Conocí a Saul Landau en 1973, cuando vino a Washington, D.C. con un equipo de cine para realizar un documental sobre “el Congreso del Watergate”. Me pidió una entrevista para la película y, como yo era un obscuro senador principiante, acepté de inmediato. Desde aquel entonces nos hicimos enseguida amigos. Nuestras familias se mezclaron, y su hija, Carmen, y mi nieta, Corrine, crecieron más o menos juntas en el mismo vecindario del bucólico gueto blanco en el que vivíamos llamado Northwest Washington, D.C. (…)
BRAUN, memòries d’una fàbrica / BRAUN, memorias de una fábrica
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