A
menudo las víctimas no identifican sus propias vivencias como una
situación de violencia, especialmente si éstas no encajan con los
estereotipos y los mitos asociados a esta problemática. La dinámica de
ejercer la violencia como una pauta habitual de relación dificulta la
identificación del abuso por parte de las víctimas, que progresivamente
pueden perder la capacidad de reflexión y de toma de decisiones con
libertad.
Por
lo tanto, hay que denunciar los insultos, las amenazas, las
desvalorizaciones constantes, la ridiculización, etc. como
manifestaciones palpables de malos tratos psicológicos, que llevan a
las víctimas a situaciones de estrés, ansiedad y desbordamiento. Esta
ansiedad puede estar motivada no sólo por las agresiones directas sino
por estar en alerta constante. Incluso la víctima puede llegar a
padecer insomnio crónico por tener que combinar el dormir en el mismo
lecho que el agresor y, a su vez, intentar evitar las posibles
relaciones sexuales no deseadas o intentar proteger a sus hijos/as.
La
cronicidad de los abusos psicológicos genera un cúmulo de consecuencias
negativas para la salud de la víctima: dolores de cabeza, problemas
gastrointestinales, disminución de las defensas, sensación de fatiga
crónica, asma, o un mayor riesgo de padecer enfermedades
cardiovasculares.
Estas
consecuencias pueden verse incrementadas con la presencia de algunos
factores de riesgo que agravan la situación como es el caso del
alcohol. El alcohol puede potenciar los comportamientos agresivos e
incluso generarlos, y en la víctima puede disminuir su capacidad de
reacción y defensa si está bajo los efectos del alcohol.
Otros
síntomas a nivel psíquico que nos pueden ayudar a detectar de forma
precoz que una persona está en una situación de este tipo son: la
depresión, el miedo, la ansiedad generalizada, las alteraciones del
sueño, la escasa autoestima, o los comportamientos autodestructivos
como la automedicación (para hacer frente al malestar que genera el
maltrato), pasando por el abuso de alcohol y otras drogas (como vía de
escape), incluso las ideas de suicidio.
La
culpabilidad experimentada por las víctimas en estas situaciones
dificulta los procesos de búsqueda de ayuda y apoyo para poner fin a
esta situación.
Así
pues, vemos que la violencia doméstica, es un fenómeno complejo y
multicausal que no puede abordarse de forma reduccionista haciendo
únicamente referencia a las expresiones físicas de la violencia. Para
avanzar en la prevención resulta imprescindible aislar los elementos
que intervienen y abordarlos de manera eficaz.
Objetivos Proyecto Malva en formato pdf
Resumen ampliado Proyecto Malva en formato pdf
Fuente: Proyecto Malva de la Fundación Salud y Comunidad Subvencionado por la Conselleria de Sanitat de la Generalitat Valenciana y el Plan Nacional sobre Drogas del Ministerio de Sanidad y Consumo
http://fsyc.org/malva/
|