Jaume Renyer

per l'esquerra de la llibertat

2 de gener de 2009
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Natan Lerner: “No es guerra de civilizaciones”

Natan Lerner, eminent jurista israelià, va publicar ahir a “Aurora Digital” (http://www.aurora-israel.co.il) aquest article en el qual analitza qüestions de fons relacionades en l’actual conflicte entre Israel i Hamàs. Una aproximació més conjuntural al mateix tema l’ofereix el diplomàtic israelià Samuel Hadas en l’article “Y ahora, qué ?”, publicat el proppassat dia 31 de desembre en el mateix periòdic:

 

“El largo conflicto israelí-palestino, y su actual intensificación bélica en cuanto a Hamás concierne, no es, a todas luces, una guerra de civilizaciones. Es una guerra de raíz política, y así debe ser tratada. La actual escalada no ayuda, por cierto, pero como lo declaró el canciller de Egipto, es Hamás el responsable de la inevitable reacción de Israel. La cuestión es con la agresividad de Hamás, a la que Israel quiere poner fin.

Entre el fallecimiento, hace algunos días, del prominente politólogo estadounidense Samuel Huntington y la agravación del enfrentamiento entre Israel y Hamás o, si se prefiere, la Franja de Gaza dominada por Hamás, hay una llamtiva coincidencia en el tiempo que sugiere interesantes reflexiones. Huntington, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Hardvar, adquirió fama mundial con un artículo que publicó en la conmocida revista “Foreign Affairs” y que expandió en un libro que publicó en 1996 bajo el título “The Clash of Civilizations and the Remaking of World Order” (El choque de civilizaciones y la reestructuración del orden mundial).

La tesis que sostuvo, en términos muy generales, es que las guerras entre Estados serán sustituidas por el choque o la guerra entre civilizaciones. Esbozó también una suerte de catálogo de las civilizaciones existentes, en su opinión, y pronosticó un choque entre el Islam y el mundo occidental. La pregunta que la contemporaneidad del deceso de Huntington y la operación lanzada por Israel en Gaza despierta es si lo que aquí está pasando confirma o desmiente la teoría del pensador americano. En definitiva, el conflicto armado entre Israel y los palestinos, parte de los cuales están controlados por Hamás y viven en Gaza, no corrobora el planteamiento del profesor de Harvard. No se trata de una guerra entre dos civilizaciones sino de un conflicto entre dos pueblos, dos naciones, que reclaman soberanía sobre el mismo territorio, más o menos, invocando títulos históricos, el derecho de autodeterminación y la presencia física.

Es, en esencia, un conflicto eminentemente político, derivado de la negativa palestina a aceptar la legitimidad del sionismo y la solución de la división del territorio disputado entre ambas partes. Ya en 1947 las Naciones Unidas aconsejaron la división de Palestina entre dos Estados, uno judío y uno árabe, pero en las seis décadas transcurridas desde la creación de Israel se desarrolló el conflicto entre éste y la población palestina, con todas las modificaciones causadas por las guerras que se sucedieron en esos años, con los resultados conocidos.

Ese conflicto es esencialmente político. No se trata de un choque de civilizaciones. Los problemas internos de la Autoridad Palestina -y no es está la ocasión para analizar las etapas del conflicto y los cambios que hubo en la actitud tanto de israelíes como de los palestinos- produjeron una situación de hecho traducida en la dominación del territorio de Gaza por Hamás, fracción extremista opuesta a todo arreglo con Israel. Entre el Estado de Israel y el Gobierno reconocido de la Autoridad Palestina, ancabezado por Abu Mazen, existe una prolongada negociación inspirada por la idea de que la única solución para el secular conflicto es la creación de dos Estados que deberían vivir en paz uno junto al otro. La no aceptación por Hamás de esta solución y su violencia contra las poblaciones israelíes vecinas fue lo que llevó a la actual escalada y al bombardeo por la Fuerza Aérea Israelí de los focos terroristas en la zona de Gaza.

Este es, pues, el carácter de la presente etapa de la guerra. No es un choque de civilizaciones aunque las diferencias culturales juegan un papel en el enfrentamiento. Pero no es una guerra entre el Islam y el Judaísmo, el cual, es necesario recordarlo, no figura entre las civilizaciones catalogadas por Huntington. Fue en todo momento un conflicto político, con ingredientes territoriales, socioeconómicos y psicológicos. Para quienes tienen dificultad para aceptar esta descripción de la naturaleza del problema, cabe añadir la pronunciada división de las posiciones del mundo árabe en relación con lo que está sucediendo. ¿ Quién representa al Islam, o a la civilización musulmana ?. ¿ Hamás y sus aliados, encabezados por Irán y su vocero Hasan Nasrala, o Egipto, Jordania, los países del Golfo y Arabia Saudita, que claramente responsabilizan a Hamás por lo que ocurre, en términos muy categóricos ?.

En estas columnas hemos comentado en más de una ocasión la significación de la postura de los países árabes y musulmanes que instan ahora públicamente a una solución basada en dos Estados. No hay, pues, choque de civilizaciones sino un conflicto político entre dos naciones, o si se quiere una formulación más rigurosa, entre un Estado existente y un pueblo que aspira a tener su Estado-nación. Lo impiden las fracciones disidentes como Hamás, con su intransigencia, su terrorismo y su negativa a transar con la realidad y la historia.

El largo conflicto israelí-palestino, y su actual intensificación bélica en cuanto a Hamás concierne, no corrobora, pues, las teorías de Huntington. No es, a todas luces, una guerra de civilizaciones. Es una guerra de raíz política, y así debe ser tratada. Hay una civilización musulmana y hay una civilización judía, y entre ellas como tales no hay guerra. Sí hay una guerra entre Israel y Hamás. Cuanto antes pierda Hamás su control de la Franja de Gaza y su influencia sobre muchos palestinos, tanto más fácil será encontrar una solución al conflicto. No se entrevé hoy otra solución que la basada en dos Estados independientes, pacíficos, miembros de la sociedad internacional, libres de fanatismos y extremismos.

La actual escalada no ayuda, por cierto, pero, como lo declaró el ministro de Relaciones Exteriores de Egipto, es Hamás el responsable de la inevitable reacción de Israel. Un país no puede sino proteger a sus habitantes contra agresiones terroristas, y la respuesta de Israel solamente se produjo después de innumerables advertencias, no sólo por parte de Israel. No hay una guerra entre civilizaciones; no hay una nueva explosión de violencia entre Israel y los palestinos. La cuestión es con la agresividad de Hamás, a la que Israel quiere poner fin.

Post Scriptum, 4 de gener del 2009.

Per complementar el contingut d’aquest apunt remeto a la lectura de l’article de Benny Morris, historiador i professor de la Universitat de Beer-Sheva, Israel, “Israël a le sentiment que l’étau se resserre”, aparegut a l’edició de Le Monde (www.lemonde.fr) corresponent al 3 de gener d’enguany.

  1. L’actual direcció de Hamas és la més pragmàtica i favorable a la “two-state solution” que ha tingut mai aquesta organització. Si s’aconseguís crear un estat palestí viable i amb integritat territorial Hamas aceptaria l’existència de l’estat d’Israel i acabaria amb la resistència armada a la ocupació. Evidentment, no ho dirien amb aquestes paraules sinó que proclamarien una una treva ‘infinita’ amb Israel.

    El problema es que no es pot crear aquest estat palestí viable perque Israel ha anat massa lluny en la ocupació i ara els seus dirigents, encara que volguessin, no poden desmantellar els assentaments del West-Bank.

  2. Joan B.Culla

    Per desxifrar els dramàtics successos desenvolupats a la franja de Gaza durant els últims dies hi ha dos claus de lectura possibles. Una és la que, partint de la tesi segons la qual Israel –millor encara, “l’Estat sionista”– és una entitat política agressiva, opressora i homicida per naturalesa, interpreta l’atac israelià contra Hamàs com l’enèsima demostració d’aquest caràcter assassí. Si els responsables polítics i militars israelians són uns ogres sàdics que es deleixen matant palestins, ¿què té d’estrany que els massacrin a base de bombes llançades a Gaza, amb qualsevol pretext?
    Atès que, des del cap de setmana passat, aquesta interpretació ja ha estat profusament divulgada pels mitjans de comunicació i també cridada en nombroses manifestacions convocades arreu del món (particularment, a Teheran i Beirut), permetin-me que dediqui els paràgrafs que vénen ara a resumir una lectura alternativa de l’actual crisi, una lectura en termes polítics, militars i estratègics, no de duel apocalíptic entre el bé i el mal.
    El primer que convé recordar és que Hamàs no combat per alliberar els territoris palestins que van ser ocupats l’any 1967; el seu objectiu programàtic irrenunciable –irrenunciable, perquè emana d’un mandat diví– és destruir l’Estat d’Israel per aixecar, sobre tot l’espai comprès entre el Mediterrani i el Jordà, un Estat àrab i islàmic, una teocràcia de tipus iranià. La seva lluita contra els sionistes, doncs, és una lluita a mort, que no admet compromisos ni transaccions. Com a molt, i només si tàcticament convé a la causa, s’avindria a una treva temporal o hudna.

    EL SEU REBUIG radical a la idea d’un Estat palestí definitiu a Cisjordània i Gaza va portar Hamàs a boicotejar tant com va poder la retirada israeliana de la franja mediterrània i, una vegada consumada aquesta retirada (el mes de setembre del 2005), a desplegar una minuciosa estratègia de la provocació –traduïda en el llançament de milers de projectils contra àrees civils israelianes, o en el segrest (el juny del 2006) del soldat Gilad Shalit— per impedir que l’Exèrcit hebreu es pogués desentendre de Gaza.
    Buscant les represàlies i els bloquejos dictats per Tel Aviv, l’objectiu era diàfan: evitar passi el que passi la imatge d’una Gaza normalitzada i autogovernada, lliure de sionistes, que pogués persuadir els palestins de conformar-se d’aconseguir una solució similar a Cisjordània. A això es va entregar Hamàs després de guanyar les eleccions celebrades el gener del 2006 i, encara amb més afany, després del seu putsch contra l’Autoritat Palestina del juny del 2007. A aquesta lògica respon la decisió dels islamistes de no renovar la treva que vencia el 19 de desembre passat, i el llançament, a partir d’aquella data, de fins a 80 coets diaris sobre les localitats de Sderot, Ashqelon i altres ciutats israelianes.

    EN AQUEST SENTIT,¿es podria dir que Israel ha caigut en la provocació presentada per Hamàs? Sí, però ¿podia ser d’una altra manera? ¿Quin Govern del món es permetria tenir centenars de milers dels seus ciutadans sotmesos al foc enemic durant anys i mirar cap a una altra banda? Sens dubte, les vigílies electorals a Israel i el buit de poder a la Casa Blanca han precipitat una operació que es gestava des de fa temps. Una operació sagnant, perquè es tracta d’una guerra, però limitada: si els bombardejos aeris sobre Gaza fossin –com s’ha estat repetint– massius, llavors el balanç de baixes es comptaria per desenes de milers, com va passar a Hamburg o Dresden el 1944-45.
    Dels dos fronts que totes les guerres del Pròxim Orient tenen des de fa dècades (el de la imatge mediàtica i el de la realitat sobre el terreny), Israel perdrà –ja partia vençut– en el primer. Falta veure com es desenvolupa en el segon; perquè acabar amb Hamàs només des de l’aire no serà fàcil, i enviar forces terrestres al laberint de Gaza suposaria tornar a sotmetre l’Exèrcit israelià a l’examen que no va aconseguir aprovar amb claredat, el juliol agost del 2006, contra Hezbol.là al sud del Líban.

  3. Els afganesos i indonesis que han anat a les mesquites dels seus països a fer-se voluntaris per anar a Israel en nom de la seva religió, l’islam, en discrepen.

    També les decenes de milers de musulmans que s’han manifestat a Paris, a Copenhaguen, Oslo, Londres, Anvers, etc. cridant al.là és gran, matem els jueus, els jueus són enemics d’al.là com han reflectit varis mitjans internacionals -no TVC- mentre onejaven banderes de Hamas i Hizbul.là.

    Com els musulmans que s’han posat a pregar davant de les catedrals de Milà, Bolònia i Berlin mentre cridaven les mateixes consignes per l’amor i la pau.

    Així com els musulmans que van amenaçar i intentar assassinar dos israelians, per jueus, a Dinamarca.

    O els que han mirat de cremar varies mesquites a la Gran Bretanya, Països Baixos, França, Flandes, etc.

    L’islam politico-militar compta amb el suport d’una massa molt important de musulmans. També a Europa. Per tots aquests això és una guerra de religió. Contra Israel perque, segons ells, ocupa una terra que no li pertoca pero no tant per palestina com per musulmana.

    Odien Israel no tant per solidaritat amb els palestins com per odi a la nació infidel, laïca i democràtica que representa.

    En Natan Lerner sembla més interessat en convencer-se a si mateix de que no tot és tan greu com sembla que en fer front a la realitat.

    Perque és greu.

    Veure els 20.000 manifestants pro-Hamas i pro-Hezbolà a Paris, brandant les banderes d’aquesta colla de fanàtics assassins com pot veure’s al youtube en un vídeo de Le Parisien, o saber de la violència xenòfoba contra els jueus arreu d’Europa significa que si Israel acaba caient després és probable que vinguin a per nosaltres.

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