Els Papers de Santa Maria de Nassiu

EDUQUEU ELS XIQUETS I NO HAUREU DE CASTIGAR ELS HOMES (PITÀGORES)

7 de gener de 2010
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“Un posible error”, per José Carlos Fernández Otero

M’han passat l’enllaç a aquest article sobre si ens cal o no un partit confessional. El cardenal Vicent Enrique i Tarancon ho tenia claríssim. L’Església no ens donarà un altre Tarancon prompte?

Quisiera que el lector comprendiese lo que me cuesta obrar en conciencia al escribir estas líneas. Permítanme que diga lo que siento en un tema que seguramente va a contar con opiniones bien distintas, incluso entre mis superiores. Decir sinceramente lo que se siente creo que es un don. Corríjanme si me equivoco, que desearía que así fuese. Se ha celebrado en Madrid el ‘XI Congreso Católicos y Vida Pública’, que abordó ‘La política, al servicio del bien común’, organizado por la Asociación Católica de Propagandistas que celebra su centenario y preside Alfredo Dagnino. Pretenden encaminarse hacia la fundación en España de un partido confesional. La idea me parece, sinceramente, un error.


A finales de los años setenta, en el Orfeón Unión Ourensana, pronunció una magistral conferencia el cardenal Tarancón, seguida de un interesante diálogo. Allí salió el tema que continué abordando con él en el transcurso de la cena. Se oponía rotundamente a la idea, y disgustos le costó con Benelli y con el arzobispo Benavent, a quien, en una jugada propugnada por Benelli, le colocaron de arzobispo castrense en menos de cuatro días para proteger desde Madrid a la Democracia Cristiana. Allí empezó a caer Tarancón en desgracia ante Roma. Con muy buen criterio se oponía a bau tizar a ningún partido. Tiene que haber cristianos en todos los partidos. El problema es su coherencia, y ese es otro tema. El triste ejemplo de la forma como desapareció la Democracia Cristiana en Italia es para avalar la tesis taranconiana que personalmente asumo. La Iglesia debe ser de todos, recibir y acoger a todos. Vincularse a una línea determinada, cuando menos es peligroso, sobre todo cuando observamos tanto el comportamiento como la defunción de la DC italiana y en el resto del mundo, y comprobamos como existen ejemplos de corrupción en todos los partidos. El problema es de personas, antes que de partidos. ¿Cómo la Iglesia va a bendecir a un grupo político en particular? Me parecería un tremendo error. Pueden ser buenos los principios, excelente la idea y laudables las intenciones, pero en la práctica eso acabará mal, precisamente porque somos humanos.

Ya lo decía mi buena amiga Lola Soler, una inteligente, culta y gran persona, precisamente de Burriana, pueblo de Tarancón. La cuestión son las personas. Quienes me leen desde hace mas de treinta años saben que esta es mi filosofía al alabar a buenos personajes coherentes de todos los partidos, aquí en Ourense y fuera. Corroborando todo lo anterior, hemos visto en la Transición como se hundió estrepitosamente en España la idea de la DC patrocinada por Ruiz Jiménez y Emilio Benavent en contra del cardenal Tarancón. Ni un solo diputado sacaron en toda España, lo cual es sumamente revelador. Olvidar la experiencia es abocarse al fracaso más tremendo. Y eso que aquella época era mas propicia, al menos así lo creo, que la presente. Es embarcarse en una singladura con nubarrones al frente, convenzámonos. Obnubilarse ante el ejemplo de la historia reciente sería de nefastas consecuencias tanto para los que se embarcan en la idea como para la misma Iglesia. En toda esa idea quien va a perder más va a ser la misma Iglesia. Al tiempo queremos remitirnos. Los tiros deben ir por otra parte, y es una formación seria y coherente, dentro de un pluralismo enriquecedor para cuantos siendo católicos militan en diferentes formaciones políticas. Porque además, debemos saber leer la Historia, desde el 380, con el Edicto de Tesalónica, a la Navidad del 800, con la coronación de Carlomagno. Nefastas experiencias sobre todo para la Iglesia. ¿O acaso olvidamos, desconocemos, las gravísimas consecuencias del maridaje en tiempos de confesionalidad con el régimen de Franco? Aún hoy pagamos las consecuencias cuando el pueblo sigue, erróneamente, confundiendo a la Iglesia con la derecha. Pues tomemos nota.


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