¿De qué nos asombramos? Con un 20% de paro (un 40% entre los jóvenes) por mucho que exista una economía sumergida, llega un momento en el que se sienten las consecuencias: se acaban los subsidios, llegan los desahucios, y se agota la paciencia. Y la población comienza a moverse (…)
Y pone el dedo en tres llagas vitales: el desempleo y sus consecuencias sobre la vida cotidiana, las hipotecas y la desesperanza; el alejamiento respecto a la sociedad de quienes protagonizan la vida política; y el excesivo poder de los sectores especulativos internacionales, por encima de los poderes políticos de los Estados…
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