Los primeros días de abril se convocaron oficialmente las elecciones
locales y autonómicas, aunque hace ya semanas que nuestras calles y
plazas se han ido llenando de imágenes de señoras en traje de chaqueta
de estilizado diseño y caballeros en mangas de camisa recién planchada,
todos muy dispuestos a esforzarse por nosotros, humildes ciudadanas y
ciudadanos. Ha llegado la primavera electoral, pródiga en sonrisas y
buenas intenciones y, según se asegura, pronto florecerán nuevos
centros educativos, hospitales, aparcamientos subterráneos, parques y
un sinfín de mejoras tan necesarias para barrios y ciudades.
Tanta bondad, tanta empatía, tanto altruismo por parte de
personas tan atentas a nuestras necesidades sólo requiere para hacerse
realidad que demos cumplimiento responsable a nuestro derecho, y a un
tiempo sagrado deber democrático, consistente en acudir el día
convenido a extender, a su nombre naturalmente, esa especie de cheque
en blanco en que pretenden convertir nuestro voto. Un ritual que
fundamenta su eficacia en la pretensión de que el elector,
aparentemente moldeable a golpe de publicidad, se ajuste al pretendido
guión de votar movido más por la ilusión del futuro que se le promete y
por el deslumbramiento de grandes fastos mediáticos, que por una
elección racional, nacida de la evaluación del comportamiento y
resultados reales del periodo de gobierno de la candidata o candidato
de turno y del examen de credibilidad que puedan merecer quienes
ofrecen para el futuro cuanto podría ser ya realidad si se hubiesen
aplicado a ello en el inmediato pasado.
Con obstinada y lamentable frecuencia, responsables políticos
que durante cuatro años ejercieron una suerte de autismo político que
parecía impedirles escuchar y recoger las inquietudes y propuestas de
la ciudadanía, incapaces de consultar y de rendir cuentas ante aquellos
a quienes deben su posición, al llegar las fechas electorales se
postulan a sí mismos como próximos, receptivos y accesibles para la
comunidad.
Pulcros y afables, ahora desde sus pedestales publicitarios.
Alcaldesas y alcaldes que han acreditado repetidamente su incapacidad
para escuchar y tomar en consideración el parecer de los afectados por
actuaciones nefastas para nuestro patrimonio y de nula rentabilidad
social como son la destrucción de la huerta de La Punta para una ZAL
fantasma, la injustificable prolongación de Blasco Ibáñez a través del
Cabanyal o el traslado forzoso del hipermercado de Saplaya a la huerta
histórica de Vera-Alboraia, entre otras; personajes rabiosamente
opuestos a discutir y consensuar con sus propios conciudadanos el
modelo de ciudad deseable (Porxinos y otros PAI en Riba-roja de Túria,
Nou Mil·lenni en Catarroja, Manhattan de Cullera, entre otros tristes
ejemplos), responsables de despilfarrar unos limitados recursos
naturales que ya no podrán disfrutar nuestros hijos, nos exhortan a
entregarles un voto que parece ser lo único que anhelan de nosotros.
Encantados de conocerse y seguros de saber lo que nos
conviene, mejor incluso que nosotros mismos, pocos se han sentado a
hablar con las ciudadanas y ciudadanos de a pie de sus problemas y
aspiraciones, ninguno presenta un balance real de gestión que incluya
sus incumplimientos y la voluntad de corregir sus errores, nadie es
capaz de comprometerse con los destinatarios de su sonrisa a diseñar y
construir juntos nuestras ciudades.
Cuando en todo el mundo resuena la preocupación por la baja
calidad democrática de las fórmulas tradicionales de relación entre
representantes y representados, por el alejamiento entre unos políticos
cada vez más profesionalizados y distantes y una ciudadanía cada vez
más consciente que demanda nuevos espacios de expresión y
participación, alguien como la señora Barberá, mentora y referente de
Camps, parece no sentirse siquiera obligada a explicar su reiterado
incumplimiento de la Ley de Régimen Local, que, desde diciembre de
2003, obliga a ciudades como Valencia a crear un consejo social de la
ciudad en el que se integren las organizaciones sociales, económicas,
profesionales y de vecinos más representativas. Un consejo cuyas
funciones mínimas, según dicha ley, han de ser: la emisión de informes,
estudios y propuestas en materia de desarrollo económico local,
planificación estratégica de la ciudad y grandes proyectos urbanos.
Expertos e instituciones, desde Naciones Unidas a la Unión
Europea, pasando por la OCDE, recomiendan desde hace años implicar cada
vez más a los ciudadanos en la elaboración de las políticas públicas,
fortaleciendo la información, la consulta y la rendición de cuentas,
alentando, en definitiva, la participación activa de la ciudadanía a
través del establecimiento y uso efectivo de mecanismos de democracia
participativa que superen las limitaciones de la actual democracia
delegativa.
Por contra, en muchos pueblos y ciudades valencianas, al igual
que en Valencia, se obstaculiza el acceso a la información de la
ciudadanía, se ciegan los cauces para su libre expresión, se coarta su
elemental derecho a la más mínima participación en las grandes
decisiones sobre el futuro de sus comunidades y, tan sólo cuando se
aproxima el día de las elecciones, se nos invita a plebiscitar a
quienes, con irritante frecuencia a lo largo de los últimos años, han
pretendido mantener a las ciudadanas y ciudadanos en un estado de
minoría de edad intelectual, tratándonos como meros objetos de la
gestión política y privándonos de toda capacidad de decisión.
Pretender limitar la democracia al día electoral es una
falsedad interesada, es tratar de perpetuar un modelo que excluye a los
ciudadanos de la política real, limita nuestros derechos y busca
relegarnos a una mera función de consumidores de decisiones ajenas.
Pero hay algo importante para lo que siempre puede servirnos ese día:
para sacar de su ensimismamiento y de su sillón a tanta/o narcisista
prepotente.
*Abogado
[www.terracritica.org] |
Ei!Entre uns i altres lios m’he acostat cap al teubloc un moment, abans d’anar a música a Oliva de nou…
Ah, em vaig alegrar molt que et presentares com a candidat del Bloc!El que més lamente és ser tan jovenet…:(
No he pogut llegir els articles encara, esta nit si tinc temps tornaré. Això si, la campanya per a que els joves voten la seguiré entre les meves amistats per a que d’ací a dos anys anem tots a votar!!!
Sort a les eleccions, estem amb tu!