Quadern de viatge

Per terres kurdes

20 d'abril de 2008
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[DIAGONAL] Los kurdos temen un agravamiento del conflicto

Reportatge pel Diagonal, periòdic quinzenal editat a Madrid.

Laia Altarriba i Piguillem, Diyarbakir (Kurdistán Norte) / FOTOS: ORIOL CLAVERA

 

Una de las principales celebraciones
anuales del pueblo kurdo, el
Newroz, que coincide con el inicio
de la primavera, se ha saldado en
Turquía con tres personas muertas
por disparos de la policía y centenares
de heridos y de detenidos. De éstos,
varias decenas han sido enviados
a prisión. Esta dura represión,
junto con la reciente operación terrestre
del ejército turco contra los
campamentos del PKK en el Kurdistán
sur (al norte de Iraq), hace que
muchos kurdos de Turquía teman
que el conflicto que sufren desde hace
décadas se agrave.
Agravamiento significaría mayor
represión contra cualquier actividad
política en favor de los derechos del
pueblo kurdo y una nueva operación
terrestre contra los campamentos
guerrilleros. Ante esta última posibilidad,
los representantes de las
organizaciones políticas o sociales
kurdas recuerdan que el Estado turco
ya ha hecho 25 grandes operaciones
militares contra el PKK, y que
con este método nunca ha conseguido
eliminar la resistencia kurda armada
ni acabar con las reivindicaciones
democráticas de este pueblo.

Pese a estar convencidos de que con
la fuerza el Gobierno de Ankara no
podrá resolver el conflicto, a muchos
les preocupa el ataque al PKK
porque tienen familiares y amigos
luchando en las montañas.
El pasado mes de julio, el movimiento
de liberación kurdo consiguió
un hito histórico: 20 diputados
al Parlamento turco. Para acceder a
la Gran Asamblea se requiere obtener
el 10% de los votos del conjunto
de Turquía, y como veían muy difícil
lograrlos decidieron presentarse como
candidatos independientes. Una
vez conseguidos 20 escaños se constituyeron
como grupo parlamentario
del DTP (la actual marca electoral
de los kurdos). Su intención era convertirse
en una herramienta para
construir la paz, es decir, llevar al
Parlamento turco la propuesta de
una solución dialogada y democrática
del conflicto. Además, confiaban
en que si el partido del Gobierno
(AKP, Partido de la Justicia y el
Desarrollo) salía reforzado de las urnas
(tal y como ha pasado), le sería
más sencillo superar la oposición de
los militares al diálogo y comenzar
el camino de la paz. Declaraciones
como la del primer ministro Recep
Tayip Erdogan en agosto de 2005 en
Diyarbakir reconociendo que hay un
problema kurdo y que su voluntad
era resolverlo hacían crecer las esperanzas.
Pero tras las elecciones
del pasado julio, los candidatos del
DTP han encontrado cerrada la
puerta del diálogo: Erdogan todavía
no los ha recibido, y además les han
abierto un proceso judicial con el objetivo
de ilegalizarles.

Ali Akinci es presidente del IHD
(Asociación por los Derechos Humanos)
en Diyarbakir. En declaraciones
a DIAGONAL, lamenta que “la
reciente operación militar contra el
PKK y la represión durante el Newroz
muestra que el AKP no quiere resolver
el problema”. Y añade: “Puedo
entender que el Gobierno no quiera
hablar con el PKK, pero entonces
que hable con los diputados kurdos
que entraron el pasado mes de agosto
al Parlamento. El problema es que
con ellos tampoco quiere dialogar”.

Vulneraciones de los derechos

Más allá de la resolución política
del conflicto, Akinci también se vulneraciones de los derechos humanos
continúan siendo sistemáticas,
aun cuando el partido del Gobierno
había asegurado que tenía
la intención de reformar la Constitución
y el Estado para acercarse a
los parámetros europeos: “La tortura
es sistemática (sobre todo no dejar
dormir a los detenidos, obligarles
a estar horas y horas de pie…),
han alargado el período de detención,
se continúa persiguiendo la libertad
de expresión… y además están
creciendo los ataques fascistas
contra las sedes del DTP”. El presidente
del IHD asegura que hay una
atmósfera en Turquía según la cual
si no eres turco eres un enemigo, y
a esto ha contribuido la presión que
hacen conjuntamente el Gobierno
y los grupos fascistas.

Así pues, pese al convencimiento
de que hay que continuar trabajando
para construir una solución democrática
para el conflicto que sufre,
en los últimos meses el pueblo
kurdo bajo ocupación turca ha visto
cómo se alejaban las esperanzas
que había depositado en el Gobierno
de Ankara y teme que las
montañas y las ciudades vuelvan a
ser escenario de confrontación. Los
movimientos de tropas del Ejército
turco cerca de la frontera denunciados
por algunos medios de comunicación
dan más argumentos a
los que alertan de la inminente operación
militar. A la vez, este pueblo
ha perdido también las esperanzas
en una Unión Europea que –a pesar
de que un tribunal dictaminara
el pasado 3 de abril que el PKK no
debe estar en la lista de organizaciones
terroristas– mira hacia otro
lado cuando se vulneran los derechos
lingüísticos, humanos y nacionales
de un pueblo que continúa
fragmentado entre cuatro Estados.


Las heridas abiertas

El conflicto que enfrenta al pueblo
kurdo con el Gobierno turco desde
hace décadas ha dejado secuelas en
la vida de millones de personas, muchas
de ellas expulsadas de sus hogares
por el Ejército u obligadas a
vivir en una situación de extrema
pobreza, y miles encarceladas por
razones políticas.

Una lengua aún perseguida

A pesar de que actualmente se puede
hablar con libertad la lengua
kurda en la calle, continúa siendo
perseguida en los espacios públicos.
En los últimos años ha habido
tímidos avances: media hora de televisión
en kurdo en el tercer canal
estatal una vez a la semana o libertad
para publicar libros en esta lengua.
Pero algunos alcaldes han sido
enjuiciados por permitir que los
ciudadanos se dirijan al Ayuntamiento
en lengua kurda. La gran
aspiración para este pueblo es que
se convierta en la lengua vehicular
en la enseñanza pública.


3,5 millones de expulsados

Entre 1987 y 1999 tres
millones y medio de
personas de las provincias
kurdas de Turquía
fueron expulsadas de
sus pueblos. El Ejército
turco evacuó más de
4.000 poblaciones a
sangre y fuego acusando
a sus habitantes de
colaborar con el PKK.
La historia se repite
cuando preguntas a
muchos de los kurdos
que viven en los suburbios
de la grandes ciudades
kurdas o turcas:
el Ejército visitó su pueblo
un día y les propuso
integrarse en los
“protectores de las
villas”, un cuerpo paramilitar
para luchar contra
la guerrilla; los que
se oponían eran expulsados
de sus casas y
el pueblo entero era
quemado; muchos fueron
también asesinados.
Huyeron con lo
puesto a las grandes
urbes. A finales de los
‘90 el Parlamento
turco asumió parte de
su responsabilidad, y
el Gobierno actual ofrece
a quien la requiera
una indemnización,
pero la organización
Goç-Der de apoyo a los
que tuvieron que
migrar no está de
acuerdo con la cantidad
que ofrece Ankara
porque dice que no es
suficiente para rehacer
de nuevo la vida en los
pueblos.

Encarcelamiento de periodistas

En las últimas semanas
tres periodistas
kurdos más han sido
encarcelados. Son
Siddik Güler, Ersin
Gelik y M.Ali Ertas.
Trabajadores de la
agencia de noticias
DIHA, todos ellos
están acusados de
recoger información
para pasarla al PKK.
Estas detenciones no
son una excepción,
sino realidad cotidiana
a la que se enfrentan
los que trabajan
en prensa en Turquía
(tanto en la prensa
kurda como en la
turca de izquierdas).
Aunque los niveles de
represión no son tan
elevados como en los
años ‘90, cuando el
Ejército y grupos paramilitares
asesinaron a
decenas de periodistas,
ésta continúa
siendo una profesión
de riesgo. Otra cotidianeidad
para la profesión
es el cierre
temporal de periódicos,
que se ven obligados
a cambiar de
nombre sistemáticamente
para poder
salir a la calle.

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