La objetividad y la independencia que proclaman
la mayoría de diarios ya no se lo cree nadie.
El húngaro Frigyes Kartinthy inició el concepto en
su libro Chains, luego fue Duncan Watts en su obra Seis grados: la
ciencia de la edad conectada quien lo desarrolló y las redes sociales lo
mitificaron como algo que parece cada vez más posible. Según la teoría de los
seis grados se puede enviar un mensaje a cualquier persona del planeta en tan
solo seis pasos, con el típico sistema del boca a boca. Yo, individuo, paso un
mensaje a todos mis conocidos, estos lo hacen con todos los suyos y,
multiplicado por seis, podemos llegar a cualquier persona de la esfera
terrícola. Propongo entonces, siete grados de separación entre políticos y
periodistas.
Hace poco comentaba con la redacción un tema que
viene al caso. Un compañero me decía que des de que tiene más relación con los
políticos su visión sobre ellos ha cambiado, y se ha alejado de la concepción
que tienen los ciudadanos. Políticos y periodistas comparten muchas cosas y
parece casi imposible no caer en el amiguismo o en el enchufe. Hoy por hoy, los
buenos periodistas son aquellos que consiguen más contactos, más informaciones
privilegiadas o tienen unos off de record
más ricos de los cuales después se pueden aprovechar. Sería bueno que las dos
profesiones fuesen, valga la redundancia, más profesionales. Unos políticos
dedicándose a legislar de la mejor manera posible, olvidándose de que sacarán
los medios de sus palabras y unos periodistas haciendo su trabajo, que no es
otro que acercar la realidad a su público. Quizás así, con una información
política más purista y menos interesada, la gente se comenzaría a interesar un
poco más por los actos que se producen en el Congreso de los Diputados o de las
reuniones del Presidente del Gobierno. La objetividad y la independencia que
proclaman la mayoría de diarios ya no se lo cree nadie.
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