Indústries i caminars.

Bloc de Sílvia Martínez

13 de març de 2008
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“¿Que se les desgasta?”. Em sembla fabulosa la pregunta.

Dos detalls de situació:

· Primer una mirada a La República dels tossuts.

· I, a sota afegeixo la resta, ara permeteu-me una aturada en aquest fragment d’una nota d’en José Luís Sampedro: Por el placer de la lectura.

“(…)

Por otro lado, ¿qué se les desgasta a los autores en la
operación? ¿Acaso dejaron de cobrar por el libro? ¿Se les leerá menos por ser
lecturas prestadas? ¿Venderán menos o les servirá de publicidad el préstamo
como cuando una fàbrica regala muestras de sus productos? Pero, sobre todo: ¿Se
quiere fomentar la lectura? ¿Europa prefiere autores más ricos pero menos
leídos? No entiendo a esa Europa mercantil. Personalmente prefiero que me lean
y soy yo quien se siente deudor con la labor bibliotecaria en la difusión de mi
obra. (…)”

(…)

Por EL PLACER DE LA
LECTURA

La SGAE (Sociedad
General de Autores) ataca de nuevo.

Escrito y firmado
por José Luís Sampedro, escritor, filósofo y buena gente.

POR LA LECTURA

Cuando yo era un
muchacho, en la España de 1931, vivía en Aranjuez un Maestro Nacional llamado
D. Justo G. Escudero Lezamit. A punto de jubilarse, acudía a la escuela incluso
los sábados por la mañana aunque no tenía clases porque allí, en un despachito
que le habían cedido, atendía su biblioteca circulante. Era suya porque la
había creado él solo, con libros donados por amigos, instituciones y padres de alumnos.
Sus ‘clientes’ éramos jóvenes y adultos, hombres y mujeres a quienes sólo cobraba
cincuenta céntimos al mes por prestar a cada cual un libro a la semana. Allí descubrí
a Dickens y a Baroja, leí a Salgari y a Karl May.

Muchos años después
hice una visita a un bibliotequita de un pueblo madrileño. No parecía haber
sido muy frecuentada, pero se había hecho cargo recientemente una joven
titulada quien había ideado crear un rincón exclusivo para los niños con un trozo
de moqueta para sentarlos. Al principio las madres acogieron la idea con simpatía
porque les servía de guardería. Tras recoger a sus hijos en el colegio los dejaban
allí un rato mientras terminaban de hacer sus compras, pero cuando regresaban a
por ellos, no era raro que los niños, intrigados por el final, pidieran quedarse
un ratito más hasta terminar el cuento que estaban leyendo. Durante la espera,
las madres curioseaban, cogían algún libro, lo hojeaban y a veces también ellas
quedaban prendadas. Tiempo después me enteré de que la experiencia había dado sus
frutos: algunas lectoras eran mujeres que nunca habían leído antes de que una simple
moqueta en manos de una joven bibliotecaria les descubriera otros mundos. Y aún
más años después descubrí otro prodigio en un gran hospital de Valencia. La
biblioteca de atención al paciente, con la que mitigan las largas esperas y angustias
tanto de familiares como de los propios enfermos, fue creada por iniciativa y
voluntarismo de una empleada. Con un carrito del supermercado cargado de libros
donados, paseándose por las distintas plantas, con largas peregrinaciones y
luchas con la administración intentando convencer a burócratas y médicos no siempre
abiertos a otras consideraciones, de que el conocimiento y el placer que proporciona
la lectura puede contribuir a la curación, al cabo de los años ha logrado dotar
al hospital y sus usuarios de una biblioteca con un servicio de préstamos y
unas actividades que le han valido, además del prestigio y admiración de cuantos
hemos pasado por ahí, un premio del gremio de libreros en reconocimiento a su
labor en favor del libro.

Evoco ahora estos
tres de entre los muchos ejemplos de tesón bibliotecario, al enterarme de que
resurge la amenaza del préstamo de pago. Se pretende obligar a las bibliotecas
a pagar 20 céntimos por cada libro prestado en concepto de canon para resarcir
-eso dicen- a los autores del desgaste del préstamo.

Me quedo confuso y
no entiendo nada. En la vida corriente el que paga una suma es porque:

a) obtiene algo a
cambio.

b) es objeto de una
sanción.

Y yo me pregunto:
¿qué obtiene una biblioteca pública, una vez pagada la adquisición del libro
para prestarlo? ¿O es que debe ser multada por cumplir con su misión, que es
precisamente ésa, la de prestar libros y fomentar la lectura?

Por otro lado, ¿qué
se les desgasta a los autores en la operación? ¿Acaso dejaron de cobrar por el
libro?. ¿Se les leerá menos por ser lecturas prestadas? ¿Venderán menos o les
servirá de publicidad el préstamo como cuando una fàbrica regala muestras de
sus productos? Pero, sobre todo: ¿Se quiere fomentar la lectura? ¿Europa
prefiere autores más ricos pero menos leídos? No entiendo a esa Europa mercantil.
Personalmente prefiero que me lean y soy yo quien se siente deudor con la labor
bibliotecaria en la difusión de mi obra.

Sépanlo quienes, sin
preguntarme, pretenden defender mis intereses de autor cargándose a las
bibliotecas. He firmado en contra de esa medida en diferentes ocasiones y me
uno nuevamente a la campaña.

¡NO AL PRÉSTAMO DE
PAGO EN BIBLIOTECAS!

José Luis Sampedro

Si estas de acuerdo,
pásalo. Por el placer de la lectura.”

……………………………………..

 

http://blog.alcoberro.info/?p=332

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