Conocí a Isidoro a final de los años 80. Por aquel entonces, servidor trabajaba en un ayuntamiento del cinturón rojo -cada vez menos-, barcelonés. Y a parte de mi tarea profesional eché una mano sindicalmente (…)
Isidoro acudió, presto y veloz, para garantizar –siempre ha sido un convencido partidario- la independencia del sindicato respecto al partido y las instituciones.
Ambos veníamos de procedencias distintas –él fue trotskista, yo no; él militó en CGT, yo no; y él me daba cien mil vueltas como sindicalista. Cuento esto porque Isidoro se ha prejubilado y deja la primera línea sindical en la que se ha mantenido, con sobrados merecimientos, al largo de décadas (miembro de la ejecutiva de la antigua FTAP –hoy FSP-; del Secretariat de Catalunya; secretario general de la sección sindical del Ayuntamiento; defensor de l’afiliat de Catalunya…
Calvo, delgado, burgalés de Guzmán, comarca de Ribera de Duero, en mi admirada Castilla, catalanista, de mirada penetrante y omnicomprensiva… es de las personas más inteligentes que he conocido –y he conocido a pocas como él-. Laboralmente, fue camillero en sanidad y protagonizó luchas y huelgas a cara de perro, de aupa.
Lo recuerdo discutiendo, escuchando, metiendo baza, hablando en las asambleas como los gallegos –que no sabes si suben o bajan pero que conocen a la perfección lo que pueden y deben decir y adonde quieren ir-. Su habilidad para el regateo, su percepción para conocer a quien tiene en frente, era antológica. También su paciencia en las negociaciones siempre complejas y largas –en ese sentido era un “culo de hierro”, como dicen los compañeros italianos-.
Isidoro me intentó enseñar muchas cosas –y uno, cabezón como soy sólo absorbí unas pocas-: la imperiosa necesidad de la independencia sindical, el no levantarse de la mesa de negociaciones antes de la representación patronal; la honradez en las actitudes y los comportamientos; que la línea recta es a menudo la más larga para lograr el objetivo deseado… y otras tantas que ahora no me vienen a la memoria y que, sin darme cuenta inspiran mi comportamiento.
De ideas claras y verbo confuso, hombre de grandes intuiciones y ácrata acabado, con Isidoro nos deja un “maestro”, y para mí, un amigo y compañero querido que jamás olvidaré, y, sobretodo, el prototipo del sindicalista de hoy y de siempre: leal y honrado a carta cabal.
http://twitter.com/perermerono
CANIGÓ, setmanari independent dels Països Catalans
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