Els Papers de Santa Maria de Nassiu

EDUQUEU ELS XIQUETS I NO HAUREU DE CASTIGAR ELS HOMES (PITÀGORES)

23 d'agost de 2008
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Ja feia dies que no us “escalfava” el cap amb articles de premsa

Durant aquest dies de descans i viatge per Aragó -a veure si demà us en faig la resta de la crònica-, no he tingut massa temps per tal de llegir textos. Però sí n’he trobat algun que paga la pena “penjar” ací.

En primer lloc, arran de l'”espectacle” de la Fórmula 1 (i aprofitant que he pogut veure a la premsa algun cartell amb un text -més o menys- que diu “A VALENCIA TENEMOS LA FÓRMULA…”, permeteu-me que siga un gosat i afija: “DE DESFER I DESINCENTIVAR TOT ALLÒ QUE HAJA ESTAT “PÚBLIC” -SANITAT, ENSENYAMENT, CULTURA, ETC., I EL QUE ÉS MÉS GREU QUE SER VALENCIÀ AVUI, PER ALS DOS PARTITS -O L´ÚNIC, COM  MÉS US AGRADE-, NO SIGNIFIQUE !”QUASI” RES… us deixe aquest articles:

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ISABEL ESCUDERO,  Líderes también en deuda, paro y baja
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RAFA ESTEVE-CASANOVA , Valencia: La Fórmula 1 oculta la
realidad (LEVANTE-EMV)

LUIS CERRILLO, ¿Por qué nos oponemos al circuito urbano de F1? (LEVANTE-EMV)

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ISABEL ESCUDERO,  Líderes también en deuda, paro y baja
competitividad

 

El apartado dedicado a la Comunitat Valenciana del informe que han hecho
público las cámaras de comercio referido a los primeros seis meses de 2008
ratifica el discurso que ha mantenido el PSPV durante los últimos años. Camps
no ha hecho los deberes, se ha dejado llevar por la bonanza efímera de sectores
volátiles como la construcción y los servicios, y por contra ha descuidado la
cualificación de los trabajadores, el ahorro, y el gasto en I+D+i. Como consecuencia,
el paro crece ahora a mayor ritmo en la Comunitat Valenciana
que en el resto del Estado, el crecimiento de la economía ha sido menor que la
media estatal desde hace ocho años, el deterioro del mercado laboral ha sido
rápido en los últimos meses, la cualificación de la mano de obra es baja, la
deuda elevada, y la competitividad ha caído en picado.
Y ahora no lo dice el PSPV. Lo dicen las cámaras de comercio españolas.
Mientras lo decía el PSPV en las Cortes, Camps miraba al techo o participaba en
tertulias con sus compañeros de escaño. Ahora que lo dicen las cámaras de
comercio. Confiamos, por tanto, en una reacción del Gobierno de Camps para
amortiguar el golpe.
Tenemos demasiados indicadores recientes de la mala salud financiera de la Generalitat, empezando
por la liquidación presupuestaria de RTVV, las cuentas del Circuit de Cheste,
las facturas de las sociedades públicas y los grandes proyectos, o el
centrifugado de gastos entre entidades públicas.
Es decir, tenemos una casa con la fachada preciosa, pero con las vigas
podridas, y sin embargo el presidente de la Generalitat nos tiene
acostumbrados a una retórica triunfalista, de autocomplacencia, de
enaltecimiento de la moral colectiva, y de estímulo del amor propio. La Comunitat Valenciana
es líder mundial en esto y aquello, el mundo se mira en la Comunitat Valenciana,
estamos a la cabeza, a la vanguardia… Efectivamente, líderes mundiales,
también en deuda, en baja competitividad, en paro, en mano de obra poco
cualificada, en menor inversión en I+D+i, en destrucción de puestos de trabajo,
y en desatención de servicios básicos. Tan acostumbrado a dibujarnos una
Comunitat idílica, Camps tiene la obligación de cambiar su discurso y admitir
las consecuencias de su política. Y sin embargo, ¿cuál ha sido la reacción del
Gobierno de Camps? Dar una vuelta de tuerca en su demanda de financiación
estatal realizada sin criterio y a ojo de buen cubero. La cortina de humo.
Realmente el PP valenciano no tiene ningún interés en la financiación
autonómica. Ni lo tiene ahora ni lo tuvo cuando gobernó Aznar. Improvisan
cifras en función de lo que necesitan esconder bajo la alfombra, y en sólo una
semana su petición de financiación complementaria ha pasado de los 500 millones
que solicitaron en la reunión del Consejo de Política Fiscal, a los 700
millones de euros de hace seis días, y a los mil millones del pasado fin de
semana.
En realidad, no se puede sustentar un modelo económico con la construcción
desbocada, con la fanfarria, y con una deuda destinada a justificar inversiones
injustificables. Y eso no se arregla con cambios en el modelo de financiación.
Ya lo veníamos diciendo desde hace años. Aquellos recursos que debían ir
destinados a cualificar a los trabajadores, a aumentar la inversión en I+D+i, a
estimular los sectores productivos tradicionales, a fortalecer el mercado
laboral, y endefinitiva, a aumentar nuestra competitividad y capacidad de
producción, han ido a parar a la fanfarria. Y ahora pagamos las consecuencias
en la forma que ha descrito el informe de las cámaras de comercio.
De ahora en adelante, cuando Camps salga en Canal 9 diciéndonos que la Comunitat Valenciana
es líder mundial en esto y en aquello, y está a la vanguardia de todo, será
necesario que nos diga que tenemos también el título mundial en no hacer los
deberes y en dejar al azar el porvenir de los valencianos.

* Diputada autonómica del PSPV. Vicepresidenta segunda de las Corts Valencianes.

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RAFA ESTEVE-CASANOVA , Valencia: La Fórmula 1 oculta la
realidad

 

 

 

 

 

 

 

 

El triunfalismo al que las autoridades populares tan
acostumbrados tienen a los valencianos no les deja ver con objetividad la
realidad de la política de grandes eventos que Rita Barberá y Francisco Camps
están llevando a cabo magníficamente coreados por sus corifeos mediáticos.
Muchos de mis paisanos están plenamente imbuidos en la idea de que somos lo
mejorcito de España y que el resto de comunidades se mueren de pura envidia al
ver nuestras grandes avenidas, nuestros faraónicos edificios y los megalómanos
proyectos ideados por los que aquí mandan. «Xe, som els millors», se dicen
muchos valencianos mientras miran por encima del hombro a sus más cercanos
vecinos que no tienen todo aquello de lo que ellos creen poder disfrutar sin
importarles para nada que haya niños valencianos dando clases en barracones de
madera y uralita, ancianos sin recibir las suficientes y merecidas atenciones y
gentes durmiendo debajo de los puentes del antiguo cauce del río Turia, ya que
todo esto no se refleja en los informativos de ese NODO al servicio del Partido
Popular en que se ha convertido la televisión autonómica valenciana, y lo que
no se ve en la tele es inexistente.
Estos días toca sacar pecho y presumir de circuito urbano, de coches corriendo
por las calles de la ciudad. Ya tenemos circuito de F-1, como el Principado de
Mónaco, pero nos falta una Carolina que presida las carreras, ya que la
alcaldesa de la ciudad no da la talla para portada del Hola, aunque sin buscar
muy profundamente seguro que será posible encontrar algún símil de ese Alberto
de Mónaco que tantos ríos de tinta ha hecho correr o algún que otro pirata que
emule a los primeros Grimaldi, en estas tierras todo es posible. Incluso que
hace unos días la empresa Valmor Sports, creada por la Generalitat para
gestionar las carreras de los bólidos, dijera que estaban totalmente vendidas
las más de 112.000 entradas para las tribunas del circuito y que ahora aparezca
la ciudad inundada de carteles que ofrecen entradas con una rebaja del 50%.
Y es que el triunfalismo y ese pensat i fet tan valenciano no son buenos
consejeros en los negocios. Los últimos grandes premios en Alemania y Hungría
no se han caracterizado precisamente por haber llenado todas las localidades.
Fernando Alonso, que es el motor patriótico que mueve a los españoles a acudir
a los circuitos, lleva una temporada en la que ni tan siquiera huele el puesto
más bajo del podio y si antes acudían a Montmeló cerca de 8.000 asturianos este
año apenas fueron 1.500 los que se acercaron al circuito catalán. Una pareja
que acuda el fin de semana a presenciar las carreras necesita gastar un mínimo
de 1.500 euros en su visita a Valencia, donde tan sólo hay 22.000 plazas
hoteleras, cuando en una ciudad vacía en pleno agosto las localidades en las
tribunas son más de 112.000. Tomen todo esto, métanlo en una coctelera,
agítenlo lo necesario y obtendrán el resultado de esas entradas que una semana
antes de la celebración del gran premio se ofrecen a mitad de precio.
El Partido Popular siempre ha ocultado la realidad, unas veces escondiéndola
detrás de la celebración de grandes eventos y otras tras las lonas de la
vergüenza, como hará en esta ocasión, en la que para que los asistentes al Gran
Premio de F-1 no vean la degradación del marinero barrio del Grao se taparán
las naves y antiguas fábricas en ruina con grandes lonas de 20 metros de altura
decoradas con fotografías de lugares emblemáticos del País Valenciano.
Una vez más, y ya son muchas, los políticos valencianos ocultarán la realidad
tanto a sus representados como a los visitantes que así podrán volver a sus
lugares de origen cantando las excelencias de una ciudad de la que no han visto
nada de nada, tan sólo lo que las autoridades les han dejado ver. Seremos sólo,
una vez más, fachada y cartón piedra, al fin y al cabo una falla más.

 

 

 

 

LUIS CERRILLO La barbaridad de la construcción del Valencia
Street Circuit de Fórmula 1 dentro de la ciudad (cauce del río, barrio
de Nazaret, del Grau, del Cabanyal y dársena interior del puerto) es de
tal calibre que difícilmente se puede comprender, a no ser porque
tenemos un Gobierno autonómico con terribles ansias de notoriedad
cueste lo que cueste, con una megalomanía patológica y sin ninguna
preocupación seria por el urbanismo de la ciudad, ni tampoco por las
prioridades sociales de los ciudadanos, menos vistosas, pero más
importantes para la mayoría de la población.

Tenemos
ya un circuito, el Ricardo Tormo, en Cheste, para competiciones de
coches y motos, que acumula unas pérdidas de 60 millones de euros desde
su puesta en funcionamiento hace nueve años. No se entiende todo este
derroche en algo que tanto va a perjudicar a la ciudad y tanto va a
molestar a los ciudadanos.

Hasta el momento, que se sepa, se han
gastado más de 85 millones de euros, que todavía no se sabe cuándo y
cómo podrán pagarse, teniendo en cuenta, además, que este Gobierno
autonómico está gravemente endeudado en más de 11.550 millones de
euros. ¿Tiene este Gobierno el dinero para hacer frente a todo ello? ¿Y
qué será de las inversiones que urgentemente necesitan las partidas de
educación y sanidad -sólo se han gastado 69,3 millones de euros en
hospitales y centros de salud-, por no hablar de más cosas? ¿Se sabe,
por ejemplo, que el barrio del Grau, una de las zonas afectadas, no
tiene todavía un centro de salud?

La realización del circuito
urbano, siendo el País Valencià uno de los territorios de Europa que
más se aleja del cumplimiento del Protocolo de Kioto y de los acuerdos
medioambientales de la UE, y siendo Valencia una de las ciudades con
mayor nivel de contaminación acústica y atmosférica de Europa
procedente del tráfico privado, evidencia la total insensibilidad por
el medio ambiente tanto del ayuntamiento como el Gobierno autonómico.
Suponen un retroceso educativo en la seguridad vial al ligar en el
imaginario ciudadano, sobre todo de los jóvenes, ciudad y velocidad.
Esta ilógica asociación de ideas está en el origen de las carreras
ilegales y del terrorismo suicida vial que se viene produciendo en las
calles de diferentes ciudades.

No se ha proporcionado a la
ciudadanía toda la información que un gobierno democrático debe
ofrecer, se ha negado la participación pública al colectivo ciudadano
Fórmula Verda, que integra a varios grupos ecologistas, sociales y
vecinales, esquivando el estudio de impacto ambiental. El decreto de
interés general del 8 de febrero de 2008 por el cual el Gobierno
autonómico regula la construcción del circuito y las actividades
relacionadas con la prueba automovíslitica, vulnera un total de ocho
leyes distintas. Nunca antes en la historia de la democracia española
se había reducido un conjunto tan numeroso de garantías jurídicas del
Estado de Derecho con esta brevedad.

Con la construcción de este
circuito se ha perdido la gran oportunidad de terminar racionalmente la
urbanización de la ciudad y no responde a las prioridades sociales.
Cuesta mucho dinero, que ha provenido de las administraciones públicas,
pero los beneficios se lo llevan unos pocos. Ocasiona graves molestias
a la población, de ruido, de contaminación, de obras. Y para los que
habitan cerca del circuito, todo esto es un infierno; para el resto,
una pesadilla. Y a mucha gente joven y no tan joven se les está
mostrando una bonita lección: la ciudad maltratada, el medio ambiente
ignorado (piensen en las emisiones de CO2) y el culto a la velocidad
sublimado. Todo un ejemplo de falta de democracia y de maltrato a la
ciudad.

En síntesis, y por todas las razones anteriores, nuestra
radical oposición al circuito urbano de Fórmula 1 en Valencia. No tanto
al espectáculo en sí, sino al modelo de vida y de cultura urbana que
representa, ajeno a los desafíos medioambientales y energéticos del
siglo XXI y a los nuevos horizontes de producción, consumo y bienestar
sostenibles, compartidos y solidarios que queremos para nuestros hijos
y nietos.

*Ecologistes en Acció de València y Coordinadora Fórmula Verda.


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