Jaume Renyer

per l'esquerra de la llibertat

30 d'agost de 2012
0 comentaris

Rachel Corrie, Vittorio Arrigoni i el pacifisme arbitrari

Ahir és va fer públic el veredicte del tribunal de la ciutat d’Haifa segons el qual l’exèrcit d’Israel no és responsable de la mort de Rachel Corrie, membre del moviment de solidaritat amb Palestina que va morir aixafada per un bulldozer militar quan mirava d’impedir l’enderrocament d’habitatges per raons de seguretat durant la segona intifada, l’any 2003.

 

Rachel Corrie ha estat convertida en símbol de la causa antisionista i el vaixell noliejat per la “flotilla de la llibertat” rumb a Gaza porta el seu nom. El veredicte de la justícia israelieana ha estat escarnit sense miraments als mitjans catalans addictes a la juedofòbia. Com a mostra serveix el pamflet publicat per Rita Marzoa al Punt/Avui escrit amb la tinta de la ignorància dels beneïts i la mala fe dels que abarcen causes totalitàries. La versió que dóna de Rachel Corrie Brendan O’Neil al Telegraph del 28 d’aqueix mes és difícil de trobar a la premsa catalana. L’article ha estat traduït al castellà per l’Asociacion Galega de Amizade con Israel i porta per títol:

“La beatificación secular de Rachel Corrie resume todo lo que hay de malo en la moderna solidaridad con Palestina”.

“Un tribunal de Israel ha dictaminado que la muerte de Rachel Corrie, una activista americana de un movimiento de solidaridad con Palestina, que fue aplastada por un bulldozer israelí en Rafah, en 2003, se debió a una fatal y desgraciada casualidad, en lugar de ser provocada por una negligencia del ejército israelí. El fallo no agradará a los partidarios de Corrie. Durante la última década, ellos la han elevado a la condición de santa, convirtiéndola en un dechado de virtudes que pretendíasimplemente “proteger a los palestinos” de la furiosa máquina de guerra de Israel.

Durante mucho tiempo han representado su muerte como un simple caso de “asesinato” por parte de las mereodeadoras fuerzas del Estado de Israel, que al parecer no solamente son felices si matan a los palestinos, sino también a los arrogante y virtuosos americanos de buena familia que sólo quieren “ayudar a los palestinos”. Esta beatificación secular de Corrie, que en realidad la han convertido en la “Santa Rachel mártir de los palestinos”, es un ejemplo evidente de todo lo que está mal en la actual solidaridad con Palestina.

Los participantes en el culto de Corrie – entre los que se incluye el actor Alan Rickman, quien dirigió una exitosa obra sobre sus escritos -, parecen no darse cuenta de la similitud existente entre la santificación de Corrie y el viejo deseo de cruzada cristiana para salvar a los extranjeros de la maldad. Corrie es presentada como una maravillosa y singular occidental, cuya única motivación era la de “salvar” a los palestinos, especialmente a los niños palestinos, de lo que la propia Corrie describió como el intento de Israel de “borrarlos” .

Así, entre los miembros del culto, hay un escritor que alaba la pureza del alma de Corrie, el hecho de que ella evitara malgastar su vida “pasando un buen rato experimentando con drogas, alcohol y el sexo”, e inclusive le diera la espalda a su “Universidad de la Ivy League”, y todo ello para recorrer miles de kilómetros y “dar su vida para salvar a las casas y familias palestinas”. Aquí, Corrie se convierte en una especie de figura semejante a Cristo, rechazando los placeres superficiales de los privilegiados occidentales, en favor de aventurarse en el desierto para “dar la vida” a los demás.

Corrie, se nos dice, era un “espíritu generoso y bendito”. “Ella murió por ellos” y cometió un “sacrificio sublime”. “Pensé que la gente como Rachel Corrie sólo existía en los libros y en las películas”. Este “escudo humano” para las familias palestinas estaba “lleno de idealismo” y de determinación a la hora de poner fin a la “odiosa e insidiosa crónica del genocidio” perpetrado por Israel. En parte una especie de Oskar Schindler, en parte un Rudyard Kipling, en parte una versión femenina de Jesús de Nazaret, Corrie es presentada como una persona bendecida que se entregó para salvar a los menos afortunados, a los desposeídos y a los oprimidos de esos “otros lugares” por las fuerzas brutales de la represión.

La transformación de la vida y muerte de Corrie en una fábula moral en blanco y negro – una joven blanca y adinerada americana, pura de corazón, y que se desvive por unos pobrecitos de tez más morena que no tienen esperanzas en su lucha contra una entidad sionista supremamente malvada -, resume la ideología moral de muchas cabezas de chorlito actuales en su manifestación de solidaridad con Palestina. Hubo un tiempo en el que el apoyo a Palestina significaba mirar a los palestinos como un pueblo capaz de gobernar su propia vida, capaz incluso de crear su propio estado, libres de la intromisión y de la supervisión de los extraños. Ahora mismo, la solidaridad con Palestina se basa fundamentalmente en tratar a los palestinos como en las víctimas por excelencia, totalmente indefensas, como criaturas desgraciadas de ojos tristes que necesitan imperiosamente los desvelos de los occidentales decentes, de gente idealista y bien educada criada en hogares donde se apoya a organismos como Amnistía International, y que acudan a “salvarles” de una manera no muy diferente a cómo, Biblia en mano, los blancos una vez trataron de guiar a los “salvajes de África”.

La Solidaridad con Palestina se ha convertido en algo espeluznantemente antropológico. Cada vez más se trata a los palestinos, no como personas que simplemente necesitan su independencia política, sino como una tribu amenazada e indefensa que debe ser protegida de los terribles daños que la acechan por unos “escudos humanos” occidentales y progresistas. Vestidos con sus keffiyas al estilo Arafat, y poseedores de una convicción que se corresponde a la superioridad que transmite el color blanco de su piel, armados con sus iPhone occidentales para exponer los “genocidas crímenes” de Israel ante los medios de comunicación mundiales, estos activistas de la solidaridad que viajan hasta los territorios palestinos se están convirtiendo cada vez más en la versión secular y políticamente correcta de los cruzados de antaño.

Ellos, efectivamente, necesitan ir a Palestina para encontrarse, para tratar de dar sentido a unas vidas que observan como potencialmente poco profundas, y todo ello imaginando que pueden “salvar” a todo un pueblo y poner fin a un “genocidio” poniéndose de pie delante de un tanque, o escribiendo algunos posts sobre lo trágica que es la vida de lindos niños palestinos. Es una forma peculiar de solidaridad que reduce a todo un pueblo extranjero al nivel de un pueblo víctima infantilizado que precisa de los desvelos de unos occidentales de la talla de una Santa Rachel para salvarse.”

El cas de Rachel Corrie contrasta amb el tractament que els mateixos internacionalistes solidaris amb la causa antisionista han donat a la mort de Vittorio Arrigoni, un dels membres d’aqueix moviment degollat a Gaza l’abril del 2011 per uns salafistes que Hamas va executar uns dies després dels fets sense necessitat de judici previ. La tràgica mort d’Arrigoni a mans dels destinataris de la seva solidaritat demostra fins a quin punt existeix una desconnexió profunda entre allò que els “antifeixistes” europeus creuen representar i el component totalitari de l’integrisme islàmic que els acull mentre els convingui. La incapacitat de reflexionar críticament sobre el seu paper arran de l’execució de l’internacionalista italià queda en evidència quan els companys d’Arrigoni no han badat boca contra els seus assassins, ni han fletat cap vaixell solidari amb altres pobles víctimes del gihadisme, ans al contrari s’han refermat en la lluita comuna contra Israel.

La defensa de la pau i dels drets humans, especialment dels drets dels pobles que es veuen confrontats amb d’altres -tinguin estat o no- només és legítima si hom s’aproxima a un conflicte tenint en compte els principis d’universalitat, proporcionalitat i no discriminació a l’hora de fer un pronunciament. Altrament estem davant d’un pacifisme arbitrari, que parteix de l’apriorisme de bons i dolents i que serveix a la perpetuació de dogmes totalitaris.

Post Scriptum, 14 d’octubre del 2012.

L’axèrcit israelià ha abatut un dels presumptes responsables de l’assassinat de Vittorio Arrigoni, els seus col·legues ho haurien d’agrair.

Post Scriptum, 18 d’abril del 2017.

Daniel Pipes va publicar al seu bloc el 15 d’abril del 2011 un apunt titulat “Palestinian attack their supporters” on detalla els casos d’occidentals solidaris amb la causa palestina que han estat víctimes dels seus desficis.

Post Scriptum, 2 de setembre del 2019.

Repassant aqueix apunt s’escau contrastar el tractament dels mitjans antisionistes a la mort de Rachel Corrie amb el silenci vergonyós que envolta l’assassinat del director teatral Juliano Mer-Khamis (1958-2011), ciutadà àrab israelià i pacifista, probablement executat per islamistes palestins per tal d’estroncar les seves activitats educatives amb el jovent a la ciutat de Jenin controlada per l’ANP.

Post Scriptum, 4 de desembre del 2023.

El periodista i escriptor jueu francès Rapahël Enthoven (París, 1975) publica avui a Tribune Juive aqueix article titulat “La paix des graves” (la pau de les tombes), dedicat als pacifistes que s’abstenen de posicionar-se contra els agressors i a favor dels agredits (tant se val sigui la guerra d’Ucraïna com la d’Israel):

« Pacifiste » est l’épithète laudatrice donnée à l’irresponsable qui vous invite à baisser les bras quand l’ennemi est à vos portes. Le pacifisme est un art de se coucher déguisé en vertu supérieure. C’est une façon de rendre les armes tout en expliquant la vie à ceux qui se battent.

Ainsi, depuis le 7 octobre et la plus hallucinante agression terroriste de l’Histoire, l’opinion publique fourmille de belles âmes qui, avant même la riposte israélienne (sa démesure et ses pertes civiles), alors que les otages étaient encore à l’arrière des pickups et que les 1 200 cadavres étaient toujours chauds, appelaient déjà au « cessez-le-feu ».

Leur but n’était pas d’être entendues, mais d’endosser le rôle flatteur des pacifistes qui surmontent la mêlée et, tandis qu’une organisation terroriste venait à peine de commettre le carnage du siècle, s’élèvent au-dessus du moment présent pour penser le problème dans sa globalité… Le pacifisme, c’est une désertion déguisée en leçon de choses. C’est une lâcheté maquillée en prise de hauteur.

En 1938, les ancêtres de ces pacifistes au petit pied, Édouard Daladier et Neville Chamberlain, offraient les Sudètes à Hitler lors de la conférence de Munich, dans l’espoir d’apaiser le bellicisme du tyran. Et tout comme ceux qui vous accusent d’« islamophobie » ou de « suprémacisme sioniste » chaque fois qu’on rappelle les atrocités sans équivalent du Hamas, les pacifistes d’alors prêtaient volontiers des sentiments germanophobes aux rares intellectuels qui comme Raymond Aron, plaidaient vainement dans les années 1930 pour le réarmement de la France.

Le pacifisme est l’illusion persistante, malgré le danger, que la guerre est toujours la pire des solutions. Fort d’un tel principe, le pacifiste vous regarde de haut tout en courbant l’échine à mesure que croît le péril.

Aujourd’hui, les «munichois» de 2023 voudraient offrir au Hamas un «cessez-le-feu» réparateur, qui lui permette de se refaire et lui donne l’occasion de recommencer. Les pacifistes du moment voudraient faire du Hamas un interlocuteur dans le cadre de «discussions de paix». Ils voudraient qu’Israël discute avec une organisation qui enlève des enfants, éventre des femmes enceintes, et dont la charte prévoit sa destruction. Le pacifisme n’est pas un refus de la guerre, c’est un déni de la guerre, qui culmine dans l’illusion qu’on se donne soi-même son ennemi et qu’en somme, l’animosité qu’on inspire n’est qu’un malentendu soluble dans un meilleur comportement.

Convaincu d’être convaincant, le pacifiste est tout prêt, pour apaiser sa colère, à épouser les raisons de l’ennemi, à céder la Crimée, à fermer à l’Ukraine les portes de l’Europe ou de l’Otan à dénier à Israël le droit de se défendre en reprenant à son compte, et au chiffre près, la propagande du Hamas. Seulement voilà. Face au Hamas, être aimable ne sert à rien. Avec une organisation terroriste dont la raison d’être est de vous annihiler, la discussion tourne court. Comme dit le philosophe et héros de la Résistance Julien Freund : « Du moment que nous ne voulons pas d’ennemis, nous n’en n’aurons pas, raisonnez-vous. Or c’est l’ennemi qui vous désigne. Et s’il veut que vous soyez son ennemi, vous pouvez lui faire les plus belles protestations d’amitié. Du moment qu’il veut que vous soyez son ennemi, vous l’êtes. »

Deixa un comentari

L'adreça electrònica no es publicarà. Els camps necessaris estan marcats amb *

Aquest lloc està protegit per reCAPTCHA i s’apliquen la política de privadesa i les condicions del servei de Google.

Us ha agradat aquest article? Compartiu-lo!