Jaume Renyer

per l'esquerra de la llibertat

10 de febrer de 2010
4 comentaris

Rellegint Ernest Lluch: “Nacionalismo y catalanismo”

Dec a l’amic Agustí Colomines la referència a aquest article d’Ernest Lluch publicat a La Vanguardia, avui justament fa deu anys, el 10 de febrer del 2000. No és pas un dels textos més brillants de l’il·lustrat economista i polític català, però reflecteix ben resumidament la síntesi de l’ideari dels socialistes catalans sobre la qüestió nacional en aquests deu anys darrers.

 

“Un lector me escribe preguntándome por qué hago con frecuencia una diferencia fundamental entre el nacionalismo catalán y el catalanismo. Sobre todo, interpreto, que se me indaga acerca de por qué no son equivalentes. Aun podría pensar que el escrito responde al deseo de tener contestación acerca de por qué el catalanismo es mucho más amplio que el nacionalismo catalán. Tanto más amplio como que el primero, como escribió por primera vez Eduard Voltas, abarca desde Mossèn Ballarín hasta José Luis López Bulla. Me parece que lo mejor es que no dé mi opinión, sino que la exprese a través de las definiciones de ambos conceptos que están inscritas en elmejor diccionario de la lengua catalana, en una opinión ampliamente difundida, que es el conocido como el de la “Enciclopèdia”.

 

Nacionalismo es definido como la actitud política derivada del hecho de atribuir, en unterreno ético político, un valor altísimo al hecho nacional o a la nación. Muy diferente es la definición de catalanismo como el movimiento que propugna el reconocimiento de la persona política de Cataluña o de los Países Catalanes o bien como la afección por Cataluña, por los Países Catalanes o por las características nacionales catalanas.

 

Las diferencias entre una y otra definición son importantes y en mi entender las tres siguientes. La primera es considerar al catalanismo como un movimiento político o un sentimiento personal, mientras que el nacionalismo está muy por encima al ser algo propio de lo ético?político. En consecuencia, el catalanismo será una actitud política o personal equivalente a otro tipo de actitudes, como puede ser el de la democracia o el de la forma de gobierno. En cambio, el nacionalismo va más allá y conforma a la misma persona en su plano ético, lo que recuerda a la concepción del leninista peculiar Antonio Gramsci, que definía la actividad pública como algo perteneciente a la esferapolítico?moral. La diferencia entre ambos conceptos es que el nacionalismo penetra mucho más profundamente en lo ético y en lo moral que el catalanismo.

 

La segunda diferencia es que el nacionalismo concede un valor “altísimo” al hecho nacional. Hay que tener en cuenta que al ser la lengua catalana una lengua poco exagerada, lo normal es que en el diccionario dirigido por Jesús Giralt i Radigales se hubiera utilizado la expresión “muy alto” y por lo tanto cuando se utiliza la de “altísimo” es que se le concede una fuerza bastante más allá de lo muy considerable.

Al menos en mi manera de entender la lengua, cuando oigo superlativos pienso más en el habla de la capital del Reino que en la nuestra, incluso para los catalanes que hablen castellano. Hay que añadir, para ser fiel a mi etapa valenciana, que en este país la exageración aún es menor que en Cataluña, puesto que “bastante alto” ya significa el catalán “muy alto”. Por lo tanto, cuando el filólogo dice “altísimo” quiere decir que le da un valor extraordinariamente elevado y que no sea abusivo el que pensemos que estamos ante un valor superior a los derechos individuales, de género o de otros grupos que vivan entre nosotros. Para un catalanista este valor “altísimo” no existirá, sino que lo considerará comparable con el resto de los valores de la sociedad y de los individuos que la componen.

La tercera diferencia es que el catalanismo tendrá las características propias de movimiento político sin condiciones adicionales y por lo tanto es lógico que abarque a un número más amplio de ciudadanos. Así, en Cataluña el conocimiento de la realidad electoral y no electoral nos indica que el número de catalanistas es muy superior al de nacionalistas catalanes y es lógico que así sea. De todos modos, esta diferencia considerable no se da en todas partes igual. Una diferencia fundamental entre el País Vasco y Cataluña es que en el primero el número de vasquistas no nacionalistas es proporcionalmente más reducido que en Cataluña el de catalanistas. Por esta razón, me parece, en el País Vasco hay un bloque considerable de nacionalistas vascos parecido al de Cataluña en sus equivalentes, pero en cambio el número de vasquistas es muy inferior al de catalanistas. Coherente con esta diferencia es el hecho de que en el País Vasco haya muchos más nacionalistas españoles que en Cataluña. Por esta razón no es de extrañar que algunos vascos como Jon Juaristi o Fernando Savater vengan con frecuencia a Cataluña con el ánimo de reproducir el modelo vasco al colaborar en la ampliación del nacionalismo español entre nosotros.

De manera contraria, pero con efectos parecidos, existe desde el nacionalismo catalán un intento de mayor igualación con el nacionalismo vasco. En esta línea hay que destacar la labor de Pere Esteve que supondría marcar un profundo cambio dentro de lo que es la tradición política catalana. Para ser ecuánimes hay que afirmar que la reciente evolución de Unió Democràtica desde el nacionalismo hasta un decálogo catalanista significa compensar la acción del citado ingeniero industrial. Por ello, las discusiones sobre el documento de trabajo de la Declaración de Barcelona, más que de la misma declaración, no son neutras puesto que pueden mantener la proporción entre nacionalistas catalanes, catalanistas y nacionalistas españoles o modificarla. Son carreras en las que los nacionalistas catalanes y los nacionalistas españoles tienen un punto común, que es reducir el espacio de los que no son ni una cosa ni otra pero que aseguran una cohesión catalana muy considerable y que es, para algunos como yo, motivo de orgullo.”

Només el cito per resituar les tesis centrals de l’ideari del PSC: la distinció entre catalanisme (compatible amb l’espanyolitat) i nacionalisme català (essencialista), la separació entre reivindicacions socials i drets nacionals, unes posicions que han esdevinguts centrals en el capteniment de la classe política autonòmica. Fins i tot l’autodenominada independentista (veieu sinó la conferència de Josep Lluís Carod: “Adéu al nacionalisme, visca la nació !”, impartida als fidels reunits a la Pedrera, el 4 de novembre del 2009).

Les tesis de Lluch que es deriven d’aquest article són les que mostren la seva plena vigència hores d’ara, quan enmig d’una situació de crisi socio-econòmica (resultat de les polítiques estatals) coincident amb una crisi política latent entre els interessos contraposats d’Espanya i Catalunya, no hi ha cap força política nacional catalana que lligui ambdós processos. Tots els dirigents polítics autòctons obvien afrontar l’evidència de la situació de dominació política estatal sobre la comunitat nacional catalana. Ningú parla de conflicte polític i jurídic amb l’ordre estatal per desllorigar aquesta dependència que ens porta al declivi i a la dissolució com a país. Unes omissions clamoroses que tenen -com tot en política- els seus antecedents ideològics.

Post Scriptum, 11 de febrer del 2010.

Hom pot complementar aquest apunt amb aquests altres dos: sobre la catalanitat i sobre l’anticatalanisme.

  1. A Catalunya és clar i no hi ha cap confussió de quin va ser l’exèrcit nacional d’ocupació feitxista com a Alemanya és clar qui va ser l’exèrcit nacional d’ocupació nazi-feixista. Amb una diferència que a Catalunya va guanyar l’exèrcit nacional feitxiste espanyol.

    En canvi cas d’Israel és diferent i pot n’hi haure doble confussió, doncs ara són les forces d’ocupació per evitar ser ocupats.

    Ara caldria preguntar-se si la precandidatura de Laporta no és el darrer intent per espanyolitzar Catalunya amb total independència?

    La federació de CiU ho ha intentat fer sempre per les bones amb les complicitats col.laboracionistes i juntament amb el PSOE-PSC que ho intentat sempre per les braves des de les governacions i la jefatures de l’Estat espanyol, mentre ERC ho ha intentat per la via dolenta i de la connivència política, ja que els del PP i UDyD a Catalunya no els han deixat fer-ho per la torera.

    Ara sembla que la Laporta siga la darrera opció d’espanyolitzar Catalunya amb total independència. 

Deixa un comentari

L'adreça electrònica no es publicarà. Els camps necessaris estan marcats amb *

Aquest lloc està protegit per reCAPTCHA i s’apliquen la política de privadesa i les condicions del servei de Google.

Us ha agradat aquest article? Compartiu-lo!