Carolina Marin aguantó estoica, como Alberto Contador en 2011, mientras sonaba la marcha real escrita por José María Pemán, la misma que se adoptó habitualmente durante el franquismo, aunque nunca llegara a tener carácter oficial. La campeona del mundo de bádminton no terminaba de creerse lo que estaba escuchando. Subida a lo más alto del podio, la jugadora de Huelva se sorprendía al escuchar un himno español con letra, canción que nadie, absolutamente nadie, mandó parar y que sonó durante más de un minuto mientras Marin ponía cara de estupefacción.
José María Pemán escribió esa letra en 1928 a petición de José Primo de Rivera. Y antes incluso de la Guerra Civil española, el compositor de Cádiz modificó un par de versos para adaptarlos a las preferencias del bando franquista. Cambió ‘alzad la frente’ por ‘alzad los brazos’ y ‘los yunques y las ruedas’ por ‘los yugos y las flechas’.
Esa fue la canción que le pusieron a Contador cuando estaba en el podio celebrando su victoria en el Giro de Italia de 2011. El ciclista de Pinto alucinó con el error de la organización y el Consejo Superior de Deportes (CSD) envió una queja formal a pocos meses del final del gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero.
Incluso más contundente fue Juan Antonio Gómez Angulo, quien en 2003 era secretario de Estado para el Deporte en plena época de José María Aznar como presidente. En plena final de la Copa Davis, los equipos español y australiano formaban sobre la hierba del Melbourne Park cuando el trompetista James Morrison empezó a tocar el himno equivocado.
El músico estaba interpretando el himno republicano, el que se conoce como himno de Riego porque era la letra que cantaban los soldados a las ordenes del teniente coronel Rafael de Riego tras la insurrección en contra de Fernando VII en 1820.
“Está tocando el himno de la República. Es una ofensa imperdonable. Abandonad la pista y no juguéis hasta que suene el himno español”, les gritó Gómez Angulo a los jugadores mientras gesticulaba desde el palco. Los tenistas se marcharon a los vestuarios mientras el público no entendía absolutamente nada y Agustí Pujol, presidente de la Federación Española de Tenis, presentaba en el mismo palco una queja a Francesco Ricci Bitti, presidente de la Internacional, y a Jeoff Pollard, presidente de la federación australiana.
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