Pere Meroño

Diari d'un eurocomunista del #PSUC

17 de novembre de 2014
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Lo que pasó en València…

«Lo que pasó en Valencia en los años ochenta fue una democratización de la fiesta nocturna. Antes era patrimonio exclusivo de la burguesía.»

Vicente Pizcueta, promotor y consultor de ocio nocturno

Lo intangible

El periodo desde finales de los años setenta hasta principios de los noventa trajo la mayor aceleración en la cultura popular española. Especialmente en la música, donde se pasó de las canciones clásicas (coplas, boleros…) a un febril zapping de subcultures juveniles. Algunas conectaron con los valores dominantes (véase La Movida o el indie), mientras otras supusieron verdaderos desafíos al sistema (ayudados por el mayor acceso a la tecnología). En plena explosión del crecimiento económico, las élites españolas abrieron espacios de libertad estética, pero se reprimió la disidencia política, como lo demuestra el acoso policial a las radios libres, centros sociales ocupados, el

Rock Radikal Vasco o programas de televisión con mensaje marxista como La bola de cristal. También se criminalizó la alegría popular de las discotecas valencianas.

1. La democratización de la fiesta

El «sonido Valencia», más tarde estigmatizado con la etiqueta «ruta del bakalao», fue un largo experimento artístico y social, que se adelantó a la explosión de las raves en Inglaterra. Seguramente hablamos de la etapa más vanguardista de la música popular en España. El empuje de las discotecas de Valencia murió entre la masificación y la represión policial, pero la fiesta siguió en los clubes del extrarradio de Barcelona (música mákina para público obrero) y en la cada vez más pija Ibiza (hoy convertida en ejemplo de industrialización del placer, a medida del sector turístico).

«Barraca era una metáfora de todo aquello a lo que podían aspirar los espacios de ocio en aquel momento. Se establecía una ruptura de límites que daba lugar a una fiesta totalmente interclasista. La mezcla de individuos –en ocasiones, totalmente dispares– se convirtió en seña de identidad. […] Entre luces estroboscópicas, se cambiaba el compromiso por un individualismo colectivo absolutamente evasivo. Seguramente era la única revolución a la que podía aspirar una generación posrevolucionaria.»

Joan M. Oleaque, periodista

http://twitter.com/perermerono

CANIGÓ, setmanari independent dels Països Catalans

BRAUN, memòries d’una fàbrica / BRAUN, memorias de una fàbrica 

 

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