Cataluña es un país sin constituir y esta es la base de todos los fracasos, resume eficazmente Puig en su reseña. Nada lo demuestra mejor que la desatención y el despiste intelectual de nuestras clases dirigentes, incapaces de valorar y utilizar el pensamiento catalán más genuino justo en el momento político que se declara más decisivo de nuestro devenir colectivo (…)
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