Els Papers de Santa Maria de Nassiu

EDUQUEU ELS XIQUETS I NO HAUREU DE CASTIGAR ELS HOMES (PITÀGORES)

22 de març de 2010
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“La doble moral”, per Vicente Añó (Levante-EMV)

Vicente Añó

Hace unos días Tiger Woods anunciaba que volvía al circuito internacional de Golf, una vez superados sus problemas conyugales, arrepentido de sus “pecados” y realizado un acto de contrición pública en el que pidió perdón por su, al parecer, “exagerada” afición al sexo y sus infidelidades. Todo muy a la americana. 
Lo que no entendí en todo este proceso es porque debía dejar las competiciones de golf, como anunció en su momento cuando se armó el escándalo. Hay una doble moral en el tema que no alcanzo a comprender. Que tendrá que ver su actividad deportiva con su vida privada. Hoy en día pocos se creen ya lo de la “vida monacal” de los deportistas, y ni siquiera lo que nos vende la propaganda oficial o sus patrocinadores. Y hay cientos de casos para demostrarlo, como el del actual seleccionador argentino Diego Armando Maradona, cuya “otra vida” cuando era futbolista distaba mucho de ser modélica. Jugando en el Barça realizó una campaña de prevención contra las drogas, cuando ya tenía problemas con ellas, aunque no se conocía públicamente. En cambio, en el terreno de juego era incomparable. El mejor de los mejores y por eso se le admiraba, y en Argentina sigue siendo casi un “dios”. Ahora mismo, incluso, su comportamiento fuera del banquillo, deja mucho que desear, con continuas broncas y actitudes poco edificantes, sin que, todavía, haya demostrado ser buen entrenador. Aún así, como quede campeón del mundo, lo elevarán a los altares por los siglos de los siglos.
Otro caso reciente es el del jugador del Chelsea y de la selección inglesa de fútbol, John Terry, quien ha sufrido un auténtico calvario mediático merced a los tabloides ingleses, que han encontrado un filón, al descubrirse su “relación” con la mujer de un antiguo compañero, Wayne Bridge, hoy en el Manchester City. La foto en la que éste no le dio la mano en un reciente enfrentamiento entre ambos equipos en esas “formalidades” previas a los partidos, dio la vuelta al mundo. Terry era el capitán de la selección inglesa y el “moralista” Fabio Capello, seleccionador inglés, le quitó la capitanía. Sin embargo, lo ha mantenido en el equipo porque es un excelente jugador del que no puede prescindir. Quizás Capello no sepa que el anterior seleccionador inglés, el sueco Ericsson tenía esposa de la que estaba separado, vivía con otra mujer con la que luego se casó, si no recuerdo mal, y se le conocían sus aventurillas. 
En fin, que no quiero seguir contando casos que se conocen, como los de ciertos jugadores del Real Madrid, uno de los cuales, el otro Ronaldo, incluso “simuló” una boda en un castillo francés, a la que acudió hasta el Presidente Florentino Pérez y toda su plana mayor, con sus respectivas esposas. Casi nadie cuestionó aquella “ocurrencia”, que se quedó en eso, pues, el jugador nunca se casó con aquella mujer con la que tuvo un hijo y de la que al poco se separó. Hay, también en el tintero, un famoso jugador del Valencia que se tuvo que ir a otros lares, por una situación parecida a la de Terry. 
Pero, como digo, no quiero seguir por ahí sino este artículo se parecerá más a una crónica rosa y para eso ya existen sus correspondientes publicaciones que lo cuentan todo con pelos y señales. Lo que si quería dejar constancia es de esa doble moral que impera por todas partes, y como se ha visto últimamente también en el mundo del deporte, o quizás más. Quizás más, porque, hay una clara tendencia a presentarnos a los deportistas como “personas modélicas”: buenos esposos, buenos padres, religiosos, etc., etc., aunque en realidad se les ficha por su trayectoria y buen hacer futbolístico, no por lo otro para lo que pueden encontrar a miles de ciudadanos normales. De ahí que Tiger Woods haya tenido que realizar ese acto de arrepentimiento público, pues entre otras cosas le va en ello que sus patrocinadores vuelven a confiar en él. Tanto él, como Beckham y algunos otros deportistas, ganan más “prestando” su imagen a los patrocinadores que con su actividad profesional, aquella que les hizo famosos. 
Las empresas siguen asociando su marca al deporte, al que consideran un buen exportador de valores sociales que les permite penetrar más en la sociedad. Los deportistas son “buenos vendedores” de marcas y, por eso, se les busca y se les pagan cantidades elevadas. 
Entre los nuestros, futbolistas aparte, Gasol y Nadal se han convertido en diamantes en bruto para los patrocinadores. Fuera de la cancha, son (o se les presenta) como excelentes personas, equilibrados, inteligentes y simpáticos. Unos triunfadores, vamos, lo que vuelve locos a aquellos por ficharlos. No se les conoce, además, ningún comportamiento irresponsable o amoral (según los criterios al uso), lo que incrementa su cache. Al menos, hasta ahora. Y en todo caso, funciona aquello, tan hipócrita, de haga Vd., lo que quiera, pero que no se sepa. 


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