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EDUQUEU ELS XIQUETS I NO HAUREU DE CASTIGAR ELS HOMES (PITÀGORES)

16 de juliol de 2010
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“¿Qué pasa en España?”, per Vicenç Navarro (PÚBLICO)

Article publicat per Vicenç
Navarro en el diari PÚBLICO, 15 de juliol de 2010

Aquest article assenyala que les
mateixes forces polítiques neoliberals que van originar les crisis
financeres i econòmiques a Espanya, desenvolupant polítiques públiques
que van danyar la qualitat de vida de les classes populars de les
diferents nacions i regions d’Espanya, són les que van retallar
l’Estatut de Catalunya, conseqüència de la seva oposició a una Espanya
plural, acusant al catalanisme de separatisme, supòsit negat pel fet que
els jugadors del Barça, club català (acusat de separatista per les
dretes), van ser determinants en la victòria d’Espanya en el campionat
del món.

En las últimas semanas hemos visto toda
una serie de acontecimientos que están impactando a las clases populares
de las distintas naciones y regiones de España. Uno, el más importante,
es la enorme avalancha neoliberal, liderada por las derechas europeas
(que dominan las instituciones de la UE) con la complicidad de partidos
gobernantes de centroizquierda, que está reduciendo significativamente
los derechos y beneficios laborales y sociales de la ciudadanía de los
países de la UE, incluyendo España.
El otro hecho es el dictamen del Tribunal Constitucional (TC) que
recorta significativamente el Estatut aprobado por el Parlament, las
Cortes Generales y refrendado por el pueblo catalán en referéndum, y que
generó, como protesta a tal dictamen, la manifestación más grande que
jamás haya existido en Catalunya. Y por último, el pasado domingo, la
selección española (en la que los jugadores del Fútbol Club Barcelona,
el Barça –un símbolo del catalanismo identitario–, eran el grupo más
extenso dentro del equipo) ganó el Mundial de fútbol, lo cual creó
grandes movilizaciones en gran parte de España (incluyendo Catalunya)
que las derechas están intentando contraponer a la movilización del día
anterior en Catalunya, que supuestamente amenazaba la unidad de España.
Todos estos hechos corresponden a un contexto político común que, por
paradójico que parezca, reflejan las mismas coordenadas de poder. La
avalancha neoliberal responde a unos intereses de clase bien definidos.
El mundo financiero (responsable de la crisis) y el mundo de las grandes
empresas y sus instrumentos políticos están consiguiendo (con la ayuda
de los medios afines) lo que han querido durante muchos años: el
debilitamiento del mundo del trabajo. Mientras que los beneficios del
gran mundo empresarial crecieron en el primer trimestre del 2010 un
18,5% (según las cifras de la Agencia Estatal de Administración
Tributaria), las rentas del trabajo continuaron descendiendo un 8%. La
reducción del gasto público (incluyendo el gasto público social) y la
desregulación del mercado de trabajo tienen como principal objetivo
debilitar al mundo del trabajo (incluyendo sus sindicatos).
Para ocultar esta realidad, se ha construido todo un entramado
ideológico promovido por los establishments mediáticos y políticos
neoliberales que argumentan que tales medidas son necesarias para
recuperar la confianza de los mercados financieros (es decir, de la
banca, que fue la que causó la crisis en primer lugar). Como bien
escribió Mark Weisbrot, codirector del Center for Economic and Policy
Research de Washington, en The Guardian (09-07-10), los argumentos que
el establishment neoliberal de la UE y el Fondo Monetario Internacional
están promoviendo carecen de validez científica. En realidad, España fue
uno de los países de la UE-15 que cumplió más con la ortodoxia
neoliberal, habiendo alcanzado una de las deudas públicas más bajas de
la UE-15, y un superávit en los presupuestos del Estado en los tres años
que precedieron la crisis. Y, a pesar de ello, España está en el centro
de los países que más están sufriendo la crisis. Y ello no se debe al
crecimiento “desmesurado” del gasto público (como lo presentan los
neoliberales), sino al comportamiento especulativo de la banca (creando
el boom inmobiliario) y a las políticas regresivas fiscales, que
facilitaron el crecimiento del déficit cuando disminuyó la actividad
económica.
Estos sacrificios son enormemente impopulares. De ahí que en España las
derechas recurran a las banderas para conseguir el apoyo popular que sus
políticas económicas le niegan. La derecha nacionalista española es
heredera del Estado fascista que dominó España durante 40 años y que
justificó el enorme daño que conllevó (España tenía el PIB per cápita de
Italia en 1936; en 1975, el PIB de España era sólo un 64% del de
Italia), con el argumento de derrotar al comunismo y al separatismo,
defendiendo “la unidad de España” (el eslogan utilizado por el fascismo y
el posfascismo para justificar la imposición de una España radial,
uniforme y excluyente). En defensa de unos intereses de clase,
impusieron el mayor retraso económico, político, social y cultural que
haya habido en Europa. Los datos hablan por sí mismos (ver mi libro El
subdesarrollo social de España).
Sus herederos –el Partido Popular– han continuado haciendo un enorme
daño a las clases populares de las distintas naciones y regiones de
España, habiendo sido el Gobierno del PP el que, con sus políticas de
desregulación del suelo y políticas fiscales regresivas, originaron la
crisis actual. Y ahora, en su intento de capitalizar el anticatalanismo
(que sembró la dictadura en la población española), se ha opuesto al
Estatut que fue aprobado por los representantes del pueblo catalán y del
pueblo español, argumentando que rompería España. La sentencia del TC,
que ofendió (en su procedimiento, en su narrativa y en su dictamen) al
pueblo catalán, ha creado tensiones totalmente innecesarias. Si el TC
hubiera aprobado sin más el Estatut, España hubiera continuado unida. En
realidad, se ha ido implementando durante cuatro años sin que
apareciera ni siquiera una fisura. El Estatut representaba una
redefinición de España. Es la resistencia a esta redefinición liderada
por la derecha española la que está estimulando la rotura de España,
pues el independentismo se está alimentando de esta insensibilidad hacia
aceptar una España que respete su plurinacionalidad.
Pero España es plural, y el mejor indicador de ello es la selección
española de fútbol, en la que precisamente el contingente del Barça jugó
un papel clave en la victoria. Cuando el Barça ganó la Champions y sus
jugadores expresaron con orgullo “Visca Catalunya!” en un Camp Nou lleno
de senyeras, varios medios madrileños presentaron tal movilización como
prueba de un incipiente separatismo. La mejor prueba de tal falsedad es
que, el pasado domingo, estos “supuestos” separatistas jugaron un papel
clave en dar la victoria a España. ¿Hasta cuándo continuará la derecha
dividiendo a España?


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