsequiara a personas dadas a solazarse con semejantes objetos. El
problema es que nosotros, el pueblo soberano, ignoramos quiénes son.
¿Dónde se encuentra el peligro, dónde está la amenaza? ¿He de dedicarme
a identificar personalmente a las receptoras de los 20 bolsos de
becerro que compró a la vez?


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