Federico Trillo, en su última operación Perejil, desembarcó en Valencia, para disolver el islote-escollo que el juez Flors había colocado en el deseado camino de Rajoy a La Moncloa. Su iniciativa –que adolecía de ciertas incoherencias– le salió tan por la culata como su invasión de Perejil. Dos acusados reconociendo la culpabilidad, uno (Ricardo Costa) que “no sabe o no contesta”, y Camps que, sin recibir garantías sobre su futuro político, se descuelga con una dimisión y con el sostenimiento del juicio (…)
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