Els Papers de Santa Maria de Nassiu

EDUQUEU ELS XIQUETS I NO HAUREU DE CASTIGAR ELS HOMES (PITÀGORES)

31 de gener de 2008
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LA CEE ENTRA EN CAMPANYA

Així han titulat una notícia aquest migdia a TELE5. I qui ha il.lustrat la notícia ha estat el recent nomenat bisbe auxiliar de Madrid, Juan Antonio Martínez Camino. I no s’ha quedat curt en la presa de part a favor del partit de les "gaviotas"… i ja sabeu com les diu aquest monsenyor. Per tant, per tal de contrarestar el que la CEE vol imposar als creients ací teniu un article d’un dominicà, publicat fa uns dies a EL PAÍS. Aquest sí que sap com enfocar el tema religiós i al costat de qui està Jesucrist en el segle XXI.

Kyries’ por la civilización cristiana

QUINTÍN GARCÍA

EL
PAÍS – Opinión – 22-01-2008

Invocaron
la civilización cristiana y occidental, y generales de misa y comunión,
apoyados por obispos castrenses, capellanes, nuncios y jerarquías de toda
graduación, junto a una burguesía mayoritariamente católica, dieron golpes de
Estado e instalaron en países del Cono Sur unas crueles dictaduras, con
secuestros, torturas, asesinatos y desapariciones de miles y miles de
ciudadanos, incluidas monjas y sacerdotes. Y algún obispo señalado en la
defensa de los Derechos Humanos y la denuncia de la injusta dictadura.

(segueix)

Kyrie eleison; Criste eleison; Kyrie eleison.

Antes, mucho antes, habían invocado la
civilización cristiana y española en la conquista de América los
Reyes Católicos, Papas, obispos y misioneros, y la mayoría fueron ejecutores,
cómplices, encubridores o beneficiarios de un gigantesco genocidio: millones de
muertos a sangre y fuego en guerras de invasión disfrazadas de tareas de
evangelización. Destruyeron o se apropiaron de culturas milenarias, religiones,
riquezas naturales, seres humanos para la esclavitud… Impusieron leyes,
organizaciones sociales y políticas, ritos religiosos (no es posible imponer
una religión). Sólo en un segundo momento surgieron las voces críticas y
compasivas de Francisco de Vitoria, Bartolomé de las Casas o Montesinos. Y
otros.

Kyrie eleison; Criste eleison; Kyrie eleison.

Sin irnos al otro lado del mar, aquí, en esta
tierra permanentemente amenazada por la civilización cristiana y sus secuencias
persecutorias, se invocó la unidad religiosa para crear la Inquisición y
generalizar torturas, robos, autos de fe, muertes en la hoguera, censuras y
quemas de libros, expulsiones, imposición de un miedo humillante y
esterilizador, impedimento del libre ejercicio del pensamiento civil y
religioso… Herencia inoculada en el talante permanente del alto clero
español.

Kyrie eleison; Criste eleison; Kyrie eleison.

Invocaron la gran mayoría de obispos españoles -no
todos, ni todos los curas, ni todos los católicos; hubo una minoría
misericordiosa y lúcida- la civilización cristiana y la Santa Cruzada en
contra de la II República,
que había recortado sus intereses y privilegios ancestrales -económicos,
doctrinales, legislativos, educativos-, y apoyados también en los ultrajes e
injustas agresiones a bienes eclesiásticos, persecuciones a personas, climas
violentos en la calle, decidieron en nombre de su fe cristiana (¿?) impulsar,
acoger, legitimar y apoyar un golpe militar que desembocó en una cainita guerra
civil con un millón de muertos de uno y otro bando. Y después del triunfo del
golpe militar apoyaron la dictadura como reserva espiritual de Occidente
en contra de Derechos Humanos elementales y la doctrina social de sucesivos
Papas. Impusieron -y devaluaron a caricatura deformada- en la calle, en la
escuela y en las instituciones la católica como religión oficial y prohibieron
la libertad religiosa. Y tantas prohibiciones aberrantes.

Kyrie eleison; Criste elison; Kyrie eleison.

Por todo lo expuesto, confieso que me aterra oír
hablar de nuevo de civilización cristiana, y moral cristiana, y familia
cristiana contra otras civilizaciones, o morales, o familias. Me aterran
estas últimas exhibiciones de fuerza de cardenales, obispos, y movimientos neo
y ultraconservadores "en defensa de la familia cristiana perseguida por
homosexuales, divorciados y gobiernos laicistas". Me dan miedo por esa
voluntad intolerante de imponer a los otros criterios, valores e intereses. Lo
han hecho a lo largo de la historia coaccionando religiosamente a reyes, a
militares de aquí o de allá. O en esta hora y en estos países nuestros de
democracia partidaria, tratando de hacer cautivo a un partido al que manejar y
mimar con sus bendiciones -siempre tan electorales y productivas- para ser
luego mimados y defendidos por él en sus privilegios terrenales, ¡tantos!
(Piénsese en las Democracias Cristianas clericalmente domesticadas de la Europa del XX o en sus
restos y reliquias en España. Escúchese -no, mejor no- el proyecto político que
hay detrás de la Cadena
COPE actual, en contra de su propio ideario fundacional).

Confieso en voz alta, como seguidor de Jesús de
Nazaret, que yo no quiero imponer a nadie ni mi fe religiosa ni mis costumbres
y valores. Aunque los viva y los diga públicamente en esta sociedad democrática
y laica, espacio donde debieran convivir sin privilegios las distintas
concepciones éticas, religiosas. Respeto con honda sinceridad -porque creo en
el prójimo e intento amar al prójimo- a cualquier persona y sus ideas y formas
tan diversas de vivir la familia: a quienes iluminan su vida familiar desde
otras sabidurías religiosas no cristianas; a los que la iluminan desde los
gestos y actitudes y palabras del Jesús de Nazaret reflejados en los Evangelios
(mucho más ricos y plurales y relativizadores -y escasos- de lo que las
doctrinas ultraconservadoras patrocinan). Respeto a las personas que informan e
iluminan su vida familiar con otras tradiciones o sabidurías antropológicas,
éticas, etc. Personas en modelos familiares diferentes que me cruzo a diario,
que viven a mi lado, que trabajan y se divierten junto a mí, que son mis
familiares, mis amigos, mis conciudadanos. En una cultura que es cada día más
plural y respetuosa. Con sus incoherencias y contravalores también en este
ámbito familiar, evidentemente.

Confieso que no me siento atacado ni perseguido en
mis convicciones familiares ni cristianas por aquellas personas homosexuales
que se casan, o no, siguiendo los dictados de su orientación sexual; por las
parejas que no se casan y viven su amor más a la intemperie; por quienes se
casan por lo civil o lo religioso en sus diversas manifestaciones; por quienes
huyen de infiernos matrimoniales con el recurso honesto del divorcio y
emprenden o no nuevas andaduras amorosas, con o sin sensibilidad cristiana.
Además de celebrar bodas religiosas, ayudar y alegrarme con quienes luchan por
el ideal humano y cristiano de la perennidad gozosa en sus matrimonios.
Confieso que no me siento perseguido ni atacado por los partidos del amplio
espectro político que votaron en ésta u otras legislaturas las leyes que
reconocen la pluralidad de formas familiares. Ni por los gobiernos que las
lleven a cabo, sean del color que sean.

Lo mismo piensan y practican otros muchísimos
católicos en este país que viven sus convicciones cristianas -referidas también
a las Bienaventuranzas evangélicas, aunque no sean éstas objeto de ninguna
manifestación u obsesión jerárquica electoral-. Y no se sienten representados
en esa retórica ultramontana de cardenales y movimientos neoconservadores de la
última y repetida concentración de Madrid. Católicos que siguen esperando
desesperanzados a que ciertas jerarquías eclesiásticas abandonen su pesimismo
antropológico y su intento de tutelar y marcar sendas nacionalcatólicas a la
democracia española invocando la civilización cristiana, para poder
pasar de los tristes y dramáticos Kyries al Gloria in excelsis Deo
y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad.

Corolario: Ojalá que la actual situación de
crispación entre gobierno y cúpula eclesiástica desembocara por urgente
divorcio exprés en la ruptura de los Acuerdos internacionales entre la Santa Sede (o Estado
Vaticano) y el Estado Español. Por incompatibilidad de materiales. Y por
conversión de la Iglesia
a aquella enseñanza de Jesús: "No toméis oro, ni plata…, ni alforja para
el camino, ni dos túnicas…".


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