Club 7 Cinema

Un blog de Salvador Montalt

24 de setembre de 2011
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Altres veus (II): “L’arbre de la vida”, de Terrence Malick

Atesa la importància que atorgo a L’arbre de la vida, penjo aquest apunt sobre la lectura de crítiques i articles publicats en altres llengües sobre la pel·lícula. Ja em perdonareu, però no tinc temps de traduir els fragments de text que reprodueixo.

Personalmente, considero que “El árbol de la vida” no es más que un grandilocuente y vacuo objeto fílmico que utiliza las raíces del transcendalismo para convertirlas en un pobre manual de autoayuda y trazar las bases de una nueva religión para los amantes de las llamadas nuevas espiritualidades. “El árbol de la vida” parte de los valores más interesantes del movimiento que generó obras tan esenciales como “Hojas de hierba”, de Walt Whitman o “Moby Dick” d’Herman Melville, para tejer una fábula de raíces “neocon” (..) La muerte de un niño debe ser entendida como una acción cruel de la naturaleza y los padres deben buscar la vía de la redención. Desde las imágenes iniciales que nos muestran la creación del cosmos –entendido como orden divino- hasta las imágenes finales de los protagonistas vagando por un desierto lleno de fantasmas y espíritus, Mallick nos instruye para que busquemos la vía hacia una cierta verdad (..)  Quien escribe estas líneas se siente más a gusto buscando la profundidad en lo ligero, que apabullado por la pesadez de una obra de ambiciones cósmicas. Quizás para algunos, Terrence Mallick sea el nuevo Beethoven del cine. Particularmente, lo dudo, pero si lo fuera prefiero disfrutar de la delicadez de cualquier Mozart. También prefiero cambiar la tensión entre la naturaleza y la gracia de Dios por algunas dosis de cultura dionisiaca. Si escucharamos a Dioninisios no nos harían falta nuevos Mesías de la naturaleza (Del transcendentalismo al mesianismo neocon -sense enllaç-, Àngel Quintana, Cahiers du Cinéma España, núm. 48, setembre 2011)

Terrence Malick n’a tourné que quatre films en quarante ans, dont au moins deux chefs-d’oeuvre, et tous d’une ampleur exceptionnelle. Mais il s’est, cette fois, trop bien identifié au statut de démiurge que tout le monde lui accorde. Le voilà piégé par un désir de film-monument que même son génie de mise en scène ne peut accomplir. Le titre n’évoque pas pour rien Darwin, dont« l’arbre de vie » fut le symbole de sa théorie de l’évolution (..) Tous les films de Terrence Malick ont cette dimension cosmique, cette portée métaphysique. Et une forte résonance biblique. De “La Balade sauvage” au “Nouveau Monde”, en passant par “Les Moissons du ciel”, le cinéaste texan montre des paradis que l’on profane, et l’innocence que l’on perd. Mais cette pensée se déployait jusqu’ici implicitement, elle découlait du récit. Cette fois, elle est claironnée – outre l’exergue tiré du Livre de Job – par une voix off professorale qui présente les « deux ordres du monde » : celui de la nature et celui de la grâce (..) Malick le savant mystique n’a rien à gagner à devenir si explicite, même si son darwinisme l’honore dans une Amérique gagnée par le créationnisme (The Tree of Life, Louis Guichard, Télérama).

El doble movimiento de la filosofía de Martin Heidegger (la exploración del ser en el tiempo y a su vez de los tiempos del ser) encuentra, en “El Árbol de la Vida”, un hermoso reflejo en su estructura bipolar, que tiende a igualar los flujos entre lo íntimo y lo cósmico. En su época de estudiante universitario, Terrence Malick dejó inacabada su tesis doctoral sobre Heidegger, y parece que ha invertido 30 años en rematarla en forma de poema vagamente metafísico sobre los orígenes del tiempo, o sobre lo que significa empezar a explicar una historia cuando apenas hay luz que nos saque de la oscuridad. Es probable que la desmesurada ambición de la película, que nació con la etiqueta de obra maestra grabada en la frente, perjudique sus objetivos (..) La gran virtud del Malick manierista es que el lirismo de su estilo nace de una sinceridad abierta en canal, no hay ni un gramo de impostura en él. El problema de “El Árbol de la Vida” es que cree que hay que viajar al tiempo sin tiempo para explicar lo frágiles que somos, cuando lo que está demostrando Malick, panteísta convencido, es que Dios existe más que nunca en la hierba y las hojas de los árboles, que contemplan cómo nos equivocamos una y otra vez (El árbol de la vida, Sergi Sánchez, Fotogramas, núm. 2015, setembre 2011)

(..) un filme alucinante, una obra libérrima y apabullantemente pretenciosa sobre el sentido de la vida, el terrible dolor de la pérdida, la paternidad, el aprendizaje, el poder de la naturaleza… Malick se entrega a un insólito ejercicio de libertad creativa sin atisbo de concesión alguna. Filma formas geométricas del cielo, el agua y el fuego para vehicular una honda reflexión filosófica destinada a provocar estupor, ya sea a modo de fascinación o de repulsa. Para quien firma estas líneas, “El árbol de la vida” no es sino una vuelta de tuerca más al gran tema de toda su obra: el vacío de la condición humana (El árbol de la vida, Toni Vall, Cinemanía)

Like the first and last acts of “2001” turned inside out (FX master Douglas Trumbull came out of retirement, and Jupiter is glimpsed, God knows why), or a BBC nature special without the narration, this passage is “The Tree of Life”’s crucifix, upon which it either dies a lowly mortal movie or becomes reborn as something holy, its fate dependent entirely on your tolerance of or hunger for unleashed and ambiguous cosmic revelation (..) There’s a visionary sweetness to Malick’s memoirising, but also a narcissistic grandiosity, uniting all his present and past selves, dead and living loved ones, on a vast beach under a liturgical chorus, and considering the mystery of his own birth by returning to the origins of primordial ooze (..) Compare how Bergman essayed his childhood, in rich and dramatic detail over four heady screenplays, or the acidity and irony brought to childhood memoirs by Truffaut, Woody Allen and Alexei German. On the evidence, the filmmaker knows nothing but a child’s worshipfulness for his peaceful, nurturing, Raphaelite mother, and something of a rueful contempt for his martinet dad, whose brutal fathering habits and festering regrets about an abandoned music career provide “The Tree of Life” with its only dramatic percolation, simplistic though it is. Malick attempts in several ways to suggest a replay of the story of Job that just seems half-hearted, and a running thematic dialogue between self-sacrificing grace (mother) and selfish, self-directed Nature (father), but the religious intonations and parabolic auras don’t suggest the complex view of a retrospective adult, only the dreamy feelings of the kid, stuck in a rather ordinary family conflict (The Tree of Life, Michael Atkinson, Sight and Sound, juliol 2011) | 

La colosal grandeza del quinto largometraje que rueda Terernce Malick en cuarenta años puede resistir cualquier discurso ateísta (tendente a confundir mística y religión, teología y “new-age” o poesía y doctrina), incapaz de enterrar el descomunal talento del creador de “Días del cielo” o la radical ambición de una película tan generosa, tan extemporánea, tan excesiva, tan delicada y tan irrepetible que no admite catalogación alguna (..) Es evidente que Malick cree en Dios pero es más evidente que cree en el cine (..) Malick comparte la convicción (..) de que existe una conexión directa entre metafísica y representación cinemática ¿Cómo despierta Malick esa conexión? Llevando el lenguaje del cine a sus extremos: desde la épica de la creación a la intimidad del espíritu (One Big Soul -sense enllaç-, Carlos Reviriego, Cahiers du Cinéma España, núm. 48, setembre 2011) |

Reste qu’il ne s’agit pas selement d’un poème matérialiste de la lumière et des corps. Reste l’élégie chrétienne, amorcée par la voix off chuchotant sur les reflets: “Frère. Mère” (..) Sa grande structure, éclatée en cinq parties plus ou moins raccordables (..) La mort d’un fils; la mélancolie, des années plus tard, d’un de ses frères, Jack; la naissance de l’univers; des éclats elliptiques d’une enfance texane (..); les retrouvailles improbables des vivants et des morts au bord d’una plage mystique (..) Cette structure brisée a de profindes vertus. Comme dans tout montage à distance, chaque partie change de signification`au fur et à mesure de sa composition au sein du film (..) Le film trouve son plein souffle lorsqu’il devient palpable que cette incessante naissance de sensations se double d’une genèse psychologique (..) Mais avec ses cinq mouvements inégaux, dispersés dans le temps et dans l’espace, Malick prend aussi des risques qu’il paye au prix fort. L’ambition symphonique monumentale de “The Tree of Life” achoppe sur quelques chois malheureses: le mutisme forcé de Sean Penn (..); le mélange intenable de trucages classiques et d’images de syntèse pseudo-réalistes por l’adagio consacré a la naissance de l’univers, qui fait constamment redescendre la sequence au rang d’un documentaire de télévision (..) Ou encore la décision de faire finir le film avec la partie où l’allegorie chrétienne se fait la plus massive, après avoir traversé la longue variation centrale où le montage ne cesse d’extirper chaque image de sa possible glu symbolique pour la replacer dans un simple champ de perception (..) Le pli religieux aplatit alors le film dans une contradiction insuppotable; la liturgie de l’inaugural se transforme en fantasme de salut. Comment un film peut-il être à la fois aussi léger et aussi lourd, aussi joyeux et aussi solennel? (À l’origine -sense enllaç- (Cyril Béghin, Cahiers du Cinéma, núm. 668, juny 2011)

El film de Malick, con su poderosa cosmogonía imbuida de misticismo en torno a los orígenes del universo, con su visionaria representación de los albores de la Tierra, con su irredenta determinación de captar lo inasible y de atrapar el latido de las emociones, con sus explícitas ambiciones de trascendencia religiosa, con su vocacional dimensión de poema lírico no narrativo, con todo su misterio y con todos sus excesos, con todos sus clamorosos desequilibrios y con todo su arrollador impulso fílmico, no necesita las muletas de ningua operación de “marketing” para convertirse en una película-acontecimiento y en un film de culto (El árbol de la polémica, Carlos F. Heredero, Cahiers du Cinéma España, núm. 48, setembre 2011)

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El 30.07.2011 vaig penjar l’apunt Malick: el “Cahiers” metropolità ha posat les coses a lloc.

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FOTO © 01 Dist L’arbre de la vida, de Terrence Malick

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