Que es veja la nostra força!!!!
Esperem que a la plaça Urquinaona d’aqui a una estona se senta la força del nostre poble.
Ens adherim a la campanya de penjar l’estelada en tan memorable dia, però hem posat la sense blau, que ens fa una mica de nosa. (Ja sabeu com van les coses pel País Valencià…)
Us remetem, a més, un enllaç per donar una nova empenta al català a Europa i al seu Parlament:
“Cal que entreu a la pàgina web del parlament europeu i cliqueu a la
pestanya del català, i després reenviar el correu. Si la visitem molta
gent no eliminaran la versió catalana!
Web del Parlament Europeu.
www.europarl.cat
Aquest lloc web és una traducció calcada, perfecta i impecable de la web del Parlament Europeu feta per un jove de Lleida.
Ho sembla, però no és el web oficial.
Malgrat que el web autèntic està traduït a més de vint llengües europees,moltes de les quals amb molt menys parlants que el català (*), el Parlament Europeu ha denunciat el plagi i vol fer tancar la versió catalana.
Si fins ara no s’ha tancat és simplement perquè s’han quedat sorpresos de les moltes visites que ha rebut.
Per tant, passeu -si us plau- aquesta informació als vostres contactes:com més visites més possibilitats hi ha que s’ho repensin!
Llengües com el letó, l’estonià, el finès o l’eslovè, així com el maltès -amb només uns 300.000 parlants- tenen estatus de llengua oficial a Europa. En canvi el català amb uns 9.500.000 parlants i sent la desena llengua europea en importància, no té cap reconeixement en l’àmbit europeu.
AGUSTÍN GARCÍA CALVO 02/07/2008
Señores: la lengua no es de
nadie; esa máquina de maravillosa complejidad que ustedes mismos usan,
“con la cual suele el pueblo fablar a su vezino”, no es de nadie; no ya
la lengua común, que no aparece en la realidad más que como lenguas de
Babel, pero ni siquiera una de esas lenguas o idiomas es de nadie, y no
hay académico ni emperador que pueda mandar en su maquinaria, ni
cambiar por decreto ni la más menuda regla, por ejemplo, de oposiciones
entre fonemas y neutralización combinatoria de oposiciones que en ella
rijan.
El idioma, máquina maravillosa, desconocida y libre, no es de nadie
La
escritura, la cultura, la organización gubernativa, la escolar, las
leyes, las opiniones, ésas sí que tienen dueño; y el dueño es el de
siempre: el jefe, sus secretarios, sus sacerdotes, la persona que se
cree que sabe lo que dice.
Y ésos ya se sabe lo que quieren o
necesitan: quieren ordenar el mundo, el mapa, las poblaciones; es el
juego terrible de niños grandes, malcriados y simplones, que ha venido
arrasando tierras y torturando gentes desde el comienzo de la Historia,
en nombre del Ideal; y así siguen queriendo, por ejemplo, que España
sea una, que los Estados Unidos sean uno, que Cataluña sea una, que
Euskal Herria o Galicia sean una cada una… Da lo mismo: el caso es
someter al ideal a todos, dentro de las fronteras que les toquen: que
todos sean uno.
Por medio de la escritura y de la escuela, el
Poder ha utilizado una y otra vez las lenguas o idiomas para ese fin:
tomando en bloque una variedad simplificada del idioma correspondiente,
y sin entrar para nada a la maquinaria de la lengua, ha logrado por ley
(pero siempre a través de la escuela y la escritura) imponer hasta
cierto punto un idioma uniforme dentro de las lindes que los avatares
de la Historia le hayan repartido a esa forma de Poder; así impuso Roma
en el vasto territorio del Imperio la unidad lingüística, para apenas
un par de siglos, mientras los pueblos volvían a hacer de las suyas y
deshacían el latín en dialectos innumerables; y hazañas parecidas se
han dado luego, en territorios más o menos amplios, como, por ejemplo,
la conversión del hebreo, una lengua muerta, en idioma, relativamente
uniforme, del Estado de Israel.
En aquello que iba siendo Europa
hace unos ocho siglos, los hombres cultos, que hablaban diferentes
idiomas o dialectos como lengua cotidiana, trataron de mantener, y
mantuvieron durante unos cinco siglos, una lengua común, el latín
resucitado por escrito, no sólo para las disputas escolares y
científicas, sino también para los tratos internacionales. Pero ya,
entre tanto, los Estados modernos, el Español, el Francés, el Inglés,
se habían establecido, y preferían volver a repetir, cada cual en su
ámbito propio, la empresa del Imperio: la unificación de los varios
idiomas y dialectos bajo el mismo ideal; una lengua una para el Estado
uno; y en la misma idea les han seguido todas las naciones de cuño
estatal, chiquitas o mayores, que tratan de dividirse el mapamundi.
Cierto
que el que una lengua, relativamente uniforme, ocupe vastos espacios,
tiene sus ventajas, no sólo para los trámites comerciales y
administrativos, sino para que, por ejemplo, esta andanada contra los
tratantes de lenguas le llegue a más gente que si la escribiera en
sayagués; pero la cuenta de lo que con eso gana la denuncia de la
mentira en contra de lo que gana la difusión de la mentira, ¿quién,
señores, me ayudará a echar esa cuenta?
En fin, lo que el Poder,
nacional, autonómico, universal, quiere hacer con las lenguas y la
gente, eso cualquiera, si se deja sentir, lo sabe. Algo de vergüenza da
que hombres doctos y esclarecidos confundan en un trance como éste los
manejos unificatorios de una u otra administración con la máquina,
desconocida y libre, de la lengua. Pero tampoco eso debe extrañarnos
demasiado, sabiendo y sufriendo, como sufrimos, lo que es la condición
de la Cultura y la de la Persona.