Miquel Roman

ABC.ES MARCOS DE BARROS BARCELONA. Dar un paseo con Manuel Pousa, o pare Manel, como lo conocen en su barrio, Verdum, es detenerse cada diez metros con vecinos que le cuentan algún problema o le piden consejo.

Foto VERÓNICA ADAME: El sacerdote Manuel Pousa con dos de las voluntarias del «esplai» Grup Muntañés

Y es que basta con caminar por su barrio para darse cuenta del cariño y la admiración que este sacerdote granadino de 61 años despierta entre sus conciudadanos. De él dicen que lleva «el cielo consigo» y que no sólo ayuda a todo aquel que se lo pide, sino «también al que no lo hace».

Manuel Pousa ha dedicado la mitad de su vida a luchar por los más marginados de Verdum, Roquetes y Trinitat, barrios del distrito barcelonés de Nou Barris en los que, cuando llegó en 1976, «la heroína causaba estragos». Para el pare Manel se trata de un cuarto mundo formado por personas marginadas, producto del «progreso de nuestra sociedad».

La red de atención social que en estas tres décadas ha creado en la zona, está especialmente dirigida a los niños y a los presos y sus familias del barrio, y se articula en dos instituciones: la asociación Grup Muntañés, destinada a la acción socioeducativa, y la Fundación Pare Manel, organización creada para impulsar sus proyectos y los de otras entidades que desarrollan acciones en pro de los colectivos en situaciones de marginación y exclusión social. «Lo que pretendemos es ganarnos la confianza de la gente estableciendo una relación de tú a tú», asegura el pare Manel, quien lamenta que esta conexión no la puedan establecer los responsables de las administraciones.

Atención a la infancia

Los sesenta voluntarios que colaboran en el Grup Muntañés, muchos de ellos estudiantes de educación social o magisterio, atienden las necesidades de más de 400 niños y jóvenes en situación de riesgo. «En las familias de estos chicos hay, además de serios problemas económicos, una gran falta de afectividad derivada, en muchos casos, de los problemas con las drogas de sus padres», explica.

En la sede de la asociación, que ocupa, desde su creación en 1976, unos sencillísimos bajos en el número 98 de la calle Viladrosa, a la salida de la escuela alrededor de un centenar de niños asisten a clases de repaso, meriendan y participan en actividades plásticas, musicales y deportivas.

«Se trata de que entre que salen del colegio y la hora de cenar no anden por las calles ni estén solos en casa enchufados a la tele». Al mismo tiempo, alejan a los jóvenes del mundo de las drogas que, a día de hoy, aún persiste en el barrio. Y es que Manuel Pousa todavía recuerda a la niña de tan sólo 12 años, ahora muerta, que a finales de los setenta él vio inyectándose heroína.

Pero el trabajo del pare Manel y toda su organización no termina los viernes. Durante los fines de semana y las vacaciones escolares las actividades se diversifican: partidos de fútbol sala, salidas al cine, al teatro, a la escuela de circo de Nou Barris o a la piscina en verano, talleres, colonias o campamentos.
Mundo penitenciario

El trabajo que en la actualidad ocupa más tiempo a Manuel Pousa es el que realiza con los reclusos de la prisión de jóvenes de la Trinitat, en la que ofrece atención personal a los chicos, privados de su libertad por robos y delitos relacionados con las drogas. Muchos de ellos provienen de los barrios en los que el pare Manel trabaja, por lo que el sacerdote se sirve de la red social creada en la zona para proporcionar ayuda tanto psicológica como económica a sus familias.

Además, también se encarga de la reinserción social y laboral de los internos, como en el caso de Marvin, un joven boliviano que, después de pasar por la Trinitat, hace dos años que colabora en el esplai Grup Muntañés de Verdum.
El sacerdote Manuel Pousa lleva más de treinta años en el distrito barcelonés de Nou Barris ofreciendo su ayuda a los que más la necesitan_Su labor solidaria con los marginados se ha visto premiada