Fòrum Narcís Monturiol

Grup d'opinió

6 de novembre de 2012
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LA SONRISA DE LIMAM

Hacía ya algunos años que nos rondaba la idea de acoger un niño saharaui durante el verano, pero nunca habíamos acabado de hacerlo. Quizá por indecisión, por comodidad, o por un cierto egoísmo, aunque seguramente por un poco de cada cosa, cuando se acercaba el momento de hacer las gestiones para solicitar la acogida, no acabábamos de dar el paso definitivo.

 

Finalmente este año nos decidimos. Esta vez sí. Estábamos un poco hartos, por no usar una expresión mucho más contundente, de ver las injusticias y la insolidaridad generaliza que nos rodea, y esta vez sí que queríamos aportar nuestro ínfimo granito de arena contra esta lacra. Por otro lado, también queríamos que nuestros hijos, de 8 y 5 años, tuvieran contacto con un niño procedente de una realidad completamente diferente.

 

Así que hacia marzo de 2012 nos pusimos en contacto con la delegación en el Baix Llobregat de la ACAPS – Federació d’Associacions Catalanes Amigues del Poble Saharaui y tras un par de encuentros con las diferentes familias que querían acoger niños y con los miembros de la asociación, todo quedó dispuesto para la tramitación de la petición de acogida. Al poco tiempo nos contestaron de forma afirmativa, nos habían asignado un niño de 9 años llamado Liman y que procedía del campamento de refugiados Aaiun.

 

Las semanas pasaron rápido y cuando nos quisimos dar cuenta, el esperado momento del encuentro con Liman había llegado. Todos en casa estábamos un poco nerviosos, especialmente nuestros niños, que mostraban su ansiedad sin ningún tipo de disimulo.

 

Primeros días

 

¿Quién dijo que iba a ser fácil? Efectivamente, los primeros días se hicieron bastante duros. Por lo que hemos visto, los niños saharauis que vienen de vacaciones por primera vez, llegan totalmente desorientados y con algunas ideas extrañas del tipo: venimos para quedarnos o ya no volveremos más a casa, o nos van a hacer cristianos… etc. Posteriormente, los miembros de la asociación nos explicaron que este tipo de ideas son consecuencia de las historias que los niños veteranos explican a los novatos para asustarles y reírse de ellos.  

 

Otros malos ratos eran los momentos de llantos desconsolados de Limam, que se repitieron a lo largo de la primera semana de estancia. Nosotros nos imaginábamos que eran debidos a añoranza por su familia y su hogar y que no había detrás nada grave, pero era realmente descorazonador verle envuelto en un mar de lágrimas sin poder consolarle, ya que la barrera idiomática nos impedía comunicarnos fluidamente con él

  

Poco a poco y gracias a la predisposición de toda la familia la fase de adaptación y conocimiento mutuo se fue superando. También fue clave el inicio de las actividades en el Esplai de verano que durante todo el mes de julio Limam y nuestros hijos compartieron juntos. Desde aquí quiero agradecer al Ayuntamiento de Cornellà de Llobregat el esfuerzo que realiza cada año en causas solidarias como ésta. Es de agradecer. Quiero decir en este momento que el Ayuntamiento de Cornellà financia el pasaje de avión y la matrícula en el Esplai de los niños saharauis que viajan a España gracias al proyecto solidario “Vacances en Pau”.

 

Gracias al Esplai Limam tenía una actividad diaria y cotidiana que le sirvió para sentirse útil e integrado y que le permitió relacionarse con otros niños de su edad, aparte de los nuestros. 

 

Vida cotidiana

 

Durante el mes de julio la asistencia rutinaria al Esplai de Limam y nuestros hijos era el eje sobre el que pivotaba toda la vida familiar. La vuelta a casa la hacían en transporte público y aprovechábamos la ocasión para inculcar en Limam la importancia de cumplir con las normas de seguridad vial tales como respetar los semáforos y extremar el cuidado al cruzar la calzada. Ya nos habían advertido en la asociación que los niños saharauis desconocen totalmente las mínimas normas de seguridad vial y que hay que tener especial cuidado en inculcárselas y no permitirles saltárselas. Del mismo modo, estábamos advertidos de otros aspectos sobre los que teníamos que estar muy alertas, como por ejemplo en las piscinas y playas, ya que ninguno de estos niños sabe nadar, aunque ellos digan lo contrario y se muestren muy ofendidos si no se les cree.   

 

A medida que nos relacionábamos con las otras familias de acogida nos íbamos dando cuenta de la red de solidaridad establecida en torno al pueblo saharaui. Así, cada año, todos los niños acogidos son sometidos a control médico completo, incluyendo revisión oftalmológica y odontológica. Pero lo más satisfactorio fue comprobar que todos los especialistas y profesionales que prestaban estos servicios lo hacían de forma desinteresa y altruista. Parece ser que en medio de la sociedad egoísta y ensimismada en la que vivimos hay personas, espero que no pocas, que se rebelan y actúan llevadas por sentimientos solidarios y sin ánimos lucrativos.

Los días iban pasando entre l’Esplai, deberes, televisión y futbol, mucho futbol. Nuestros hijos juegan en el equipo de futbol local y dos veces por semana tenían entrenamiento, por lo que esos días bajábamos al campo de futbol y Límán (y a veces, algún otro niño saharaui) nos acompañaba. Al poco Limam se había convertido en la atracción del resto de niños y padres. Todo el mundo estaba interesado en la historia de Limam y de cómo eran sus condiciones de vida en los campamentos. Mientras los padres hablábamos y nos refugiábamos del achicharrante sol, los niños, Limam incluido, pasaban toda la tarde jugando al futbol sin descanso, incluso muchas veces los padres nos uníamos a los partidillos.

 

Un día, aprovechando que Limam cumplía años durante su estancia en Barcelona, los padres de los compañeros del futbol de nuestros hijos, decidieron hacerle un regalo. Entre todos hicieron una colecta y le compraron unas botas de futbol, unos guantes de portero y un balón de cuero, que firmaron todos los niños. Un gran gesto por su parte.

 

Pero había lago que fallaba. Yo ya me había dado cuenta, pero la cosa quedó muy en evidencia un día que estábamos repasando las fotos del día que a Limam le dieron los regalos futbolísticos. Limam no sonreía. Siempre mostraba un semblante serio e inexpresivo. Solo se mostraba levemente sonriente viendo dibujos en la tele o jugando con la consola de videojuegos.

 

Por las noches, tras ver un rato la tele (invariablemente dibujos animados), a veces le buscaba videos en Youtube sobre los campamentos saharauis en Tinduf. Él los miraba sin perderse detalle alguno. Finalmente, para dormir, les leíamos un cuento. Hubo días en que nuestros hijos se dormían viendo la tele y Limam, a la hora de irse a la cama, nos pedía igualmente el cuento, aunque en gran parte no lo entendiera.    

 

Convivencia plena

 

Durante el mes de agosto la convivencia fue completa, puesto que el periodo de Esplai se limita solo al mes de julio y por lo tanto, los niños saharauis quedan exclusivamente a cargo de las familias de acogida.

Así que nos pasamos todo el mes de playa, piscinas y visitas a parques de atracciones, acuarios y parques acuáticos. Limam mejoró rápidamente su nivel de castellano, cosa que facilitó su total integración en la familia.

 

A medida que pasaba el tiempo fue ganando peso y tomando un mejor aspecto, cosa que evidencia las carencias alimenticias (y de otro tipo) que se producen en los campamentos de refugiados saharauis. Jugaba con nuestros hijos de forma espontanea y con una total compenetración. Puntualmente íbamos quedando con algunos de los niños saharauis que estaban con otras familias y se pasaban la tarde explicándose mutuamente sus respectivas experiencias. Lo mejor de todo fue constatar que el rostro de Limam dejó de ser inexpresivo y pasó a tener una sonrisa permanentemente dibujada que no desaparecía en ningún momento del día.  

 

Fin de la experiencia y despedida

 

El día de la partida se aproximaba y de forma inconsciente e involuntaria íbamos haciendo un repaso mental de las experiencias vividas. Los días difíciles del principio habían quedado totalmente olvidados, parecía que habían ocurrido hace años. La actividad en el Esplai, tan importante para la adaptación inicial, formaba parte de un recuerdo positivo. Los días de agosto estaban más cercanos en el recuerdo como jornadas maratonianas de futbol, juegos diversos y parque de atracciones. En resumen, una experiencia plena y satisfactoria para todos, con la guinda final de la sonrisa dibujada de forma permanente en el rostro de Limam.

 Roberto

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