Hasta un 40% de los empleados españoles llegaban a recibir en sus buenos tiempos, una cesta de Navidad. Un regalo o retribución en especie que, en sí mismo, delataba cuál era nuestra posición de estatus y en cuánto se valoraba. Si sus productos eran más o menos selectos y exquisitos reflejaban el mayor o menor estatus del receptor o lo poco o mucho que se le valoraba. Muchas veces era objeto de crítica y de mofa por la mala calidad del whisky o los turrones. Otras veces, se exhibían como cestas caras llenas de delicatessen en las grandes superficies. Eso sí, casi todas con el tradicional jamón, ese símbolo de la España cristiano-vieja que impuso la centralidad de la carne porcina para distinguirse de judíos y moriscos (…)
Artículo de Xavier Martínez-Celorrio
BRAUN, memòries d’una fàbrica / BRAUN, memorias de una fábrica
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