Oi?

És ben curiós, que tothom, o gairebé tothom, defensi coses tan semblants quan en parla, i que per contra la pràctica sigui tant una altra. Parlo de l’ofici de l’editor.
[…]

Avui, per exemple, Josep M. Muñoz escriu a
La Vanguardia, arran de la publicació de la correspondència entre Pla i Cruzet, un
“Elogio del editor” on diu:

“Es evidente que la situación de la literatura catalana es ahora, incomparablemente, mejor. Para empezar, ahora no existe la censura; al menos, la censura política. Pero ahora el gran condicionante de nuestra literatura es el mercado -un mercado que es de ámbito español y muy poco propicio a la diversidad lingüística-. ¿O acaso no sigue siendo la labor de un editor catalán de hoy “la lucha por construir su colección, para conseguir unos espacios de proyección más amplios, para recuperar el público lector y para ganar a unos sectores indiferentes -y hostiles- a la lectura en catalán?” Esa exacta descripción, con la que la editora de la correspondencia, Maria Josepa Gallofré, se refiere a la labor de Cruzet, sigue siendo perfectamente aplicable a la realidad presente. Y hoy sigue faltándonos también la revista que Cruzet reclamaba con tanta insistencia. Por ello, quizás ya sería hora, después de tanto tiempo de hablar de normalización, de pasar a la acción.”

Res pot ser més lluny de la meva intenció, ho saben els que em coneixen, que corregir la posició de Muñoz. Però pensava, abans de fer un nou salt a l’acció, com es pot fer casar aquesta concepció de l’editor amb unes altres paraules que llegia, també avui, a
El País. A propòsit de la presentació d’un giny de paper electrònic, anomenat Librié per Sony i E-book per Toshiba, Verdú, sempre esmolat, apunta un horitzó de futur prou revolucionari:

“No hará falta adquirir el periódico impreso y sí un acceso que otorgue el derecho a almacenar uno o varios diarios, revistas o libros dentro del aparato. ¿Se leerá de esta manera más, puesto que el texto llega en pantallas? Se leerá, como ya está ocurriendo, de otra manera y ello constituirá, en realidad, el auténtico cambio de la cultura. Hasta el momento, ni la televisión, la radio, la realidad virtual o los reality show pudieron exterminar los libros. Son ahora los libros quienes se suicidan acabando con su naturaleza proverbial. La condición del libro electrónico induce al hipertexto, el menudeo, la dispersión, y, en consecuencia, los escritores -todos los escritores- habrán de subordinarse al sistema.”

Potser el triomf del “mercat” no era el problema, sinó només el cop de vent que avisa de la tempesta que s’acosta… L’últim, que tanqui la porta.