Els Papers de Santa Maria de Nassiu

EDUQUEU ELS XIQUETS I NO HAUREU DE CASTIGAR ELS HOMES (PITÀGORES)

22 de març de 2008
1 comentari

“En el fondo, los miembros de ETA son revolucionarios”


Ja feia dies que us volia penjar aquesta entrevista feta a José María Setién, bisbe emèrit de Donosti. Avui l’he vista de casualitat i ací la teniu. Vull afegir que, coses de la xarxa, m’ha desaparegut la imatge de Sant Josep del post anterior i m’ha aparegut la del bisbe Setién. Ací, espere, us apareixerà la de Sant Josep.

JOSÉ LUIS BARBERÍA  –  San Sebastián

EL PAÍS  –  España – 21-10-2007

José María Setién (Hernani, 1928), obispo emérito de San Sebastián, es
personaje clave en la convulsa historia reciente del País Vasco, que repasa en
el libro Un obispo vasco ante ETA. Lejos de la autocrítica, se reafirma
en las claves ideológicas de su actuación.


Pregunta. ¿Qué le ha movido a escribir este libro?

Respuesta. Vi en la propuesta de escribirlo la oportunidad de
reencontrarme con el espíritu que me llevó a actuar como lo hice y también la
posibilidad de dar a conocer mi verdad.

P. ¿Hasta
qué punto la presencia de la
Iglesia en el nacionalismo, y en el origen mismo de ETA,
permite explicar la actuación del clero vasco en estas últimas décadas?

R. Conviene
aclarar que lo que el clero vasco ha apoyado es, fundamentalmente, un
nacionalismo sociocultural. Más que declaraciones de nacionalismo político, lo
que se produce a finales del franquismo son denuncias de la iglesia vasca por
la falta de libertades y derechos ciudadanos.

P. Escribe
usted que entre la Iglesia
vasca y ETA hay una interrelación que no puede ignorarse, como dos poderes
influyentes que se observan.

R. Lo que
digo es que la Iglesia
no puede ignorar la existencia de ETA y que ante la existencia de ETA la Iglesia tiene que tomar
postura. Hablar de poderes no me parece procedente.

P. Dos poderes
o dos polos de influencia no exactamente antagónicos porque ETA nunca ha matado
a un sacerdote.

R. Pero ha
habido curas que han tenido que emigrar.

(segueix més avall)

P. También
curas dentro de ETA o en sus aledaños.

R. No
conozco ningún caso de sacerdotes que continuaran siéndolo después de ingresar
en ETA.

P. ¿José
María Setién ha sido un obispo nacionalista o un nacionalista obispo?

R. Puede ser
otra cosa que no quepa encuadrar en ninguna de esas ubicaciones. No me
corresponde a mí decidir si mi actuación es la de un nacionalista.

P. Mucha
gente así lo cree.

R. Yo soy lo
que soy, no lo que la gente dice de mí.

P. Prefiere
no aclararlo.

R. Lo que
puedo decir es que los no nacionalistas me consideran nacionalista y los
nacionalistas de verdad tiene dudas al respecto. Me quedo conmigo mismo.

P. ETA nace
de un nacionalismo confesional acreditado explícitamente en el lema del PNV:
“Dios y leyes viejas”.

R. Nace en
un nacionalismo confesional, pero no nace de un nacionalismo confesional. No
puede decirse que proceda de la iglesia. El grupo juvenil que funda ETA rompe
con el nacionalismo confesional y marca su propia evolución.

P. Más
tarde, los seminarios se vacían y buena parte de los seminaristas y del clero
pasan a la política, no pocos a la propia ETA. ¿Hay quien sustituye la religión
por el ideal de una nación sacralizada, convertida en el nuevo objeto de culto?

R.
Personalmente, creo que no. El fenómeno de la revolución juvenil no es propio
del País Vasco, tal y como pone de manifiesto la revolución de mayo de 1968, en
Francia.

P. Pero el
vaciamiento de los seminarios vascos se produce años antes y la expresión
política de ese movimiento es nacionalista, bien distinta a la del mayo
francés.

R. Yo creo
que tiene manifestaciones distintas, por las especiales circunstancias del
pueblo vasco en la dictadura, pero que se trata del mismo fenómeno.

P. ¿Dónde
hunde sus raíces la ideología que sustenta la práctica del asesinato político?

R. Creo que
responde a la dialéctica marxista del materialismo histórico. Utilizan
permanentemente el conflicto para ahondar las crisis con vistas a un conflicto
superior que, a su vez, les prepara para nuevos escenarios. La
autodeterminación y la territorialidad son objetivos únicamente estratégicos
porque, en el fondo, son revolucionarios. Para ellos, lo fundamental es avanzar
educando a la sociedad en el conflicto.

P. ¿El
nacionalismo confesional, la sacralización de la nación, no tiene nada que ver
en la conformación de ETA?

R. Desde
luego, no el nacionalismo socio cultural que ha apoyado la Iglesia vasca. El hijo que
mata al padre no pretende reproducir la figura del padre.

P. Me
pregunto por qué, a la hora titular su libro, elige la preposición
“ante” (ETA) y no “frente” o “contra” (ETA).

R. Sencillamente,
porque yo no vine en 1972 al obispado de San Sebastián para ser un obispo
contra ETA. Vine sabiendo que ETA estaba aquí y que tenía que situarme ante
ETA.

P. Usted
explica su actitud ante la violencia invocando el mandado evangélico que obliga
a amar a los enemigos. ¿Ese mandato le ha impedido adoptar una actitud más
activa contra el terrorismo? El gran reproche que se le ha hecho a la Iglesia vasca es que no ha
pasado de los sermones y cartas pastorales.

R. ¿Y qué es
lo que yo debería haber hecho y no hice?

P. Las
víctimas de ETA le acusan de haberse comportado con frialdad ante ellas; dicen
haberse sentido desamparadas en la iglesia vasca. Y, por ejemplo, le reprochan
que cediera los locales de la
Iglesia a grupos como las Gestoras pro Amnistía para que
protagonizaran sus encerronas y actos propagandísticos.

R. Vayamos
por partes. Durante el franquismo, todo el mundo se aprovechó de la tolerancia
de la Iglesia
a la hora de respetar los derechos de asociación.

P. ¿Las
cosas no cambian con la llegada de la democracia?

R. ¿Y al
desaparecer Franco desaparecieron todas las conductas injustas procedentes del
poder político?

P. Ninguna
democracia es perfecta, pero no creo que pueda ser equiparable.

R. La Iglesia debe intervenir
ante una actuación injusta.

P. ¿A favor
de los verdugos, precisamente?

R. A favor
de los derechos fundamentales, incluso del mundo de los verdugos.

P. ¿Ese
mundo es víctima de los abusos del poder?

R. El hecho
de que la Iglesia
salga en defensa de los derechos fundamentales de los presos no significa que
defienda a las Gestoras pro Amnistía. La iglesia debe denunciar los abusos, las
torturas, la dispersión carcelaria…

P. Pero,
establecido que nunca se debe bajar la guardia ante la tortura, a veces parece
que la Iglesia
vasca otorga mayor credibilidad al discurso interesado del mundo de la
violencia que a los tribunales. Las víctimas creen que la Iglesia vasca aplica su
misericordia más a los presos de ETA que al conjunto de la población reclusa.

R. Basta con
ver mi pastoral El preso, una persona humana, para comprobar que se
trata de una acusación injusta. He sido objeto de una campaña de difamación.
Siempre he sostenido que las víctimas no debían ser utilizadas políticamente.

P. ¿Las cree
manipuladas?

R. Sí, pero,
afortunadamente, el juicio que llegue a hacerse sobre mi persona, no lo harán
las víctimas. Afortunadamente. ¡Han dicho tantas cosas de mí! Nunca me he
negado a recibirlas y no sé a qué responde esa acusación de frialdad que me
atribuyen. Quizás no han encontrado en mí la colaboración que pretendían para
ponerla al servicio de los objetivos que buscaban.

P. ¿No cree
que si la Iglesia
vasca hubiera estado con las víctimas no habrían vertido críticas tan ácidas
sobre usted?

R. También
el PP acusa al PSOE de hacer el juego a ETA. Contra mí han dicho de todo, pero
no deja de sorprenderme que un antiguo ministro me llamara “inmoral”.

P. En su
libro, donde no practica la autocrítica, tampoco se aborda el hecho de que los
políticos no nacionalistas estén perseguidos, amenazados de muerte.

R. Lo
fundamental que hay que achacarle a ETA es el atentado a los derechos
fundamentales, el derecho a la vida. Pocos han deslegitimado tanto la acción de
ETA como yo.

P. Dice que
la violencia no invalida la justicia y la ética de los objetivos políticos de
ETA.

R. Me
refiero a los objetivos de autodeterminación y territorialidad. Detrás de la
situación del País Vasco hay una injusticia que no denuncia únicamente ETA. Los
derechos históricos vascos fueron violentados mediante la acción de una
violencia que se ha convertido en Derecho. Y lo que quiero saber es si esos
derechos existen o no y si han sido incorporados debidamente a la Constitución.

P. Con esta
interpretación, no sé por qué no admite su condición de nacionalista.

R. No soy
tan fácil de condescender. Si digo lo que digo es porque estoy convencido de
que es verdad.

P. Usted
divide a la población vasca entre españolistas, por un lado, y vasquistas y
nacionalistas, por otro. ¿No está caricaturizando una realidad compleja?

R. ¿Y qué
otros vascos va a haber?

P. ¿No se
puede ser vasco y español sin ser españolista, vasco sin ser nacionalista?

R. Los
españolistas son los que no reconocen a la nación vasca. La solución debe venir
por el reconocimiento de los derechos fundamentales de unos y otros. Defiendo
una pluralidad nacional vasca para que se pueda convivir en paz. Yo no quiero
para Euskadi la unicidad del modelo soberanista de la llamada nacionalidad
española. ¿España es una nación? Se afirma la unidad española y a partir de esa
unidad se legitima una soberanía, que se impone por objetivo defender la unidad
española. ¿Quién se traga eso? En todo caso, el derecho a la autodeterminación
que reivindico no es necesariamente el derecho a la secesión.

P. En su libro
habla todo el tiempo del Pueblo Vasco. ¿No refleja una visión esencialista y
religiosa, en oposición al concepto de ciudadanía en una sociedad democrática,
laica?

R. Para mí,
vasco es el que pertenece al Pueblo Vasco, pero en Euskadi tenemos un problema
de terminología.

P. ¿La
confusión no viene de mezclar religión y política?

R. No y sí.
Me meto en política cuando creo observar una injusticia política, pero no
significa que opte por un partido determinado o que busque intervenir en la
política todo el rato.

P. De otro
modo, debería presentarse a las elecciones.

R. (Risas).

P. Escribe
que difícilmente se puede amar a las personas sin amarlas en lo colectivo. Dice
que el amor político es el amor al pueblo al que pertenecemos. ¿Quién impone
esa obligación de amar a tu pueblo y por qué usa tanto la palabra pertenencia?
Las palabras no son inocentes en Euskadi.

R. No se
puede amar a las personas si no se reconoce y ama al colectivo al que
pertenecen. Cada persona es libre de optar por el colectivo nacional al que
quiera pertenecer. Y ese respeto al derecho de pertenecer a un colectivo es lo
que yo entiendo por un amor político. Para mí, ese respeto es una exigencia del
amor.

P. Afirma
que las víctimas pueden ofrecer su perdón a los asesinos, aun en el caso de que
éstos lo rechacen. Dice que es una manera de iluminar el problema desde la fe
cristiana. ¿Llegado el caso, esa fórmula facilitaría la excarcelación de los
presos de ETA?

R. Ésa es
otra cuestión. La dimensión del perdón tiene que ser fundamentalmente personal.
Si el perdón exige previamente la aplicación de una justicia vindicativa y se
queda ahí, no hay perdón porque responde al ánimo de venganza, al menos en el
orden puramente jurídico. La auténtica idea de perdón es trascendente y va
mucho más allá del ordenamiento jurídico.

P. Para
muchas víctimas es todo un ejercicio de heroísmo.

R. En
ocasiones, la fe exige comportamientos heroicos.

 


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  1. ETA s’ha convertit en una organització infiltrada on en el fons serveixen de forma impagable com a germanetes de la caritat dels interesos d’Estat per justificar-los i menstenyir o desvar l’atenció de les demandes legitimes de les altres nacionalitats de l’Estat.

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