Maruja Torres escrivia açò dijous a EL PAÍS
MARUJA TORRES 29/03/2007
Carácter
más estilo igual a destino. Un día u otro, a Zaplana lo íbamos a
descubrir. Y no me refiero a que haya incurrido en delito -eso hay que
probarlo- al dedicarse a la entrega masiva de regalos durante su etapa
como ministro popular del Trabajo. Lo que sí está documentado es su
pésimo sentido de la orientación a la hora de realizar compras y su
desproporcionada compulsión por las cenas. E incluso su falta de
instinto para establecer prioridades. Porque como se entere el rey de
Marruecos de que a don Eduardo le costó una comilona en Horcher
bastante más que los gemelos de oro que Su Majestad recibió como
obsequio, va a poner al de Cartagena en cuclillas mirando a Arabia. Por
otra parte, ¿no incurrió en redundancia al ofrecerle al Papa un cáliz,
que ya debía hallarse el santo hombre hasta las heces de tanta platería
sacra? ¿No habríamos quedado mejor brindándole unas chancletas
procedentes de nuestros levantinos talleres, tan necesarias para
alguien que permanece en pie parte del día, ceremoniando?
El problema no es que él conociera y
obsequiara a personas dadas a solazarse con semejantes objetos. El
problema es que nosotros, el pueblo soberano, ignoramos quiénes son.
¿Dónde se encuentra el peligro, dónde está la amenaza? ¿He de dedicarme
a identificar personalmente a las receptoras de los 20 bolsos de
becerro que compró a la vez?
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