Fòrum Narcís Monturiol

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5 de novembre de 2017
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NOTAS  DE LECTURA DEL  ‘LIBRO NEGRO DE LA INDEPENDENCIA’

NOTAS  DE LECTURA DEL  ‘LIBRO NEGRO DE LA INDEPENDENCIA’

Autor: Juan Carlos Segura Just

Prólogo de Josep Ramon Bosch

Editorial Reseda, 3ª  edición. Barcelona, 2015.

Primera nota:  el libro, a pesar de tratarse de una tercera edición   –es decir, con tiempo suficiente para enmendar errores–,  contiene demasiadas faltas de ortografía y de ‘estilo’:   la puntuación es tan irregular como arbitraria, lo cual me parece una desatención a la RAE  (más que al ‘Institut d’Estudis Catalans’).

Segunda nota:   la estructura del libro hereda la práctica del ‘Memorial de greuges’ (‘Memoria en defensa de los intereses morales y materiales de Cataluña’) de 1885,  presentado a Alfonso XII, el 10 de marzo de 1885. Difieren, sí, las intenciones y los contenidos.

Tercera nota:  el libro arranca con una serie de afirmaciones tajantes  –“indudablemente”, “sin ningún género de dudas”–   sobre el hecho, considerado incontrovertible, de que “España (sic) es la nación más antigua de Europa, ya que nace entre los años 410 y el 415, en que muere Ataúlfo”  (p. 29 y ss.). Dado que el autor de esta nota, aunque ha publicado muchos libros en los que abundan las referencias históricas, no es historiador… se limita a explicar su perplejidad ante la contundencia ‘irrebatible’ del autor, en esta su ‘enmienda a la totalidad’ de cuanto han afirmado (y siguen defendiendo)  historiadores con un notable peso científico y académico.  (Esta nota vale para la totalidad de la lectura del libro).

Cuarta nota: a modo de ejemplo, en la p. 53, y al hablar de la ‘Renaixença’, el autor habla del desastre de 1998 (sic).  (¿Le traiciona el subconsciente?  ¿Considera –y en este punto estaríamos de acuerdo–  el desastre que supuso para España y para Cataluña el primer gobierno de José María Aznar?   ¿No le parece al autor que hay que aceptar, aunque sea con resignación, el cambio de colores políticos en los gobiernos de los países democráticos?  Aunque el autor de esta nota nunca se haya manifestado ‘fan apasionado’ de JM Aznar, reivindica, en contra del autor del libro, su respeto por la decisión de los votantes porque, como dice la Constitución Española de 1978, art. 1,2:   ‘La soberanía nacional reside en el pueblo español, del cual emanan los poderes del Estado’).

Quinta nota:  el autor de estas notas de lectura confiesa su falta de erudición y de talento, cuando afirma que no entiende ni las comparaciones en lo que se refiere a comportamiento ‘autonomista’ –y en ocasiones ‘independentista’–    de los distintos pueblos ibéricos  ni la sagacidad del autor en lo que a prospectiva política se refiere. P.e.,  cuando en la p. 242 afirma sin tapujos que cuando los nacionalistas dicen que en la Catalunya independiente  vivirían como los suizos o los andorranos, lo argumenta porque Suiza y Andorra son ‘paraísos fiscales’.  O cuando relaciona ‘separatismo’  con ‘Carlismo’, ya que los presuntos separatistas han ‘emigrado’ de la consigna ‘Dios, Patria y Rey’, hacia la tríada ‘patria, patria y patria’, que se puede traducir como ‘Catalunya, Catalunya, Catalunya’.

Sexta nota: tampoco resulta clara la rotunda afirmación de que el auge ‘nacionalista/independentista’  de la Catalunya actual se basa ‘únicamente’  en el poder de los gobiernos de CiU, bautizados, sin más, como representantes genuinos de la burguesía catalana.  Es interesante repasar los estudios del poco sospechoso Isidre Molas, tantos años vicepresidente del Senado español, sobre quién es quién en la burguesía catalana. ¿Por qué se olvida el autor, de forma tan sistemática, del poder local en Cataluña, que nunca ha sido un mero apéndice del poder autonómico?  Quien esto escribe, barcelonés de nacimiento, ha sido doce años diputado en el Parlament catalán, sí, pero quince concejal  de un ayuntamiento de cerca de noventa mil habitantes, en el corazón del área metropolitana de Barcelona y con cerca de un 85 % de población de origen andaluz.  ¿Cómo explica el autor la deriva de tantos sectores de la población metropolitana hacia actitudes que él considera erráticas?  ¿Abona la idea de que ‘el pueblo llano’ es, por definición, ‘ignorante’?  (Quien esto escribe sería capaz de aportar muchos datos sobre la afirmación de la p. 49 acerca de la presunta  ‘asfixia económica de la Feria de Abril’. Pero la cuestión está ‘sub iudice’  y el autor de estas notas siente un gran respeto por la justicia).

 

Séptima nota:  a pesar de que quien esto escribe no sabe cómo mide el autor (p. 96) la ‘ausencia de clamor popular’, sí que le pediría más rigor en sus predicciones,  ‘cum  –o sine—fundamento in re’, por la alarma social que pueden provocar. P.e.: ¿en qué documento oficial se apoya para afirmar lo que dice en la p. 223 que, en el caso de la Independencia de Cataluña,  “el castellano o español no tendría tratamiento legal alguno”?  ¿En qué se basa para augurar  –p. 289–  que con la Independencia tendría lugar en Cataluña el nacimiento de un nuevo terrorismo? (La afirmación es tan grave que me atrevo a pedir una investigación de oficio sobre algo que puede socavar los cimientos democráticos de todo un país.  Lo mismo digo sobre las conclusiones y el anuncio apocalíptico de las decadencias moral, social, política, de identidad, cultural, revanchismo, bloqueo  internacional que se ciernen sobre Cataluña, si el gobierno del Estado no se apresura a aplicar la suspensión de la autonomía (art. 155), el Estado de Excepción, el Estado de sitio  (Ley orgánica 4/1981, art. 32), la amenaza de la que el autor llama ‘falsa República’, aun cuando dejen a los catalanes entornar su himno, según el autor, erótico: ‘Els Segadors’, p. 221.

                                         Ignasi  Riera  (Madrid)

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