R d'acció

Joc de paraules de la paraula redacció que fa referència a la tasca d'escriure i comprende tant en grup com individualment. Bloc del Seminari IV Grup 20 d'Introducció al Periodisme de la FCB de la URL.

30 de maig de 2009
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Editorial

Perú, como la mayoría de países de América Latina, es un país de contrastes.
Posee una naturaleza maravillosa, rica y casi virgen, que convive con la corrupción y la pobreza de la sociedad que la habita.
En la capital limeña la gente se siente orgullosa de su país por tener una economía emergente que se ha consolidado como una de las más estables del continente, y más aún les enorgullece proclamar a los cuatro vientos que la crisis financiera mundial apenas les está afectando. La última vez que fui la gente comentaba cómo habían cambiado las calles de Lima, sobretodo las del próspero barrio de Miraflores, ahora repletas de locales de ocio como discotecas, bares o spas. Si vas a un restaurante japonés un martes por la noche tendrás que reservar con antelación, ya que los limeños se animan a salir con sus amigos entre semana porque eso ya no supone un capricho, como sí lo era hace unos años. Este cambio refleja que seguramente la situación económica de los limeños sí está mejorando y poco a poco la clase media emergente rompa el desequilibrio que hay entre la cantidad de gente adinerada del Perú, y la que sufre de pobreza que, dicho sea de paso, representan a la mayoría de la población. Pero como se puede apreciar en la noticia que he tratado sobre la ola de violencia en la selva amazónica peruana, este fenómeno no esta sucediendo en otras zonas del país. Un país no puede enorgullecerse de estar progresando, alentar sus ilusiones por algún día dejar de ser una país en vía de desarrollo, cuando a unos kilómetros de la segunda ciudad más importante del país (Cusco), niños menores de edad aprenden a manejar armas y pasan a formar parte de grupos terroristas, o se empiezan a infiltrar poco a poco en las bandas de narcotraficantes del país. Son muchos los problemas sociales que sufre en silencio la sociedad de Perú y que no parece que vayan a mejorar . En el año 2002 la discoteca de moda frecuentada por los jóvenes de la clase alta limeña fue la protagonista de un incendio que acabó con la vida de 30 personas. Años después (si la justicia es lenta en España, imaginaros en Perú) el juez dictó sentencia: cuatro años de cárcel para el barman que encendió la bengala que originó el incendio, y absolvió al propietario de la discoteca que no tenía licencia, ni extintores o puertas de emergencia (y que por supuesto fue quien ordenó que los barman encendieran bengalas durante la fatídica noche). Después de esta sentencia, el juez fue investigado ya que supuestamente habría aceptado un soborno. Casos como estos suceden cada día en el país e impiden que este evolucione realmente. Si no se trata el problema desde la raíz, no importa que en la capital abran muchos restaurantes japoneses o italianos, porque sus habitantes nunca podrán disfrutar de una sociedad sana y segura. Creo que Perú corre el peligro de convertirse en una ciudad como Buenos Aires, que aunque es mi favorita y me encanta visitarla, tiene una doble cara. En Buenos Aires hay un barrio al que la gente se refiere como el ?Soho? porque se parece bastante al barrio neoyorquino: restaurantes y bares que siguen las últimas tendencias, tiendas de moda europeas y muchísimas otras ofertas que no tienen nada que envidiar a las del primer mundo. De hecho la primera vez que pisé la ciudad quede sorprendida porque no veía donde estaba la pobreza, pero eso duró un par de días. Después de las noches de glamour que se viven en los barrios porteños de Palermo o la Recoleta, la mayoría de personas miran dos veces antes de abrir la puerta de su casa porque no olvidan que viven en una ciudad donde la pobreza y la delincuencia son sus principales habitantes. Por mucho que se esfuercen en llevar el tipo de vida que tenemos en el primer mundo, la realidad sigue estando allí y tarde o temprano una estafa, un secuestro o la ineficacia del estado evidencia que todavía tienen que recorrer un largo camino hasta llegar a ser un país desarrollado. No me gustaría que eso mismo pasara con la ciudad de Lima, no porque no me guste que al menos en un aspecto la ciudad mejore, sino porque la falsa imagen de prosperidad actúa como una capa que cubre los problemas sociales y obstaculiza su solución.

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