Publicat el 3 de març de 2020

“Redescobrir Pedro Salinas”. Conferència de Montserrat Escartín

En la sessió dedicada a la poesia de Pedro Salinas, celebrada el passat vint-i-cinc de febrer, vàrem tenir la fortuna de comptar amb la Montserrat Escartín, gran experta en l’obra del membre degà de la generació del 27, qui ens va oferir una conferència extraordinària.

La nostra convidada, que ha dedicat gairebé quaranta anys de la seva vida a l’estudi de l’obra de Salinas, acaba de publicar Pedro Salinas, una vida de novela, el seu darrer treball sobre el denominat “poeta de l’amor” de la generació del 27.

Un breu apunt de la trajectòria professional de la nostra convidada:

Montserrat Escartín és Doctora en Filologia Hispànica i catedràtica de Literatura de la Universitat de Girona i la seva especialitat és la Literatura  Española Contemporània. Ha publicat edicions crítiques de diversos autors del segle XX, però s’ha dedicat especialment a la investigació de l’obra de Salinas de qui, a part de la trilogia amorosa, ha reconstruït un dels seus llibres Largo lamento, ha fixat el text de la seva Poesia completa (ha descobert gairebé 150 inèdits), ha publicat un estudi detallat del teatre de Salinas, Pedro Salinas tras el telón i tot just fa uns mesos ha publicat “Pedro Salinas, una vida de novela”.

Pedro Salinas, una vida de novela és una obra molt rigorosa i a la vegada valenta (algunes idees del llibre poden sobtar al lector, però òbviament tenen una base documental imponent i s’argumenten pels coneixements de psicologia de l’autora).

Escartín ens ha volgut apropar a l’home que hi havia darrere el personatge de Pedro Salinas perquè, com ella diu en el llibre, i el mateix Salinas ho afirmava, la seva vida i l’obra literària són absolutament indestriables. Esplèndidament escrit, el llibre és amè i pot interessar a qualsevol lector, no únicament als experts o als lectors de poesia.

Destacaria especialment que és un llibre fruit de la perseverança de l’autora, qui ha hagut de lluitar durant molts anys contra l’oposició de la família que no volia que es desvetllessin dades crucials de la biografia de Pedro Salinas. L’interès d’Escartín ha estat sempre arribar a esclarir amb la màxima fidelitat els aspectes biogràfics del poeta  per poder estudiar millor la seva obra. Aquest llibre és també el resultat de la passió i laboriositat que Montserrat Escartín esmerça en totes les tasques que desenvolupa.

Escartín, en la seva xerrada, va fer un resum comentat de l’obra de Salinas i ens va oferir una aproximació a la seva poètica: finalitat, eines i característiques formals (vocabulari, sintaxi, metàfores, absència de mètrica, rima i estrofa), el vers lliure (tipologia i recursos, com per exemple les imatges acumulades, molt utilitzades en la seva poesia).

Va ressaltar que els temes, en l’obra de Salinas: l’amor, la dona estimada, la ciutat, la natura…, van ser tractats des d’una òptica molt innovadora. Escartín va afegir que l’amor, de forma especial, dona sentit i travessa tota la vida i l’obra de Salinas i, finalment, va aprofundir en el vessant humà del poeta, en contraposició a la figura pública o el mite literari.

Cuando cierras los ojos
tus párpados son aire.
Me arrebatan:
me voy contigo, adentro.

No se ve nada, no
se oye nada. Me sobran
los ojos y los labios,
en este mundo tuyo.
Para sentirte a ti
no sirven
los sentidos de siempre,
usados con los otros.
Hay que esperar los nuevos.
Se anda a tu lado
sordamente, en lo oscuro,
tropezando en acasos,
en vísperas; hundiéndose
hacia arriba
con un gran peso de alas.

Cuando vuelves a abrir
los ojos yo me vuelvo
afuera, ciego ya,
tropezando también,
sin ver, tampoco, aquí.
Sin saber más vivir
ni en el otro, en el tuyo,
ni en este
mundo descolorido
en donde yo vivía.
Inútil, desvalido
entre los dos.

Yendo, viniendo
de uno a otro
cuando tú quieres,
cuando abres, cuando cierras
los párpados, los ojos.

Pedro Salinas, La voz a ti debida (1933)

Cuando tú me elegiste
–el amor eligió–
salí del gran anónimo
de todos, de la nada.
Hasta entonces
nunca era yo más alto
que las sierras del mundo.
Nunca bajé más hondo
de las profundidades
máximas señaladas
en las cartas marinas.
Y mi alegría estaba
triste, como lo están
esos relojes chicos,
sin brazo en que ceñirse
y sin cuerda, parados.
Pero al decirme: “tú”
a mí, sí, a mí, entre todos–,
más alto ya que estrellas
o corales estuve.
Y mi gozo
se echó a rodar, prendido
a tu ser, en tu pulso.
Posesión tú me dabas
de mí, al dárteme tú.
Viví, vivo. ¿Hasta cuándo?
Sé que te volverás
atrás. Cuando te vayas
retornaré a ese sordo
mundo, sin diferencias,
del gramo, de la gota,
en el agua, en el peso.
Uno más seré yo
al tenerte de menos.
Y perderé mi nombre,
mi edad, mis señas, todo
perdido en mí, de mí.
Vuelto al osario inmenso
de los que no se han muerto
y ya no tienen nada
que morirse en la vida.
Pedro Salinas, La voz a ti debida (1933)

Si te quiero
no es porque te lo digo:
es porque me lo digo y me lo dicen.
El decírtelo a ti ¡qué poco importa
a esa pura verdad que es en su fondo
quererte! Me lo digo,
y es como un despertar de un no decirlo,
como un nacer desnudo,
el decirlo yo solo, sin designio
de que lo sepa nadie, tú siquiera.
Me lo dicen
el cielo y los papeles tan en blanco,
las músicas casuales que se encuentran
al abrir los secretos de la noche.
Si me miro en espejos
no es mi faz lo que veo, es un querer.
El mundo
según lo voy atravesando
que te quiero me dice,
a gritos o en susurros.
Y algunas veces te lo digo a ti
pero nunca sabrás que ese «te quiero»
sólo signo es, final, y prenda mínima;
ola, mensaje, roto al cabo,
en son, en blanca espuma,
del gran querer callado, mar total.

Pedro Salinas, Razón de amor (1936)

¿Serás, amor
un largo adiós que no se acaba?
Vivir, desde el principio, es separarse.
En el primer encuentro
con la luz, con los labios,
el corazón percibe la congoja
de tener que estar ciego y solo un día.
Amor es el retraso milagroso
de su término mismo;
es prolongar el hecho mágico
de que uno y uno sean dos, en contra
de la primer condena de la vida.
Con los besos,
con la pena y el pecho se conquistan
en afanosas lides, entre gozos
parecidos a juegos,
días, tierras, espacios fabulosos,
a la gran disyunción que está esperando,
hermana de la muerte o muerte misma.
Cada beso perfecto aparta el tiempo,
le echa hacia atrás, ensancha el mundo breve
donde puede besarse todavía.
Ni en el llegar, ni en el hallazgo
tiene el amor su cima:
es en la resistencia a separarse
en donde se le siente,
desnudo, altísimo, temblando.
Y la separación no es el momento
cuando brazos, o voces,
se despiden con señas materiales:
es de antes, de después.
Si se estrechan las manos, si se abraza,
nunca es para apartarse,
es porque el alma ciegamente siente
que la forma posible de estar juntos
es una despedida larga, clara.
Y que lo más seguro es el adiós.

Pedro Salinas, Razón de amor (1936)

MUERTE DEL SUEÑO

Nunca se entiende un sueño
más que cuando se quiere a un ser humano
despacio, muy despacio
y sin mucha esperanza.

Por ti he sabido yo cómo era el rostro
de un sueño: sólo ojos.
La cara de los sueños
mirada pura es, viene derecha,
diciendo: “A ti te escojo, a ti, entre todos”
como lo dice el rayo o la fortuna.
Un sueño me eligió desde sus ojos,
que me parecerán siempre los tuyos.

Por ti supe también
cómo se peina un sueño.
Con qué cuidado parte sus cabellos
con una raya que recuerda
a la estela que traza sobre el agua
la luna primeriza del estío.
Mi mano, o una sombra de mi mano,
o acaso ni una sombra,
la memoria, tan sólo, de mi mano
jamás acarició una cabellera
tan lenta y tan profunda
como la de ese sueño que me diste.
En el pelo, en el pelo de tu sueño
fueron mis pensamientos enredándose,
entrando poco a poco, y se han perdido
tan voluntariamente en él que nunca
los quiero rescatar: su gloria es ésa.
Que estén allí, que duermas
sobre las despeinadas
memorias que mi alma te ha dejado
entretejidas en su cabellera.

Por ti he cogido a un sueño de las manos.
Por ti mi mano de mortal materia,
ha tocado los dedos,
tan trémulos, tan vagos,
como sombras de chopos en el agua,
con los que un sueño roza al mundo
sin que apenas lo sienta
nadie más que la frente consagrada.

Por ti he cogido un sueño de las manos,
o de las que parecen manos, alas.
Las he tenido entre las mías,
un año y otro año y otro año,
como se tiene las de un ser que va a marcharse,
fingiendo que es para decirle adiós,
pero con tal ternura al etrecharlas,
que renuncia a su fuga i nuestro tacto,
de adiós se nos trasmuta en bienvenida.

Por ti aprendí el lenguaje
tan breve y misterioso de los sueños.

Cabría en el cristal
de una gota de agua.
Está hecho de dos letras cuyos trazos
aluden con su recta y con su curva
a la humana pareja, hombre y mujer.
“Sí”, dice, sólo “sí”.
Los sueños nunca dicen otra cosa.
Nos dicen “sí” o se callan en la muerte.

Por ti he sabido cómo andan los sueños.
Llevan los pies desnudos
y parecen más altos todavía.
El alma por que cruzan nos queda
como playa que primero holló
Venus al pisar tierra, concediéndole
las indelebles señas de su mito:
las huellas de los dioses no se borran.
Entre el vasto rumor de los tacones,
que surcan las ciudades colosales,
mi oído a veces percibe
un rumor leve como de hoja seca,
o de planta desnuda: es que te acercas,
por las celestes avenidas solas,
es que vienes a mi desde mi sueño.

He sabido por tí de qué color
es la sangre de un sueño. Yo la he visto
cuando un día le abriste tú las venas
escapar dulcemente, sin prisa, como el día
más hermoso de abril, que no quisiera
morirse tan temprano y se desangra,
despacio, triste, recordando
la dicha de su vida:
su aurora, su mañana, sin rescate.

Por ti he asistido, porque lo quisiste,
al morirse de un sueño.
Poco a poco se muere
como agoniza el campo en el regazo
crepuscular, por orden de la altura.
Primero, lo que estaba al ras de la tierra,
la hierba, la primer oscurecida:
luego, en el árbol, las cimeras hojas,
donde la luz, temblando, se resiste,
y al fin el cielo todo, lo supremo.
Los sueños siempre empiezan a morirse
por los pies que no quieren ya llevarlos.
Como el cielo de un sueño está en sus ojos
lo último que se apaga es su mirada.

Y por ti he visto lo que nunca viera:
el cadáver de un sueño.
Lo veo, día a día, al levantarme, aquí, en mi cara.
(Has vuelto tu mirar hacia otro rostro)
Me lo siento en las mano,
enormes fosas lllenas de tu falta.
Está yacente: tumba le es mi pecho.
Me resuena en los pasos
que van, como viviendo, hacia mi muerte.
Ya sé el secreto último:
el cadáver de un sueño es carne viva,
es un hombre de pie, que tuvo come un sueño,
y alguien se lo mató. Que vive finge.
Pero ya, antes de ser su propio muerto,
está siendo el cadáver de un sueño.

Por ti sabré quizá como viviendo,
se resucita aún entre los muertos.

Pedro Salinas, Largo lamento (1937-38?)

El nostre sincer agraïment a la Montserrat Escartín per compartir amb nosaltres els seus grans coneixements i la passió amb què els transmet.

Fotografies d’Aureli Ruiz
Text: Empar Sáez



  1. No sóc cap expert en literatura, encara menys en poesia, però vaig tenir el plaer de ser alumne de la Montserrat als anys vuitanta a l’IES Torre Roja. Recordo amb molt de goig les seves lliçons, la seva saviesa literària i la seva perícia docent. Em fa patir el menyspreu generalitzat, evident arreu, per l’ús correcte del llenguatge escrit i parlat. Tant és l’idioma. Els meus són el català i el castellà i m’esforço per expressar-me de la manera més correcte i elegant possible, en gran mesura, esperonat per les seves explicacions.

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