Els Papers de Santa Maria de Nassiu

EDUQUEU ELS XIQUETS I NO HAUREU DE CASTIGAR ELS HOMES (PITÀGORES)

5 de gener de 2010
1 comentari

Alfons Cervera, “La buena democracia” (Levante-EMV)

La buena democracia



 

ALFONS CERVERA Empieza un nuevo año. La verdad es que no sé por qué digo nuevo: hace mucho tiempo que todo es lo mismo. Los pequeños cambios que de vez en cuando nos parece percibir son en realidad la prueba contundente de que, como se decía en El Gatopardo, nada ha cambiado en profundidad. Seguimos igual. Vivimos como las piedras suaves al tacto de los ríos: destinadas a ser arrastradas por la corriente sin oponer apenas resistencia. Estamos hechos de una insensible materia conformista y nos podrían enterrar en cal viva, como hacían y hacen los dictadores y los mafiosos, y ni una sola queja saldría de nuestra boca. No sé cómo la sociedad civil, o sea, todo dios, incluidos los jueces, los curas, los policías y, si mucho me apuran, hasta ese prodigio de pintoresquismo que es Esteban González Pons, puede digerir tanto bochorno como el que diariamente nos llega a través de los medios de comunicación. Uno abre el periódico, enchufa la radio o aprieta el botón que ilumina los telediarios y tiene dos posibilidades: se hace el sordo y el ciego o se corta las venas. 
El domingo pasado había en estas páginas una noticia que invitaba a tomar cualquiera de esas dos decisiones. Eran unas declaraciones de Antonio Clemente, secretario general del PP valenciano. El motivo: su partido ha hecho una encuesta y, según los datos que aporta, ellos ganarían las elecciones de 2011 por goleada. Hasta aquí, todo correcto. Faltaría más que una encuesta electoral encargada por un partido político diera como resultado que ese partido quedaría el último en las urnas. Por eso digo que los datos aportados por la encuesta son normales. Lo que ya no es tan normal es lo que decía el mandatario del PP para justificar el éxito que anuncia la encuesta: «el caso Gürtel no tiene ningún peso en la opinión de los ciudadanos de la Comunidad Valenciana». Soltar esa barbaridad es no sólo poco normal, sino muy grave. La política no puede alimentarse de mierda. Los políticos que se la comen y luego la vomitan sobre la ciudadanía como las vacas no se merecen seguir en la política, y aún menos que se les vote. 
Hace muchos años, el PSOE de Felipe González cayó en el abismo de la corrupción y lo pagó caro. Pero luego ya nada ha sido igual. Ahora la corrupción no es un obstáculo para que los corruptos (sobre todo si son de derechas) sigan ganando las elecciones. Y lo que venía a decir el tal Clemente es que la gente es tonta y se traga lo que le echen o que la gente es una choriza que se identifica con los chorizos y por eso los vota. A lo mejor ha querido decir las dos cosas a la vez. Y seguramente tiene más razón que un santo. Por eso uno se asusta una miaja cuando lee o escucha semejantes opiniones. Porque, según se desprende de sus palabras, lo mismo da que la política sea un estercolero que que no. Lo mismo da que un individuo se dedique a la política para hacerse rico y recibir regalos por sobornos que ser un tipo honrado a carta cabal. Cuanto peor huela el sobaco de la política, más rendidos y apasionados amantes encontrará que lamerán a voraces lengüetazos los efluvios del asco. 
Si un partido quiere ganar las elecciones —viene a decir el secretario general del PP valenciano—, lo mejor es que sus jefes salgan todos los días en los medios de comunicación como sospechosos o, aún mejor, como directamente imputados de delitos de corrupción: ya ven Fabra. Y sin embargo, ante tanta bajeza moral, nada cambia. La gente va a piño fijo, como si nada de lo que pasa le importara lo más mínimo. «Viví todo el día sin preguntar por nada/, sin sorprenderme de nada», escribía Wislawa Szymborska, premio Nobel de Literatura en 1996. Así vivimos la inmensa mayoría. Como autistas. Como si lo que pasa cerca de nosotros sucediera en realidad muy lejos. Ya sé que hacernos los sordos y los ciegos es más cómodo y más sano que cortarnos las venas. Pero seguro que esa sordera y esa ceguera son mala cosa para la buena democracia. Muy mala cosa. Muy mala.

 


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  1. Té molta raó Alfons, però li sobra literatura. Al País, la democràcia està conquerida i la gent que hi viu en té un concepte molt reduït: un viu en democràcia mentre tinga la butxaca plena i la possibilitat de votar cada 4 anys. I res més. Com veuen, fins i tot el dretà més radical del PP assumirà estes dos premisses i serà, per tant, un demòcrata convençut.

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