NO SOY RACISTA PERO…
Dicen que España es un país racista, que sus habitantes no toleran a los inmigrantes y que no es extraño contemplar, en sus calles, abusos, peleas o ataques. Dicen que no somos capaces de respetarles y que les insultamos por ser “de fuera”. ¿Pero hasta que punto son ciertas dichas afirmaciones? Juzgar de forma generalizada sobre sentimientos y conducta es injusto, pero no por ello es menos cierto que hay gente que, simplemente, rechaza al diferente.
La inmigración ha existido siempre y a lo largo de la historia nosotros mismos hemos sido en ocasiones inmigrantes, ¿pero quién se acuerda?, ¿recuerda acaso alguien la necesidad que nos impulso a movernos a otras ciudades, países o incluso continentes?, ¿piensa en cómo se hubiera sentido si le hubieran rechazado? A menudo resulta difícil ponerse en la piel de los demás, pero más aún si se trata de alguien con una cultura, idioma o forma de vida distinta a la nuestra. Incidentes tales como el asesinato de una dominicana, de raza negra, en Madrid, la agresión de una ecuatoriana en el metro de Barcelona o los ataques de grupos neonazis en Almería hablan por si solos. El desprecio y la indiferencia que muestran al agredirles sin justificación alguna, hablan por si solos. Para lo que no encuentro palabras es para definir a aquellos que insultan, hieren y perjudican al que “no es de la familia”.
En España conviven multitud de razas y religiones y los comportamientos racistas son, por ahora, una minoría. No obstante, hay una desconfianza latente que queda reflejada en propuestas como las del presidente del PP, Mariano Rajoy, que obligaría a los inmigrantes, si ganara las elecciones, a firmar un contrato de integración para que asuman las costumbres españolas. Es el mejor reflejo del “no soy racista, pero…”. Que haya españoles que “no acepten a los extranjeros” no debe ocultar a esa otra parte, probablemente más numerosa, que acoge a los inmigrantes con el afecto y la consideración que se merecen.
¿Si es España un país racista? Tal vez si, o puede que se trate de un país con prejuicios. Probablemente haya a quien no le gusten los extranjeros, o quien tema a los inmigrantes o puede incluso, que haya gente xenófoba incapaz de aceptar al que no es igual que él, pero en ningún caso podemos generalizar, porque es como decir que “todos los moros son unos ladrones” o que “los catalanes somos unos ratas”. Afirmaciones tan absurdas como inciertas en su totalidad. Pero lo cierto es que la gran mayoría miedos y rechazos vienen infundados por nuestra propia sociedad, donde la inseguridad y a menudo la ignorancia se convierten en nuestros peores enemigos.
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demostra que no sabeu qusibé res d’història. No dic de l’oficial sols, sinó, de la no oficial-molt desconeguda- i gairebé cremada per la Santa INQUISICIÓ.
Estructuralment és el primer estat d’Europa, i a sobre d’una base teòrica religioso-catòlica – de caràcter xenòfob. Després de les successives “neteges” religioses i d’aliens, a ELLOS, per tot el món durant 4 segles, encara us feu aquesta pregunta?
La pregunta adient seria ben bé:
Com és que els españols actuals siguen tan poc racistes i estiguen tan civilitzats malgrat l’herència cultural -i estructural- que arroseguen?
Cordialment.