Sixto Rodríguez nunca llegó a ser ni el más grande icono del rock de los setenta, ni tampoco le interesaba lo que normalmente se entiende como “éxito”. A finales de los sesenta, dos conocidos productores le oyeron cantar -un “extraño personaje que cantaba de cara a la pared, dándote la espalda”4- quedándose patidifusos por sus melodías, su voz y, sobre todo, por sus potentes letras (…)
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