Jaume Renyer

per l'esquerra de la llibertat

22 d'agost de 2017
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Ángel Belzunegui: ” Y si no fuera suficiente ?”

Ángel Belzunegui Eraso, és professor de sociologia a la Universitat Rovira i Virgili. Avui ha publicat al Diari de Tarragona aqueix article on és pregunta com és possible que ningú advertís la captació dels joves de Ripoll per part dels gihadistes ? El seu contingut exigent envers responsables comunitaris, electes locals i governants contrasta amb l’estèril autoculpabilització de la pedagoga de Ripoll publicada avui a Vilaweb titulada “Relat d’un malson a Ripoll“:

“Y si no fuera suficiente con que las comunidades musulmanas en Catalunya expresaran su decidida repulsa del terrorismo islamista en los actos previstos o en otros espontáneos, o a través de comunicados de sus entidades representativas? Es cierto que esta pregunta puede extenderse al resto de la sociedad, pero al hilo de los últimos acontecimientos creo que es especialmente relevante dirigirla a las comunidades musulmanas que viven en Catalunya. Vaya por delante mi certeza de que la mayoría de los musulmanes que viven en Catalunya son ciudadanos de bien que repudian la violencia y que desean vivir en paz. Pero no es menos cierto que las células islamistas detectadas, desarticuladas o no, se originan en el seno de las comunidades musulmanas. Y, asimismo, que el terrorismo islamista es un problema que tienen dichas comunidades en primera instancia.

Uno de los responsables y/o líderes de la comunidad musulmana de Ripoll aseguraba enfadado hace unos días en televisión que la policía (o el Estado, según él) debía haber puesto en conocimiento de la comunidad las actividades ilícitas del imán, al que más tarde se responsabilizó del adoctrinamiento de los jóvenes que atentaron en Barcelona y Cambrils. De haber sido advertidos, no lo habrían contratado, según sus propias declaraciones. Esto me sugiere una disyuntiva: o bien el imán actuó durante el año que estuvo dirigiendo la oración en la mequita de una forma sibilina, sin mostrar en ningún momento sus planteamientos radicales, o durante más de un año los miembros de la comunidad fueron incapaces de detectar su radicalismo, bien por incapacidad o bien porque sus planteamientos no fueron considerados radicales. En cualquiera de los casos estamos ante un grave problema. Si la comunidad islámica de Ripoll es incapaz de detectar la radicalización de uno de sus miembros relevantes, nada más y nada menos que el imán, ¿cómo podrá en el futuro afrontar los procesos de radicalización de cualquiera otro de sus miembros, como la de los jóvenes de dicha comunidad?

Pero las declaraciones de otros miembros de la comunidad a pie de calle y durante una protesta en Ripoll nos dan señales contradictorias. La televisión entrevistó a algunas de las participantes que coincidieron en señalar al imán como responsable de dicha radicalización. Con lo cual, en el seno de la comunidad ya había personas que eran conscientes de dicha situación. Incluso una mediadora afirmaba que detrás de la radicalización de aquellos jóvenes (que ella había visto crecer) había una mano negra que nunca pagaría. ¿Hacía referencia al imán o a alguien más? O sea, las actividades de captación del imán ya habían sido detectadas por miembros de la comunidad en Ripoll y nunca fueron denunciadas ante la policía o ante el Ayuntamiento que, por cierto, también se lava las manos: el alcalde afirmó que había coincidido por la calle un par de veces con el imán en cuestión, pero que no le conocía personalmente. Esto conduce a pensar razonablemente que el responsable de la comunidad que hizo aquellas declaraciones culpabilizando al Estado de no advertirles sobre las actividades del imán, mentía o escabullía el bulto culpabilizando a terceros de su permisividad o de su inacción.

Pero hay más. Los miembros de la célula que se preparaba en el chalet ocupado de Alcanar, vecinos de Ripoll, habían desaparecido del pueblo y entre idas y venidas llevaban seis meses preparando el atentado que finalmente (y felizmente) no pudieron ejecutar por una imprudencia suya, no porque fueran detectados. ¿Cómo es posible que estos jóvenes –que según algunos vecinos, como ya hemos dicho, habían sido radicalizados– desaparecieran de su vida cotidiana en Ripoll, sin que las familias, amistades u otros miembros de la comunidad lo advirtieran? Todo ello lleva a pensar que las comunidades musulmanas de Catalunya o bien no están captando adecuadamente las situaciones de radicalización de algunos de sus miembros o, si son conscientes, no lo están poniendo en conocimiento de las autoridades. En ambos casos, es preocupante.

Cierto es que esta tarea de vigilancia compete a toda la sociedad, y no solo a la comunidad musulmana, pero en primera instancia deberían ser ellos mismos los primeros en detectar estos procesos. Es preciso recordar que el terrorismo de ETA no entró en su fase final hasta que la sociedad vasca no se movilizó de forma decidida. La acción policial no hubiera podido por sí sola acabar con el terrorismo etarra. Fue precisa una interpelación constante a la conciencia de la ciudadanía vasca para que denunciara de forma sistemática la barbarie. De la misma manera, creo que es necesaria una permanente interpelación a las comunidades musulmanas para que en su seno surja una conciencia de rechazo tal que imposibilite o dificulte en extremo la opción por la violencia y la radicalidad. Y esto incluye la denuncia inmediata de las personas que captan a los jóvenes para la yihad. No vale con echar las culpas a terceros, sino que hay que ser valientes y conscientes de que el fenómeno está dentro.

Las comunidades musulmanas deben hacer más e incluso añadiría que deberían protagonizar la lucha contra la barbarie terrorista islamista ya que les interpela directamente a ellos como creyentes y como comunidad. No es suficiente (aunque sí necesario) asistir a actos colectivos de repulsa; además hay que construir internamente los mecanismos de detección del radicalismo. En esta tarea, las comunidades no pueden estar solas sino que han de estar acompañadas por los ayuntamientos y por otras instituciones que puedan ayudar a la detección de problemáticas de radicalización.

La sociedad comienza a hacerse preguntas aunque estas sean incómodas. Entre estas preguntas está la de cómo es posible que nadie advirtiera de la captación de los jóvenes tras más de un año que se supone que duraba el proceso. Y es necesario que las respuestas se ofrezcan desde los entornos más cercanos a dichos jóvenes. En aras de la convivencia, no es conveniente dejar de responder a estos interrogantes.”

Post Scriptum, 23 d’agost del 2017.

Ramon Sargatal Pellicer va publicar abans d’ahir al seu facebook aqueixa reflexió d’un amic seu amazic arran dels atemptats gihadistes de Barcelona i Cambrils feta des dins del món islàmic que em sembla molt més rigorosa i autoexigent que el bonisme supremacista, abstracte i dogmàtic de molts progressistes nostrats que es resisteixen a veure la realitat de l’islamisme:

TRADUCCIÓ DEL TEXT ESCRIT PEL MEU AMIC SAID KAMEL, AMAZIC, RESIDENT PERMANENT AL MARROC I PROFESSOR DE GEOLOGIA A LA UNIVERSITAT DE FES. ALCALDE DE TAZOUTA.

UN CIUTADÀ COMPROMÈS AMB EL SEU POBLE I AMB LA HUMANITAT.

” Poc importa si l’autor de l’atemptat de Barcelona és marroquí, tunisià o pakistanès. Honestament, a hores d’ara ens trobem a la merda. No importen les nostres nacionalitats, els papers són un detall…

El més important, perillós i crucial (trieu el terme que vulgueu) és que ens trobem al cantó dolent. Al cantó dels dolents, dels brutals, dels malvats. Al cantó fosc de la terra. A la riba dels salvatges i dels caníbals. El de la terra cremada que produeix cervells cremats…

Actualment, som la VERGONYA de la humanitat, som els malalts mentals de la nostra època. Només produïm odi, brutalitat, covardia…

I a aquell que diu: “oh, és que aquests terroristes no ens representen, ni a nosaltres ni a l’islam” li demano que abans de deixar anar aquesta rèplica reflexioni, que busqui els orígens d’aquest fanatisme, que disseccioni millor el discurs diguem-ne “tolerant” dels imams a les mesquites. Aquell sempre vol demostrar que nosaltres i el nostre islam som innocents.

I vet-aquí, senyors i senyores: som CULPABLES. I hem d’assumir-ho.

Som CULPABLES d’haver deixat un gran buit intel·lectual, cultural, filosòfic i espiritual al nostre jovent, que ha caigut en l’extremisme. Som CULPABLES de no haver creat la riquesa econòmica capaç d’absorbir els batallons d’aturats, les víctimes ideals de les xarxes terroristes.

Som CULPABLES de no haver volgut canviar mai la nostra manera de veure el món, perquè en el subconscient de la majoria de nosaltres estem convençuts que nosaltres som els creients (ostentadors de la veritat) i que els altres són els descreguts (i no importa que siguin ells els qui fan el bé a la humanitat, els qui inventen, els qui fabriquen o el que fan descobertes extraordinàries). Aquests descreguts aniran a l’infern i nosaltres, de ben segur… al paradís!

De manera que tots som CULPABLES i hem d’assumir-ho d’una vegada!

Aquí queda.”

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