Raül Romeva i Rueda

REFLEXIONS PERISCÒPIQUES

Publicat el 1 d'abril de 2008

On queda el caràcter ecològic dels biocombustibles?

En aquest bloc je he comentat en altres apunts els meus dubtes en relació a la dimensió ‘ecològica’ dels agrocombustibles (també anomenats biocombustibles, terme, però que suscita no poques controvèrsies) (veure, entre d’altres, els següents apunts: Amb els biocombustibles no s’estalvia CO2 (entrevista a Hartmut Michel, Premi Nobel de Química) ; o bé Agrocombustibles: més sobre el debat energia-clima-agricultura ). Javier Rico, a El País, feia ahir una interessant descripció de la situació actual, tan pràctica com conceptual i, de fet, començava de manera ben clara titulant l’article amb un “Els biocombustibles perden la seva etiqueta ecològica”. Val la pena llegir-lo, ni que sigui per dotar-nos de nous arguments per al debat.

Los biocombustibles pierden la etiqueta ecológica

Crecen las dudas sobre su capacidad para reducir CO2 y los temores a sus efectos adversos – Reino Unido cuestiona los objetivos marcados por la UE

JAVIER RICO – El Pais/ Madrid – 31/03/2008 (segueix…)

A los biocombustibles cada vez les resulta más difícil llevar colgada la etiqueta de fuente de energía ecológica. La culpa es del creciente número de expertos, investigadores y ecologistas que cuestionan su capacidad para reducir las emisiones de CO2, y hablan los efectos de deforestación y de aumento de las desigualdades que pueden causar.

 

La OCDE admite preocupación por su impacto en el precio de los alimentos

Los biocombustibles tienen más controles que los procedentes del petróleo


Por segunda vez en lo que va de año, la Comisión Europea ha tenido que salir a defender su progresiva incorporación al transporte por carretera -el objetivo es que supongan el 5% en 2010 y el 10% en 2020-, ante las declaraciones críticas de Reino Unido. En las últimas, Robert Watson, asesor de medio ambiente del primer ministro Gordon Brown, recomendó al Gobierno británico que estableciera una moratoria en la aplicación de las cuotas establecidas por la UE y cuestionó seriamente la contribución de los biocombustibles a la reducción de las emisiones de dióxido de carbono (CO2).

“Seguimos pensando que es razonable y hasta modesto aspirar a que en 2020 el 10% de la energía para el transporte proceda de los biocarburantes, hay que pensar que la alternativa es el petróleo”. Ferran Tarradellas, portavoz del comisario de Energía, Andris Pieblags, mostraba así la firme decisión de mantener los objetivos.

También los defendió con los mismos argumentos el propio comisario hace dos meses, justo después de conocer un informe presentado a la Cámara de los Comunes británica (Are biofuels sustainable?), en el que se criticaba el precipitado y poco ecológico desarrollo de los biocombustibles. Sin embargo, no se trata sólo de asesores e informes del Reino Unido. Otros expertos en materias ambientales, numerosos centros de investigación y universidades y la mayor parte de los grupos ecologistas y de defensa de los derechos humanos emiten a diario declaraciones y documentos en los que afirman que los biocombustibles no contribuyen a luchar contra el cambio climático, que provocan graves impactos ambientales en zonas de alto valor ecológico (Indonesia y Suramérica, principalmente), que alteran el precio de los alimentos y que afianzan un modelo agrícola de explotación laboral y alta dependencia de grandes multinacionales.

Los economistas del área de Medio Ambiente de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) acaban de reconocer en un foro abierto en Internet que “el rápido crecimiento en el uso de los biocombustibles de primera generación ha repercutido en el precio de los alimentos y es un tema de preocupación en numerosos países”. Sin embargo, también hablaban de sus beneficios, como la reducción de emisiones del impacto de su producción sobre el medio ambiente.

Se trata de un constante cruce de acusaciones y apoyos que mantienen al sector en vilo, especialmente en Europa. Según Roderic Miralles, presidente de la sección de Biocarburantes de la Asociación de Productores de Energías Renovables (APPA), “países como Alemania o España producen entre el 10% y el 20% de su capacidad instalada, algo inaudito, porque por un lado se nos acusa de tener una gran influencia en la subida de precios y por otro mantenemos plantas sin operar por la inestabilidad del sector”. Además, el sector continental de biocombustibles tiene que luchar contra las miles de toneladas altamente subvencionadas que entran en Europa procedentes de Estados Unidos.

Jorge Riechmann, del equipo técnico del Instituto Sindical de Trabajo, Ambiente y Salud (ISTAS) de Comisiones Obreras, prefiere no mostrar a los biocombustibles, de partida, como ecológicos. “No todo aprovechamiento de la energía renovable resulta sostenible. La idea de sustituir la gasolina y el gasóleo por carburantes elaborados a partir de la biomasa sólo sería buena con muchos menos vehículos de motor en el planeta y mucho menor uso de los mismos; es decir, con otro modelo de transporte”, sostiene.

Uno de los cuestionamientos que se ponen a los objetivos de la UE es que para cubrir los porcentajes establecidos (que ahora superan escasamente el 2%) habrá que poner en cultivo millones de hectáreas, y no todas en Europa. La Agencia de Evaluación Ambiental de los Países Bajos, en un estudio publicado el mes pasado, cuantificaba entre 20 y 30 millones las hectáreas necesarias para abastecer de biocombustibles el 10% de la demanda en 2020. “El sistema de libre comercio conllevará que la UE produzca sólo la mitad de los cultivos necesarios, mientras que la otra mitad se importará”, concluía.

El cultivo y producción en terceros países, la roturación de terrenos vírgenes, el empleo de maquinaría pesada para la plantación y recolección, la utilización de fertilizantes y plaguicidas y el transporte hacia los lugares de procesamiento y consumo cuestionan la contribución de los biocombustibles en la lucha contra el cambio climático y, por el contrario, hacen pensar que, incluso, pueden favorecer el aumento de las emisiones. Así lo piensa, no sólo el instituto holandés, sino organizaciones ecologistas como Greenpeace y Amigos de la Tierra y varios estudios publicados recientemente en la revista Science.

El Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), dependiente del Ministerio de Industria, advierte de que la política de la UE va mucho más allá de los porcentajes. “Nunca antes se había llegado tan lejos con la exigencia de sostenibilidad, hasta el punto que los biocombustibles reciben un peor trato que la producción agrícola tradicional o los carburantes fósiles, para los que no existen esas exigencias”.

La nueva directiva europea de energías renovables dice que no se podrán etiquetar como biocombustibles los que utilicen materias primas de bosques vírgenes, praderas y áreas protegidas o de la conversión de humedales y zonas de silvicultura, ni los que emitan por encima de un 35% menos de GEI que los combustibles fósiles. “Esto supone primar el uso de carburantes fósiles”, asegura el IDAE.

En cualquier caso, las investigaciones para mejorar los biocombustibles siguen en marcha. Y avanzan. “Entre las muchas direcciones en las que se trabaja, está la de atender a las características de cada mercado. Por ejemplo, en el norte de Europa, habrá un desarrollo viable y sostenible en torno al aprovechamiento de los residuos forestales y de las fábricas de pasta de papel. En el sur de Europa habrá que pensar en aprovechamientos o plantaciones que no supongan una alta demanda de agua. Es decir, adaptarse a la geografía y la climatología para producir de forma sostenible”, asegura Luís Cabra, director corporativo de Tecnología e Ingeniería de Repsol YPF y presidente de la Plataforma Tecnológica Europea de Biocarburantes.
Con información de Ricardo M. de Rituerto (Bruselas) y Patricia Tubella (Londres)


Font foto: Garcia Cordero/ El País



  1. el màrqueting dels
    biocombustibles es va centrar en el seu moment en la malversació
    del seu impossible caràcter “bio”. B, en el seu moment
    els va funcionar… ja es sap, a un problema mediatic, una solució
    mediatica.

     

    Ningú que hagi aprofundit una
    mica en els fonaments d’aquest producte (no oblidar que el va
    inventar/descobrir l’inventor dels motors dièsel ara ja fa una
    pila d’anys) pot pretendre que sigui un substitut del petroli en una
    relació 1:1, i que ni molt menys sigui un producte 100% net.
    Això no vol dir que sigui millor o pitjor que el petroli.
    Pretendre tapar-los de mala fama no es sap molt b a qui beneficiarà,
    per tant, mantenir l’esperança raonable amb els
    biocombustibles es necessari. Els biocombustibles son una
    oportunitat, una oportunitat que de la capacitat dels nostres líders
    polítics i econòmics dependrà el seu
    aprofitament i bon us…

     

    M’agrada aquella teoria que diu que una
    producció correctament planificada (principalment en el que
    fa a utilització de matèries primeres: per exemple
    reforestar grans extensions amb oliveres i sistemes de regadiu de
    precisió), pot servir per facilitar la transició cap a
    altres models de combustible fent de pont desde el petroli. Es a dir,
    disminuir la dependència del petroli provinent de regions
    inestables, millor control del seu preu, innovar en els processos per
    obtenir un producte de major qualitat i sostenibilitat, refredar el
    calendari abans de la fi de les reserves del petroli tot llevant
    excuses al màrqueting nuclear, i sobre tot, una orientació
    sectorial a les solucions energètiques.

     

    Esper que, com dius, el debat sigui ben viu amb arguments cada cop més ben construits.

    Salutacions desde Menorca

  2. El petroli, el gas natural i el carbó són, en certa manera, energia solar fòssil. O, si ho preferiu, són biocombustibles fòssils. Efectivament, sense el sol no hi hauria hagut vegetació, i sense la vegetació d’èpoques pretèrites avui no hi hauria ni carbó ni gas natural ni petroli.
    Crec que la diferència no rau en el fet que els biocombustibles produeixin menys diòxid de carboni – que en produeixen, per terme mitjà, igual – sinó que representen la substitució d’uns recursos antics que s’estan exhaurint per altres que s’aniran produint a mesura que es consumeixin.

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