Els Papers de Santa Maria de Nassiu

EDUQUEU ELS XIQUETS I NO HAUREU DE CASTIGAR ELS HOMES (PITÀGORES)

20 d'abril de 2013
0 comentaris

Joan Subirà i Rocamora publica les seues memòries (LA VANGUÀRDIA)

ENTREVISTA

    Joan Subirà: “Los homosexuales deberían poder amarse sin esconderse”

    Este cura y periodista, publica su libro de memorias. El clérigo pide una Iglesia más abierta, austera y no descarta que las mujeres sean sacerdotisas

    Joan Subirà i Rocamora (1930, Vic, Barcelona) es un cura atípico: se muestra abierto a replantearse temas que desde muchos sectores de la Iglesia son todavía hoy tabú como la homosexualidad o un mayor protagonismo de la mujer. Pero Subirà tiene otra peculiaridad: ha sido un cura periodista. Ejerció durante casi dos décadas como reportero en el diario Avui, desde allí vivió de primera mano la Transición y tuvo la oportunidad de entrevistar a personajes de la talla de Josep Tarradellas o Jordi Pujol. Ahora, ya retirado de ambas profesiones, ha ordenado sus más de 80 años de vida desde el mismísimo momento del parto en el autobiográfico Sóc un zero a l’esquerra. Memòries d’un capellà cap allà i cap aquí. (Editorial Claret). Un volumen en el que Subi, como le llamaban sus colegas periodistas, desgrana con gran sentido del humor su intensa vida al servicio de Dios y de la sociedad.

    – Tan insignificante ve su vida que ha titulado su biografía Soc un zero a l’esquerra (Soy un cero a la izquierda)? 
    Es que lo que he conseguido no es mérito mío. Los padres que tuve, el ADN que llevo, la cultura que he vivido, los maestros y compañeros que he tenido… Todo lo que he hecho de bueno es porque Dios me ha ayudado o me ha empujado a hacerlo.

    – Algo habrá hecho usted… 
    Sí, pero porque Dios me ha dado las ganas y la fuerza de hacerlo y a veces lo he hecho mal porque no he querido hacer lo que Dios me decía. Como cristiano no debo tomar ningún honor…

    – La vida de un cura despierta interés porque es un poco desconocida… 
    Sí… Cuando trabajaba en el periódico (Avui) intenté ser una persona normal sin presumir que era cura, aunque algunos lo sabían. Me llamaban Subi (risa). Vino al diario un fotógrafo nuevo y cuando se murió el papa Juan Pablo I me dijeron que habría un funeral en la Catedral y que fuera a cubrir la misa. Cuando llegó el fotógrafo, me vio subido en el altar y fue al diario diciendo “¡He visto al Subi vestido de cura!” (risa).

    – ¿Era más fácil decidir ser cura hace 60 años que ahora? 
    Hace 50 años había un ambiente de mentalidad católica… Ser cristiano y egoísta no puede ser. El cristiano debe ser solidario. En cambio había millonarios que podían decir que eran unos grandes benefactores de la Iglesia y también unos grandes explotadores de los obreros, por ejemplo. Y eso era una contradicción.

    – Entonces ¿Es más fácil ahora? 
    No es más fácil, pero ahora no hay tanta discriminación.

    – ¿Cuando decidió que quería ser cura? 
    Cuando tenía seis años ya lo sabía. Pero un mes después empezó la guerra y mataron a tres tíos míos, uno de ellos cura. Mataron a muchos religiosos de mi entorno y por eso entonces pensé “¡No quiero que me maten! así que no seré cura, seré farmacéutico” (risa). Pero durante el bachillerato vi que los curas eran personas que se entregaban a una causa y cuando acabé los estudios decidí que quería serlo. Se lo dije a mis padres y estuvieron contentos. Pero mis compañeros de bachillerato se quedaron de piedra.

    – ¿Qué debe tener claro el que quiera ser cura? 
    Que tiene que aceptar el celibato, renunciar a las mujeres… y a los hombres. Y ser capaz de renunciar a tener familia, comodidades… Hay que buscar otra manera de orientar la vida. Un cura se encuentra en un desierto.

    – No respetar el celibato y los casos de abusos son lo que más ha hecho daño a la Iglesia… 
    Se ha hecho mucha campaña propagandística: algunos por interés de desacreditar a la Iglesia y otros porque querían sacar a la luz esta especie de lacra que tenemos. Pero hay otras lacras como la banca vaticana, el Vatileaks y otras cosas más gordas que no se veían tanto. Que salgan todas estas corrupciones como si los papas y obispos no lo supiesen… Y también hace daño que los cristianos a veces no seamos lo suficiente solidarios y generosos como lo son las Oenegés. Muchas de éstas dan ejemplo de sacrificio y abnegación. Para mí Vicente Ferrer ha hecho más cosas a favor del Cristianismo que los que han seguido haciendo de curas escondidos en las cárceles de China.

    – También se critica la opulencia en la que vive el Vaticano… 
    Sí. Creo que nos equivocamos cuando decimos “La Iglesia ha triunfado porque ha conquistado media Humanidad”. La Iglesia triunfa cuando la gente se quiera más, tanto si son creyentes como si no. Cuando las personas se tratan con más justicia y más solidaridad. Jesús nos dijo “Predicad el amor”. Y si lo hacen, aunque no sean creyentes o no estén bautizados, ya hay un crecimiento de la obra de Jesucristo. El resto es añadido, puede dar prestigio, apoyo…

    – Usted no era un cura al uso, era un cura periodista… 
    Hice las dos cosas, nunca dejé de ser cura.

    – ¿Cómo acabó en el periodismo? 
    Siempre me ha gustado escribir, pero publicaba cosas a nivel de petit comité.

    – ¿Su vida como cura ha sido diferente por ser periodista y al revés? 
    Sí. No era un cura normal… Y trabajar de periodista me permitió no tener que vivir del sueldo de cura. Renuncié a él.

    – ¿La iglesia vio bien que ejerciera de reportero? 
    Sí. Cuando pedí permiso me dijeron que interesaba que hubiera gente con mentalidad de la Iglesia en los periódicos.

    – Pero su faceta como periodista no se limitó a información religiosa, hizo de todo. ¿Su época de mayor plenitud fue cuando fue cura y periodista? 
    Fue cuando hubo el Concilio de los años 60. Juan XXIII duró cuatro años pero dio un vuelco a la Iglesia. Y el papa Francisco ha hecho una cosa similar. Ha llevado a cabo una serie de acciones que te hacen pensar que va por buen camino.

    – ¿Le gusta el nuevo Papa? 
    Por ahora sí. Veremos hasta qué punto todo esto se convierte en realidad… La Iglesia siempre va oscilando, pero siempre va hacia delante.

    – ¿Qué es lo que más le ha gustado del papa Francisco? 
    Primero, que ha empezado a dar muestras de querer despojarse de riquezas, de honores, de tratamientos de excelencia y santidad. No quiere recibir las visitas en un trono sino que se pone de pie, abraza a la señora Kirchner y le da un beso. Este tipo de cosas ya dan un aire diferente, aunque no fuese más allá. Tengo esperanza en que esto irá avanzando.

    – ¿Es de los que cree que hacen falta cambios importantes en la Iglesia?
    Claro.

    – Usted dice que hay que hablar de la homosexualidad y de las mujeres sacerdotisas ¿Cree que aquí debería haber un cambio? 
    Claro. Y tarde o temprano pasará. ¿Mujeres sacerdotisas? ¿Por qué no? el Evangelio no dice que no lo puedan ser. Incluso hay indicios de algunas mujeres que eran cabeza de comunidad.

    – ¿Y en el tema de la homosexualidad? 
    Cada día hay más tolerancia, quitando los integristas de siempre. Por lo menos que se puedan querer de una manera honorable, que no tengan que esconderse. Y que su amor se traslade a las criaturas que tengan o adopten.

    – No es muy habitual que un cura diga estas cosas… 
    No sé… Pero hay que ir avanzando.

    – ¿La Iglesia catalana es distinta? 
    Era bastante más abierta hasta que determinados curas fueron desapareciendo como Carrera, de Barcelona o Camprodon de Girona… Y algunos otros. Fueron dando paso a otros más pasados por agua, digamos, en este sentido eclesial del Concilio. También los seminarios y seminaristas han salido un poco más pasados por agua y en cambio han aparecido más integristas y más entusiastas del rigor legal, de hacer lo que dicen en Madrid.

    – ¿Entonces hemos ido a peor? 
    En este sentido, sí. Pero aún quedan semillas… Quizás nos vendrán a evangelizar los sudamericanos, con el Papa nuevo (risas).

    – ¿Qué le hubiera gustado escribir en su biografía? 
    Que se hubiese suprimido la paga de los curas. Que no tuviésemos que cobrar del Estado ni de una nómina que venga del dinero que da la Conferencia Episcopal. No hay que ir haciendo Catedrales y restaurándolas todas, porque no acabaremos nunca y esto cuesta mucho dinero. Pararía las obras de la Sagrada Familia. O por lo menos no pondría más estatuas ¡Ya tenemos suficientes santos! Yo ya no habría ni inaugurado la Sagrada Familia en este tiempo de crisis mundial. En este tiempo de ricos y pobres, lo mejor que podríamos hacer es que las catedrales queden como una reliquia de lo que ha sido la Iglesia del siglo XX, pero no hagamos la del siglo XXI.


    Us ha agradat aquest article? Compartiu-lo!

    Deixa un comentari

    L'adreça electrònica no es publicarà. Els camps necessaris estan marcats amb *

    Aquest lloc està protegit per reCAPTCHA i s’apliquen la política de privadesa i les condicions del servei de Google.