A finales de 1916, Trotsky fue presentado por la policía francesa a la española como un “peligroso anarquista”, y luego fue tratado por la prensa reaccionaria de “terrorista”. Con la revolución de Octubre, pero sobre todo con la victoria del Ejército Rojo, fue visto como uno de los bolcheviques más maléficos. Un demonio que había obligado a aristócratas y militares rusos al exilio, de tal manera que muchos de ellos tuvieron que ganarse la vida como camareros. Tan portentosa imagen hizo temblar a muchos señores, entre ellos al general Franco como lúcidamente se encarga en señalar la película Dragon Rapide (España, 1986) (…)
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