Historia dura de soledad y lucha; que incluye trampa, engaño, desfachatez, cariño, amor no correspondido (La balada del café triste). Una historia fedunda, minuciosa, casi una pieza de orfebreria lozana y rutilante a un tiempo. Inolvidable.
Esfuerzo denonado por la música, bien impuesta o autoimpuesta. Luchar. Crecer. Repetir, y, finalmente, dejarlo estar (Wunderkind).
Entre América y París. Siempre afuera. Solo. Reencuentro fugaz con un antiguo y gran amor. Cena incluida. Al acabar, retorno a París. Otra vez solo y en compañia (tal vez la peor soledad que nos ha sido dada) (El transeunte).
Una mujer artista, colmada de hijos, una vida focalizada, con carácter exclusivo hacia su profesión artística. Y multitud de hechos circundantes que parecen ser fictios (deber de colmar la vida con otros atributos) (Madame Zilensky y el rey de Finlandia).
Un corredor, una tragedia cercana, temprana. La vida que te amenaza con el abandono, instalado en la más rotunda tristeza. Y tu que no lo aceptas. No puedes aceptarlo (El jockey).
¿Y que más? Genial, sobresaliente, un pedazo de eternidad a cargo de la señora McCullers.
. La balada del café triste (The ballad of the sad cafe: The shorter novels and stories of Carson McCullers, 1951). Carson McCullers. Versión española de María Campuzano. 155 páginas. Editorial Seix Barral. 4a reimpresión. 2008. Barcelona.
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