Miquel Roman

Nou Barris (Barcelona)

28 de gener de 2007
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236. Els nous veïns de Nou Barris

Publicat a BBC Mundo.com.

La associació Nou Barris Acull va ser premiada amb els premis Francesc Layret el 2006.

Gabriela Torres. Barcelona 

En Barcelona hay un barrio donde no hay inmigrantes. Lo que hay son vecinos nuevos y vecinos viejos.

FOTO de José Miguel Benítez

Es un barrio que se creó por quienes hace medio siglo llegaron de otras regiones de España y que sigue creciendo con los que llegan de otras partes del mundo. Se llama Nou Barris, un barrio que apuesta por la integración.

Al menos eso es lo que explican José Miguel Benítez y Lourdes Ponce, miembros de Nou Barris Acull, una red de más de 60 asociaciones, organizaciones y entidades civiles que operan en ese distrito y cuyo máximo objetivo es facilitar la integración entre el extranjero y la sociedad que lo recibe.

"Este barrio fue construido fundamentalmente a través de la inmigración interior de los años 50, 60 y 70", recuerda Benítez, hombre moreno de barba blanca, vecino del barrio.

Ponce lo interrumpe para explicar que ella fue una de esas personas que llegó con la inmigración anterior.

"Fue en el año 70. En aquella época las calles estaban sin asfaltar, no había escuelas ni servicios sanitarios. Por eso nos unimos, para luchar por unas condiciones adecuadas".

Esta andaluza de 57 años explica que tal fue la movilización en aquel entonces que en algunas zonas más lejanas de este distrito de la periferia barcelonesa, el alcantarillado y el alumbrado fue hecho por los vecinos durante los fines de semana, "después de sus largas jornadas de trabajo".

Cara multicolor

Pero de esos años de caminos de tierra y barrios pobres, hoy en día sólo quedan los restos de una casa rural.

Actualmente hay comercios, hay avenidas que dividen este distrito en catorce zonas, hay centros comerciales, mujeres que pasean con un velo en la cabeza, ancianos que se juntan en los parques a recordar viejos tiempos y jóvenes con ropas muy holgadas que escuchan hip hop y reggeaton a todo volumen.

Este cambio de apariencia del barrio empezó a manifestarse a partir de los años 90, cuando una nueva ola de inmigración, o de "nuevos vecinos y vecinas" escogió Nou Barris para reiniciar su vida.

"Lo que vimos era que cambiaba el color del barrio. Se nos convertía en uno multicolor, porque antes éramos todos muy apagaos, mucho más uniformes", cuenta Ponce con una sonrisa.

Prevención

Con la novedad de los nuevos inquilinos, también llegaron noticias preocupantes de otras ciudades de España y Europa donde estaban apareciendo brotes xenófobos, algo que no se podía permitir un barrio con tradición de inmigrantes.

"Nosotros sabemos lo que es emigrar, sabemos lo que es dejar la tierra de cada uno, el sufrimiento que supone. Por eso decidimos convivir, porque sabemos el dolor que produce la inmigración", aclara Ponce, mientras se arregla la bufanda verde que lleva alrededor del cuello.

En realidad tenían parte de la tarea hecha, debido al origen de Nou Barris.

"Así que decidimos empezar a trabajar de forma preventiva. Nos pusimos a ver qué se podía hacer para incorporar a estos nuevos vecinos y ver (el fenómeno de la inmigración) como algo positivo, como un aporte a la unidad para mejorar el barrio", comenta Benítez.

Fue así como empezaron a asistir a los colegios para contar la historia migratoria del barrio, empezaron a ofrecer clases de informática, castellano y catalán y asesoramiento jurídico para los recién llegados.

Pura convivencia

También empezaron a organizar festivales donde se incentivara el intercambio de culturas y a tratar los conflictos del vecindario como lo que son: problemas normales.

"Por lo menos, desde Nou Barris Acull, potenciamos a las entidades a que enfrenten los problemas normales de ruidos a altas horas de la noche como historias puras de convivencia, que a todo el mundo le pasa cuando llega de otra parte y la gente no le entiende. ¡Si le pasó a los andaluces que se ponían a cantar y a hacer fiestas!", recuerda Ponce.

Si la convivencia es buena en los barrios, quienes vamos a disfrutarlos somos nosotros. Entonces tenemos que implicarnos como personas individuales en que esa convivencia sea buena

Lourdes Ponce

Esto no quiere decir que la vida en esta zona -poco o nada turística- de Barcelona sea idílica. Tanto Ponce como Benítez confiesan que así como han solucionado conflictos, hay otros que no han llegado a buen puerto.

"Por ejemplo, en las escuelas se dan becas de comida para las familias con menos recursos, y se estaban recogiendo firmas en contra de los inmigrantes porque los vecinos pensaban que se estaban llevando todas las becas. Lo que intentamos fue reconducir el problema y hacerles ver que lo que ocurría era que faltaban recursos", explica Benítez.

Cuestión de memoria

También existen otros roces más silenciosos en el vecindario, pues es en Nou Barris donde se encuentra el Asociación de Ecuatorianos de Cataluña. Allí el cartel está apedreado y en la entrada se pueden leer graffitis donde invitan a este colectivo a que abandonen el barrio.

Cuando se habla de prejuicios, Lourdes Ponce sólo dice una cosa: "memoria".

"Lo que pasa es que nos hemos convertido en una sociedad vieja y no nos acordamos que aquí, en Nou Barris, antes de que existiera una inmigración de afuera, había conflictos entre pandillas de chavales jóvenes. Cuando se hacían fiestas en el barrio, siempre terminaban en peleas, y eso es propio de la gente joven".

Esa gente joven, en su mayoría extranjera, le está bajando el promedio de la edad al distrito.

"Eso quiere decir que nacen críos, y eso es vida, eso es futuro para los barrios, pero también significa una época de conflictos, que es la época de la adolescencia", agrega Ponce.

Lo imposible

A pesar de los prejuicios que puedan existir hoy en día en contra de los jóvenes latinoamericanos, a quienes se les relaciona con las agrupaciones callejeras de los Latin Kings y los Ñetas, las asociaciones civiles de Nou Barris lograron lo que para muchos parecía imposible: reunirlos en un mismo escenario.

(…) decidimos empezar a trabajar de forma preventiva. Nos pusimos a ver qué se podía hacer para incorporar a estos nuevos vecinos y ver (el fenómeno de la inmigración) como algo positivo, como un aporte a la unidad para mejorar el barrio

José Miguel Benítez

"Dentro de la red tenemos dos casales (parejas) de jovenes con la particularidad de que en uno de los lados habían afines a los Latin Kings y en el otro a los Ñetas. Bueno, a propósito de la jornada que organizamos de América Latina, les pedimos a los casales que convencieran a esos jóvenes para que hicieran un concierto y al final se hizo", comenta orgulloso Benítez.

Al escuchar la anécdota, Ponce interrumpe a su compañero para seguir contando la historia.

"Había mil jóvenes, entre Latin y Ñetas en el festival, siguieron todas las pautas que se les había dado, estaban emocionados porque se les había permitido hacer el festival de Hip hop. Era emocionante ver los felices que estaban, y bueno, ya no nos lo creíamos cuando vimos juntos a los Latin Kings y a Los Ñetas encima de la tarima, repartiéndose el tiempo. ¡Yo aprendí un montón de hip hop aquella noche!¿ era un espectáculo precioso".

La responsabilidad

Redes de asociaciones como la de Nou Barris Acull son vitales para lograr que los extraños se conozcan, se acepten y -sobre todo- se tengan confianza.

Más que una labor social, para Lourdes Ponce se trata de sentido común.

"Somos los vecinos y las vecinas de aquí los que estamos conviviendo. No es la administración la que convive, no son los políticos los que están conviviendo, porque ellos viven en otros barrios. Si la cosa explota nos explota a nosotros".

Ponce hace una pausa y un gesto de picardía como introducción a lo que va a decir.

"Somos nosotros, egoístamente, ya no por solidaridad. Si la convivencia es buena en los barrios, quienes vamos a disfrutarlos somos nosotros. Entonces tenemos que implicarnos como personas individuales en que esa convivencia sea buena".


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