De res, massa

Telegrames des de Sarrià de Ter

14 de maig de 2009
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De la vida i de la mort d’Antonio Vega.

De tot el que s’ha pogut llegir i sentir aquests darrers dies sobre la mort del malaurat Antonio Vega, voldria destacar la necrològica que avui li dedica Joana Bonet a La Vanguardia. Una nota plena de sentiment i de record, redactada amb estil elegant per una columnista magnífica. Va tot seguit.

“A las once y ocho minutos del martes, la voz de Carlos Francino anunció a través de los micrófonos de la Ser: “Ahora tenemos una muy buena música y una pésima noticia”. Y entraron los primeros acordes de la mejor canción del pop español: “Un dia cualquiera no sabes que hora es…”. Fueron unos minutos negros en los que se intuia el duelo mientras sonaba La chica de ayer, la misma que muchos creimos ser un dia, himno sentimental de toda una generación. Sonaba diferente. Sin su destello de mañana radiante, el que te reconcilia con la pesadez de la vida, ni su vapor nostálgico de soledad acompañada. Antonio Vega la compuso mientras hacía la mili en Valencia, en 1976. Cuesta imaginárselo con uniforme y sus marcados rasgos de aristócrata del sueño, anticipando una emoción que ha ida contagiando a los jóvenes durante más de 30 áños: demasiado tarde para comprender.

Antonio Vega representaba a una generación que quiso volar, a riesgo de partirse la crisma. La que apuró la vida a grandes tragos, auspiciada bajo el  estallido de la libertades recién estrenadas y marcada por la huella de la droga, entonces publicitada como pasaporte a un club privado muy divertido. Los locos 80 se cegaron con sus lentejuelas y bling bligs, desprovistos deemociones tan necesarias como la contención o el miedo. Y la euforia por inventar, ignorando la herida narcisista que inevitablemente llegaría, agitó un cóctel de caos y poesía, amores precipitados y carreras sin meta.

Extremadamente delgado, los surcos de sus ojos y los pómulos huesudos delataban su madera de digno superviviente, hijo de un tiempo cilotímico donde los extremos se tocaban, subido al caballo. “Andas sin avanzar, caminar, tropezar, beber otras diez, madrugar, no llegar, ¿quién tiene prisa en verme llegar”, cantaba en Grité una noche. Lo vi por última vez el pasado verano en Zahara de los Atunes. Tocaba gratis, dos días, un puñado de canciones. Teníamos prisa por verlo llegar, para que sus letras se esparcieran entre la puesta de sol, los pies en la arena. Tardó pero arrancó, leyenda viva que con una media sonrisa pedía disculpas por el trajín, los trenes, la gira que junto con su primo Nacho García Vega le había sacado de casa. Había superado varios   ingresos y la muerte de su compañera, Marga del Río, a quien dedicó 3.000 noches con Marga.

Le dieron por muerto varias veces, y continuaba subiendo al escenario. Le llamaron poeta expresionista, pero por encima de todo es el autor de canciones que conforman la banda sonora de muchas biografías. Tenía 51 años, y un cáncer de pulmón, como su hermano Ricardo. El martes, por la mañana, Antonio Vega, puro cristal, apagó su media sonrisa.”

Joana Bonet. La Vanguardia 14/05/2009

  1. Un total desconegut per a mi, aquest Antonio Vega. Me’n sonava el nom, igual que el de Nacha Pop. Si diuen que era bo, suposo que és veritat. Personalment, mai no m’ha agradat el pop/rock espanyol. I el dels vuitanta, menys encara.

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