Els Papers de Santa Maria de Nassiu

Contaba el escritor José Manuel Fajardo el domingo pasado en El Periódico que «la pasada concentración de la Asociación de Víctimas del Terrorismo en la Puerta del Sol parecía desdichadamente un acto de Fuerza Nueva, sólo le faltaba Blas Piñar brazo en alto». Pero el presidente de esa asociación de víctimas -hay otras y con distinto talante- no quiere ir a la manifestación de hoy porque, después de ir a tantas del brazo del PP y organizándoselas a su capricho, la de hoy le parece partidista. Si las entendederas de Alcaraz no fueran tan escasas, se podría hablar de cinismo, pero como lo son, es necesario ser compasivos y no reírse. Ahora bien, si de lo que se trataba es de unir hoy a los demócratas en una manifestación, oídos los mendaces y zafios insultos del tal Alcaraz al presidente democrático de la nación, y analizados sus gestos, hay que convenir que Alcaraz es otra cosa y que hace muy bien en quedarse en su casa. Distinto es que no vayan a ir otras muchas víctimas del terrorismo, que se sienten víctimas de la indignidad de Alcaraz. Por otra parte, comprendo que la cúpula del Partido Popular, que pasó de reírse de los pancarteros a convertirse ellos en pancarteros casi semanales, pero para usar el problema del terrorismo contra el Gobierno, sin acabar de asumir su derrota, no encuentre su sitio en una manifestación contra el terrorismo en la que es ETA el objetivo y no el Gobierno, que es a lo que están acostumbrados. Pero ayer Mariano Rajoy no tenía esto claro, como tampoco tenía claro el otro día qué le dijo Zapatero. Es posible que Rajoy haya entrado en una crisis de lucidez. Sin embargo, algunos votantes del PP estarán en la manifestación, del mismo modo que no irán a ella otros votantes del PSOE. La gente vota, pero no siempre comparte los derroteros de sus votos. En cualquier caso, no faltan quienes hoy irán a la manifestación más tranquilos, sabiendo ya con quienes no van a manifestarse. No dudo de que, visto lo que hemos visto, algunos celebren esas ausencias por una cuestión casi visceral, pero otros las agradecen para no tener la sensación de formar parte de un ceremonial hipócrita que trate de representar una unidad que no existe, porque no hay voluntad ni espíritu de unidad, y a cuya inexistencia trata de sacar provecho el PP. Creo que aunque esa unidad sea positiva se pueda acabar con ETA sin ella. Hoy por hoy, sin embargo, veo más difícil la unidad que el fin de la violencia.