Els Papers de Santa Maria de Nassiu

EDUQUEU ELS XIQUETS I NO HAUREU DE CASTIGAR ELS HOMES (PITÀGORES)

19 d'abril de 2008
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Pom d’articles (3)

Seguint amb el costum de penjar-vos articles que han estat publicats a la premsa escrita us deixe avui els que teniu tot seguit:

El insulto también es violencia

La
agresión verbal es tolerada en los estadios – Las ofensas no desahogan, irritan
más

CECILIA FLETA

 

EL
PAÍS  –  Sociedad – 09-04-2008

 

Rajoy no tiene legitimidad

FRANCESC DE P. BURGUERA

 

EL
PAÍS – 07-04-2008

 

 

Transporte (LEVANTE-EMV)

RAFAEL RIVERA

 

El insulto también es violencia

La
agresión verbal es tolerada en los estadios – Las ofensas no desahogan, irritan
más

CECILIA FLETA

 

EL
PAÍS  –  Sociedad – 09-04-2008

El insulto se siente cómodo en los estadios en España, donde se
vive el ejemplo más notorio de la ligereza y la frecuencia de la agresión
verbal en este país. Un estudio recién publicado en la revista International
Journal of Intercultural Relations, en el que han participado 3.000
estudiantes de 11 países, identifica la virulencia del insulto en España, al
igual que en otros países mediterráneos, con ataques a la familia o el
cuestionamiento de la virilidad del insultado.

Este periódico ha acudido a varios
estadios, desde Primera División a entrenamientos de barrio, y no hay papel
suficiente en un periódico -ni ganas- para recoger todos los insultos
escuchados. En el campo de fútbol se contempla como algo normal chillarle al
árbitro todo tipo de improperios desde la grada. La alarma sólo aparece cuando
el insulto escala un peldaño más y se convierte en agresión física, como
ocurrió hace unas semanas en el estadio Ruiz de Lopera, en Sevilla, cuando un
aficionado del Betis lanzó una botella al campo que causó heridas en un ojo al
portero del Athletic de Bilbao. Sin embargo, el insulto y la agresión física
son formas de violencia que sólo se distinguen por una cuestión de grado y la
línea que las separa es extremadamente fina.

El etólogo británico Desmond Morris
comparó en su libro El deporte rey la competición entre dos
equipos de fútbol con la guerra entre tribus y encontró, uno por uno, todos los
rituales bélicos tradicionales. “El fútbol, en cuanto enfrentamiento,
tiene un componente muy importante de agresión al rival”, explica el
profesor titular de Sociología de la Universidad Complutense
de Madrid Andrés Canteras. Esa agresividad se transmite al público, que con
entusiasmo la traduce a palabras no siempre biensonantes. “¡Vete a tomar
por culo, cabrón!”, se registró en uno de los cuatro partidos de fútbol de
diferentes categorías que fueron tomados para ilustrar este reportaje.
“Vete a la mierda, ¡cabrón!”, “¡Subnormal!”,
“¡Árbitro, gilipollas!” o “¡Cuentista de mierda!” son otros
de los anotados. Muchos de estos insultos están entre los más repetidos, en
general, entre los españoles, que se diferencian del resto de países en su
capacidad única para faltar aludiendo a la virilidad, según el estudio
internacional sobre insultos y diferencias culturales, que en España ha
coordinado Carmen Carmona, de la
Universidad de Valencia.

Y la violencia verbal es cualquier
cosa menos inocente. Según la catedrática de Psicología de la Universidad de Córdoba
y experta en violencia Rosario Ortega, “la diferencia entre la violencia
verbal y la física es una mera cuestión de grado, pero hay formas de violencia
verbal que pueden doler mucho si atacan determinadas partes de la
identidad”. Puede ser el caso, por ejemplo, de insultos como “¡Negro
hijo de puta!” y “¡Corre, puto negro!”, espetados por
aficionados del Real Madrid a un jugador propio (el defensa holandés Drenthe)
en un partido contra el Getafe.

El insulto racista se percibe como el
más grave, pero muchos aficionados que han interiorizado el estigma social del
racismo optan por agresiones igualmente ofensivas pero no tan mal vistas que
atacan a un aspecto de la personalidad del atacado. Siempre hay algún jugador
calvo, feo, bajito o sospechoso de homosexualidad del que poder mofarse.
“¡Pero qué dices, enano!”, le espetaban a un árbitro de baja estatura
en la localidad toledana de Sonseca, en un partido del equipo local contra el
Mora CF. Otros insultos como “¡Calvo de mierda!” o
“Guti-Guti-Guti maricón” fueron escuchados en el estadio Vicente
Calderón de Madrid.

En ocasiones basta el factor
diferencial de la procedencia geográfica para justificar el insulto. Al árbitro
del encuentro entre el Atlético de Madrid y el Athletic de Bilbao el pasado 17
de febrero le gritaban “Sevillano hijo de puta” por favorecer
supuestamente a los jugadores del equipo bilbaíno. A éstos, por su parte, se
les espetaba: “¡Vascos de mierda, joder!”, mientras que del sector
donde ondeaban más banderas españolas llegaba un coro antiterrorista mezclado
con el estremecedor enaltecimiento de un crimen pasado: “Puta ETA, puta
Zabaleta”.

“Para las personas que insultan
en el fútbol, ésta es la posibilidad de exteriorizar muchas inhibiciones y
emociones contenidas”, recuerda Andrés Canteras, y lo compara con el
placer que experimentan muchos usuarios de servicios sexuales al insultar a una
prostituta. La catedrática de Psicología niega, sin embargo, que la violencia
sea una “necesidad ontológica” del ser humano y que tenga una función
de desfogue. “La creencia de que insultando en el fútbol la gente se
descarga es tan falsa como que fumar relaja”, asegura. No sólo no
descarga, sino que es perjudicial para la propia persona, ya que “lesiona
el criterio moral y el balance emocional del agresor”. Cuando un agresor
verbal se va a su casa, “se siente como un energúmeno porque se ha
comportado como un energúmeno”, comenta Ortega.

“Toda violencia es una respuesta
inapropiadamente agresiva ante una situación que se percibe como
frustrante”, define Ortega. En realidad, toda conducta violenta parte de
lo mismo, sólo que la exteriorización o manifestación puede ser más o menos
grave, y en este sentido la agresión verbal sería la forma menos grave, añade
la catedrática.

El de los estadios es un fenómeno
colectivo que ya llamó la atención a principios del siglo XX, en el que las
personas sienten que su identidad está diluida en términos de su control moral.
Para el sociólogo Canteras, en el fútbol se crea una inercia emocional
colectiva: “Se pierden las inhibiciones al ver que todos insultan, como
producto de un gran acuerdo tácito. Encuentran en la colectividad la
legitimación para llevar a cabo comportamientos que no tendrían en
solitario”. Rosario Ortega lo explica como una “disminución del
autocontrol ético-moral de los aficionados al diluirse en la colectividad,
acompañado de un contagio emocional entre los sujetos”. Además, apunta
Ortega, esto se ve agravado porque la relación deja de ser interpersonal para
pasar a ser entre una persona y un ente más o menos lejano, intangible y
difuso, como puede ser el árbitro, que se convierte en el objeto de las iras.

Esta lejanía se rompe cuando un
individuo lanza un objeto al campo con intención de dañar a otro, momento en
que se produce una “relación directa interpersonal” entre agresor y
agredido. Quien pasa del insulto al lanzamiento de una botella, como ocurrió
hace unas semanas en Sevilla, “está liderando el paso a un grado más allá
de la violencia”. “Dar el paso hacia otro nivel, debido al factor del
contagio, es invitar conscientemente a los demás a pasar a la acción”,
señala la catedrática. Ayer mismo, la Audiencia de Barcelona confirmó la pena de tres
años de prisión a tres hinchas del Espanyol por violencia.

En opinión de la psicóloga, las
personas que acostumbran a insultar en los estadios no son necesariamente más
violentas que el resto en su vida normal, pero sí tienden a aumentar el nivel
de agresividad de su conducta en el estadio. “El psiquiatra Luis Rojas
Marcos lo describió de una manera muy interesante cuando dijo que existe una
espiral de la violencia. El que participa en algún tipo de violencia tiene
tendencia a meterse en otra mayor. Se habitúa a la violencia y pierde la
sensibilidad moral”, explica. Pero hay que distinguir, advierte, la
agresión “unidireccional e injustificada” de la pelea, que es
bidireccional.

Para Canteras, “lo más
preocupante es que hay padres que llevan a sus hijos al fútbol, les enseñan el
comportamiento agresivo y los socializan en la cultura del insulto, y no tienen
la sensación de haber hecho nada malo”, añade Andrés Canteras. Canteras
considera la agresividad en el deporte “comparable a la que encontramos en
el tráfico de una gran ciudad”. Para comprobarlo no hay más que subirse a
un taxi madrileño un día cualquiera y esperar a que el conductor se desespere.

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políticamente correcto no aterriza


Obsesión viril

 

 


“La cultura española es única en su especialización en referencias a la
virilidad”. Así lo asegura el estudio sobre insultos y diferencias
culturales, dirigido por el profesor holandés Jan Pieter Van Oudenhoven,
para el que se ha entrevistado a casi 3.000 universitarios de 11 países. Lo
acaba de publicar la revista International Journal of Intercultural
Relations.- Los insultos más recurrentes en español son imbécil/subnormal/idiota,
tonta/estúpida, maleducada, gilipollas y cabrona, a las mujeres. A los
hombres, imbécil/subnormal/idiota, gilipollas, tonto/estúpido, cabrón y
capullo.- Machismo mediterráneo. Los países mediterráneos en general, y
España y Grecia, en particular, son los que más ponen en duda la virilidad
de los demás, algo que el estudio relaciona con el machismo.- Las mujeres,
en general, reciben menos insultos (con las excepciones de Alemania y
Croacia) y los que reciben son más suaves. Esto es mucho más acusado, de
nuevo, en los países mediterráneos.- La familia o el éxito social. Mientras
las referencias familiares son más típicas en España y Croacia, en Italia,
Alemania, Reino Unido, Noruega y Holanda, sobre todo en los tres primeros,
prefieren mentar la falta de éxito social.- Las referencias sexuales se
extienden a todos los países, pero en especial las usan Croacia y Estados
Unidos, y apenas se recurre a ellas en Francia y Holanda.



 

Rajoy no tiene
legitimidad

FRANCESC DE P. BURGUERA

 

EL PAÍS – 07-04-2008

Pedro J. y Federiquín Losantos
han puesto el grito en el cielo denunciando la “falta de democracia
interna en el PP”. Y le piden a Rajoy que obtenga la
“legitimidad” que ahora no tiene. Para este par de pícaros del
periodismo madrileño, Rajoy sólo tendría “legitimidad democrática” si
dimite como presidente del PP y se presenta “en igualdad de condiciones
con los demás”. En opinión de Pedro J., el problema es el mecanismo por el
que veteranos y noveles han sido promocionados, como es el caso de Soraya Sáenz
de Santamaría. Soraya ha sido “designada a dedo” por el líder, lo que
pone de relieve la falta de democracia interna en el PP.

¡Pura palabrería! El 24
de marzo de 2004, Pedro J. aplaudió en El Mundo la designación a dedo de
Zaplana como portavoz y de Acebes como secretario general, por parte de Rajoy
tras su derrota electoral. “Son dos personas cualificadas para ocupar
estos cargos”. Para Pedro J., “Zaplana ha cosechado el mayor meritorio
de sus triunfos en la
Comunidad Valenciana”. ¡Y tan meritorio! Sobre todo para
Pedro J., a quien Zaplana concedió varias emisoras de FM, así como ayudas a su
diario El Mundo con cargo a los presupuestos de la Generalitat Valenciana.
Compensaciones que se han prodigado por Camps, concediendo a Pedro J. y a
Federiquín licencias de de emisoras de TVD. Y es que los dirigentes del PP
valenciano se han cuidado muy mucho de tener contentos a diversos periodistas y
medios de comunicación madrileños para que les bailen el agua en la Corte y Villa. Los políticos
de la derecha valenciana han puesto de moda lo que en otros tiempos se conocía
como el “fondo de reptiles”. Se llamaba así a los agradecimientos con
que los políticos premiaban a aquellos periodistas que les dispensaban sus
elogios y buen trato. Luego, el periodista pasaba por el ministerio
correspondiente y recibía un sobre con unos cuantos billetes sacados del
llamado “fondo de reptiles”. Pero como decía el personaje de la
famosa zarzuela, “hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad”.
Y ya no hace falta que el periodista se pase por la oficina del político para
recoger el sobre. Hoy en día, el “fondo de reptiles” se otorga
mediante concesiones de emisoras de televisión o radio, insertando páginas de
publicidad en los medios afines, o contratando a periodistas de Madrid para
participar en los programas de las radios y televisiones autonómicas. El Canal
9 valenciano es un ejemplo paradigmático.

Pedro J. y Federiquín
critican a Mariano Rajoy la falta de “democracia interna” en el PP
por nombrar a dedo a sus leales. Es la norma de la casa. A Rajoy lo nombró a
dedo Aznar. Y a Aznar le nombró a dedo Fraga. Claro que a Fraga, eso de la
“democracia interna”… qué quieren que les diga. Aunque no crean. El
político gallego ha sido una persona insólita, sorprendente. Conocí a Fraga
cuando Fraga acababa de cumplir los 26 años. Yo tenía 20. Fue en Madrid, en la Facultad de Económicas.
Fraga nos impartía clase de Teoría del Estado. Y nos puso como ejercicio de
final de curso presentar un proyecto de Constitución para España. ¿Se imaginan
ustedes? Final de los años cuarenta. El régimen franquista ha impuesto los
Principios Fundamentales del Movimiento, que son por su naturaleza
inalterables. Nada de Constitución. Eso era para las nefastas democracias
liberales. Y Fraga nos pide a sus alumnos un proyecto de Constitución. Yo cogí
la de la República
y en ella basé mi proyecto. ¡Me dio un notable!

fburguera@inves.es


Transporte (LEVANTE-EMV)

RAFAEL RIVERA

 

Los mandamases no se creen el transporte público; no se lo creen, qué le
vamos a hacer. Como tampoco se creen la bicicleta y hacen carriles desordenados
y a regañadientes que no permiten circuitos coherentes que lleven a algún sitio.
Por no hablar de los aparcabicis, cuya ausencia obliga a utilizar los árboles
como lo que no son. Bastante tienen con darnos sombra, frescor, oxígeno y
hermosura como para también tener que cuidar de nuestros monoplazas a pedales.
No creen en el transporte; se produce una huelga radical de metro y bus, y no
pasa nada, ni siquiera merece un segundo en el canal 9 del poder establecido.
Se oculta, se disimula parece como si no existiera. Y es que a los que mandan
les tiene al fresco el transporte colectivo, los atascos, las emisiones de CO2
y el tiempo de los ciudadanos. Ellos tiene coche oficial, tienen sirenas que
suenan para abrir paso, tienen escolta motorizada; todo a nuestro cargo, no
crean. Pero no son capaces de negociar un acuerdo para resolver un conflicto
donde se mezclan los derechos de los trabajadores y los de los ciudadanos.
Mientras, la ciudad sufre, pero eso a quién le importa. Mientras, la ciudad se
hace más inhabitable, más insostenible, menos ciudad, más privada, aunque
parezca que no pasa nada. Pero no es verdad, sí pasa. Si no hay transporte para
todos, la ciudad pierde su condición de agrupación al servicio de la sociedad.
Vivimos juntos para ser mejores y disfrutar más, para ser más felices. Y eso no
se puede producir, si no podemos ir a donde queremos, si hemos de recurrir a la
solución individual, una persona, un coche, si hemos de desesperarnos ante la
impotencia; entonces la ciudad no es ciudad y se convierte en un obstáculo.
Un ejemplo es el carril bus. Aparte de otras vicisitudes que sufre, por las
noches se permite aparcar en él. Qué espléndidos. ¿Han pensado por qué? Porque
no hay autobuses y sí muchos coches, es la respuesta lógica. Pero tal vez
podría ser de otra manera, que hubiera servicio de bus adecuado con horarios
extendidos y menos necesidad de coches. Las cosas siempre pueden ser de otra
manera, depende del punto de vista.
Olvidarse de lo colectivo, de lo público y optar por lo privado como solución,
es ignorar que la vida, y especialmente la ciudad, es cosas de todos y todas.
*Arquitecto

 


 

 

 

 


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