Els Papers de Santa Maria de Nassiu

EDUQUEU ELS XIQUETS I NO HAUREU DE CASTIGAR ELS HOMES (PITÀGORES)

6 de març de 2008
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En campanya electoral (XI)

Seguint amb la meua “particular” campanya electoral, ací teniu uns quants articles per a la reflexió:

LA CUARTA PÁGINA
Cautivos y desarmados ante las elecciones

Los datos
de la encuesta del Gremio de Editores sobre la lectura en España son
desalentadores. Como lo es el nivel del debate político. Sin embargo, hay que
votar el 9-M contra la alianza de los estúpidos y los malvados

GONZALO PONTÓN

 

EL
PAÍS  –  Opinión – 05-03-2008

¿Qué harán los votantes moderados del
PP?

ANTONIO ESTELLA

 

EL
PAÍS  –  Opinión – 05-03-2008

ELECCIONES 2008 Campaña electoral
Un país de mentiras

ADOLFO CELDRAN

 

EL
PAÍS – 05-03-2008

ELECCIONES 2008 Campaña electoral
La economía y los garbanzos

JAVIER PRADERA

 

EL
PAÍS  –  España – 05-03-2008

ELECCIONES 2008 Campaña electoral
“Soy nacionalista, republicano y ciudadano del
mundo”

MIKEL MUEZ  –  Pamplona

 

EL
PAÍS  –  España – 05-03-2008

PD: No sabria amb quin quedar-me de tots quatre, però destaque l’entrevista a Koldo Martínez, candidat per Nafarroa Bai al Senat (és l’opció meua si votara allí), i els textos de Gonzalo Pontón i Antonio Estella.

LA CUARTA PÁGINA
Cautivos y desarmados ante las
elecciones

Los datos de la encuesta del Gremio de
Editores sobre la lectura en España son desalentadores. Como lo es el nivel del
debate político. Sin embargo, hay que votar el 9-M contra la alianza de los
estúpidos y los malvados

GONZALO PONTÓN

 

EL PAÍS  –  Opinión –
05-03-2008

Antes de la cacería electoral, los
cetreros de la política necesitan saber dónde está la corneja, si a la diestra
o a la siniestra. Por eso encargan encuestas que, una vez interpretadas o
proyectadas, permiten a los partidos augurar una victoria con las mismas
garantías que da el vuelo del ave. Estos días, los editores hemos podido
disponer también de nuestro muestreo, el que nos facilita la Federación de Gremios
de Editores y que nos informa anualmente sobre la lectura en España, es decir,
sobre la caída a plomo de la corneja, herida de muerte. Es una encuesta tan
poco fiable como las de intención de voto, pero en un mundo de ciencia borrosa
no veo por qué no puede tener una lectura de aproximación política.

Las
conclusiones del informe son las de siempre: sólo leen libros de modo
permanente 15 millones de españoles, y leen más las mujeres, los jóvenes, los
universitarios, los que tienen empleo y los que viven en ciudades de más de un
millón de habitantes. ¿Qué debe votar esta población lectora? No lo sabemos,
pero una parte del voto debe de ser progresista, otra conservadora y otra
abstencionista. Los 23 millones que no leen (el informe cubre un universo de 38
millones de españoles mayores de 10 años) son personas por encima de los 55
años, amas de casa, jubilados, parados, gentes con estudios primarios y que
viven en poblaciones que no sobrepasan los 10.000 habitantes. ¿Qué votan?
Tampoco lo sabemos, pero estas categorías coinciden con el perfil histórico de
los votantes conservadores.

El informe
permite, como los sondeos políticos, todo tipo de cábalas, eso sí, casi todas
inútiles, porque la pregunta básica exige una respuesta unívoca. “¿Le
gustan a usted los libros?” es como preguntar: “¿le gusta a usted
pegar a su pareja?”. Da mucha vergüenza decir la verdad. Sin embargo es
seguro que algunos maltratan y otros leen. Al parecer, unos 13 millones de
personas lo hacen (leer, digo) por puro entretenimiento, mientras que un millón
y medio largo lee para mejorar su nivel cultural. De los 13 millones que leen
por ocio, 11,5 leen novelas y cuentos y del millón y medio que leen para mejorarse,
sólo ese medio lee ensayo.

Entre los
25 libros más leídos de 2007 no hay ni una sola novela de verdadera calidad
literaria. La mayor lectura se concentra en un puñado de títulos, que son los
más vendidos con diferencia: La catedral del mar, Los pilares de la tierra,
El Código da Vinci, La sombra del viento, Ángeles y demonios, Harry Potter (“esa
horrible porquería”, que dijo Harold Bloom) y similares (El Quijote
y la Biblia
aparecen en la lista como el séptimo y el undécimo más leídos, pero todos sabemos
que se trata de un sesgo estadístico, es decir, de una mentira vergonzante. Por
la misma razón, pero en sentido contrario, no aparece Mortadelo y Filemón).
Entre esos 25 libros no hay ningún livre de savoir, es decir, de
filosofía, ciencia, historia o crítica.

Estos
datos son compatibles con los que nos viene ofreciendo el Informe PISA: en
matemáticas, ciencia y comprensión lectora, España ocupa el puesto 38 de 55
países auditados, por detrás de Polonia, Bulgaria o Grecia. Y, tras Malta y
Portugal, es medalla de bronce en abandono escolar. Claro que el Informe PISA
también podría estar manipulado, por lo que es recomendable desarrollar un
trabajo de campo: les propongo que sigan los programas de concursos televisivos
en los que se pone a prueba la formación cultural de algunos ciudadanos.
Asómense ustedes, por ejemplo, al concurso llamado Pasapalabra. Se
trata, para ganar un dinero, de decir las palabras que corresponden a
definiciones que da el conductor del programa, desde la A a la Z. Si el concursante primero
no la sabe dice “Pasapalabra” y cambia el turno al segundo. Pues
bien, si dejamos de lado rarísimas excepciones, el régimen normal del concurso
es así: el conductor dice, por ejemplo, “empieza por A: bebida espiritosa
que se saca del vino”; respuesta: “aguardiente”. Sigue el
conductor pasado un turno: “empieza por B: dramaturgo español laureado con
el Nobel en 1922”; respuesta: “Pasapalabra”. Un turno después,
“empieza por C: nombre de pila de la esposa de Sarkozy”; respuesta:
“Carla”. Un turno después: “empieza por D: reducción de la
circulación fiduciaria”; respuesta: “Pasapalabra”. Y así hasta la Z.

La
frecuentación de las categorías vacías en el informe de los editores y la de
las categorías llenas en el Informe PISA, implica pensar, un esfuerzo que, como
advirtió Marc Bloch, repugna a la pereza espiritual de la mayoría de los
hombres. Por eso, desde antiguo, una minoría avispada, consciente de la ventaja
que le daba esa pereza, la condonó en nombre de la religión y la política y
dedicó su vida a meter en la cabeza de los demás, muy a menudo por el eficaz
procedimiento de rompérsela, que debían abandonar la funesta manía de pensar,
porque ellos ya pensaban por todos. Así nacieron los políticos y los
sacerdotes, esto es, los clérigos, que pensaron por los seglares y los
profanos, esto es, los legos, que no advirtieron que la ignorancia es un
mal.

Ahora los
clérigos nos convocan a las urnas para la liturgia cuatrienal, pero cautivos y
desarmados intelectualmente como estamos, ¿qué podemos hacer? Creen los
clérigos que los legos somos analfabetos funcionales, y así nos tratan. Pero
clérigos analfabetos los hay a docenas en los Parlamentos y en los Sínodos, en
las Academias y en las Universidades. También nos suelen tomar por tontos, pero
como establece la Segunda
Ley Fundamental de la Estupidez, de Cipolla, “la probabilidad de
que una persona sea estúpida es independiente de cualquier otra característica
suya”; es decir, que la estupidez está uniformemente distribuida según una
proporción constante. Por eso se aplica por igual a los clérigos. Entre los
ministros, diputados, jueces y prelados se encuentra el más exquisito
porcentaje de individuos estúpidos cuya capacidad de hacer daño al prójimo es
infinitamente mayor que la de los estúpidos legos.

Votemos lo
que votemos, las elecciones generales del 9 de marzo alumbrarán una proporción
constante de estúpidos entre los políticos de uno y otro signo. Eso no tiene
remedio. Como no lo tiene su indigencia intelectual, que despliegan en
declaraciones, debates y entrevistas. Cuando Zapatero o Rajoy son
entrevistados, parecen malos estudiantes que acaban de memorizar los temas para
capear el examen. Van a piñón fijo, sin salirse del guión para no desnortarse.
No son capaces, al hilo de las preguntas, de hacer un quiebro al amparo de una
cita literaria, una referencia científica, un dato económico ajeno a los que
les han hecho memorizar. Como todos vimos en el primero de los debates, su
discurso adopta las cuatro formas que, según Ferrater Mora, reviste la tontería:
“la flagrante contradicción, la odiosa retórica, la terca incomprensión y
la omnipresente trivialidad”. Carentes de recursos, no cabe en ellos la
facecia ingeniosa o el retruécano chocante. ¿Les han oído alguna vez citar a un
clásico con solvencia? Quizá lo hagan en reuniones internacionales al desplegar
su fabulosa capacidad para las lenguas y las culturas extranjeras.

Así están
las cosas. Prendidas con los alfileres de nuestra venerable indigencia y de su
fatal simpleza. Es comprensible que estemos tentados de pedir el finiquito.
Pero nos equivocaríamos. Porque el 9 de marzo sí hay algo que podemos hacer los
legos y que tiene todo el sentido: impedir que a los estúpidos se asocien los
malvados, aquellos que, con engaños y zalemas, buscan un beneficio para sí a
costa del perjuicio de muchos otros. Como Aznar, que nos llevó a la guerra sin
nosotros quererlo; como Acebes, que no nos supo proteger del terrorismo
islámico y quiso engañarnos endosándoselo a ETA; como Cañete, que culpa a los
inmigrantes del colapso de la sanidad pública; como Rouco, que clama contra el
matrimonio civil de los homosexuales pero calla ante sus sicarios pedófilos;
como Rajoy, que se presenta sin vergüenza como el defensor de los
“currantes”…

Esta vez,
votemos contra. Aunque sólo sea por defender nuestra inteligencia insultada,
para que no tengamos que decirnos nunca, como los labriegos de mi segunda
patria, “Mexan enriba de nós e hai que dicir que chove” [Nos mean
encima y hay que decir que llueve].

¿Qué harán los votantes moderados del
PP?

ANTONIO ESTELLA

 

EL
PAÍS  –  Opinión – 05-03-2008

Independientemente del concepto de democracia que cada uno de
nosotros defienda, es evidente que la misma no existiría sin mecanismos de
rendición de cuentas (accountability). Los políticos rinden cuentas por
las acciones u omisiones que realizan en el desempeño de sus cargos, lo que
equivale a decir que los ciudadanos los premian o los castigan en función de
cómo valoren su trayectoria.

En democracia existen muchos
mecanismos para exigir responsabilidad a los actores políticos, pero está claro
que el más efectivo de todos es el voto. Si el partido que está en el poder
merece una recompensa para el ciudadano, entonces le votará. Si por el
contrario merece, también desde su punto de vista, un castigo, entonces podrá
hacer alguna de las siguientes cosas: votar a otras opciones políticas, votar
en blanco o no votar. La acumulación de todas estas opciones es lo que hace que
los partidos en el Gobierno caigan y sean repuestos por otros.

Aunque lo habitual suele ser pensar
en el partido que está en el Gobierno cuando hablamos de responsabilidad
política, no hay en realidad ningún problema en plantear la cuestión de la
rendición de cuentas por parte de los partidos que están en la oposición.
Cuando votan, los ciudadanos no solamente expresan su opinión en relación con
la trayectoria del que está en el Gobierno, sino que también pueden hacerlo en
relación con los que están en la oposición. Si les gusta alguno de los partidos
que están en la oposición, le votarán; pero si no les gusta, pueden hacer
exactamente lo mismo que apuntaba más arriba: votar a otras opciones políticas,
votar en blanco o quedarse en casa el día de las elecciones.

Aunque parezca mentira, la rendición
de cuentas de los partidos que están en la oposición es un mecanismo sumamente
efectivo para que se regeneren y, en el futuro, puedan llegar a gobernar. Un
ejemplo relativamente cercano lo tenemos en las elecciones del año 2000. En ese
momento, el PSOE estaba en la oposición, y como sabemos, el PP ganó las
elecciones por mayoría absoluta. Evidentemente, se produjo una importante
movilización por parte de sectores tradicionales de la derecha española. Pero
sobre todo lo que ocurrió fue que algunos votantes tradicionales del PSOE
votaron por el PP, otros se abstuvieron y, fundamentalmente, muchos de ellos no
fueron a votar por su partido de toda la vida.

El varapalo recibido por los
socialistas en el año 2000 fue tal que su entonces secretario general presentó
de forma inmediata su dimisión. A continuación se lanzó un proceso de
renovación del partido que culminó con la elección de un nuevo líder, José Luis
Rodríguez Zapatero, que consiguió, solamente cuatro años después, alzarse con
la victoria y desbancar a un muy seguro de sí mismo Partido Popular.

Lo que esta historia muestra es que
los ciudadanos, y entre ellos, los votantes tradicionales de un determinado
partido político, tienen una oportunidad de oro en unas elecciones generales
para hablarle a su favorito e indicarle, de manera clara, que debe cambiar de
rumbo, incluso cuando está en la oposición. El problema es que a menudo se
piensa que sólo los votantes de izquierda hacen estas cosas. De ahí que se diga
que la derecha “funciona como un ejército” a la hora de acudir a las
urnas, mientras que la izquierda “es más crítica y rebelde”.

Sin embargo, el hecho de que ello
haya sido así, sobre todo en el pasado más reciente, no significa que tenga
que ser así de forma inexorable. No existe, pues, una ley de hierro que diga
que solamente los votantes de izquierda son más exigentes a la hora de pedir
cuentas a los partidos políticos a los que habitualmente votan. De hecho, podría
ocurrir que en estas elecciones, las del próximo domingo, algunos de los
votantes habituales del PP quisieran con su voto exigirle cuentas a su partido
político de toda la vida. Desde luego no los encontraremos en las filas de lo
que se ha venido a denominar la “derecha extrema”. Pero todos sabemos
que al PP también le vota gente que se autodefine de centro derecha e incluso
hasta gente que se considera de centro. Sabemos, además, que este grupo de
votantes moderados constituye una parte nada despreciable del cuerpo electoral
habitual del Partido Popular.

Pues bien, es posible que dentro de
este sector haya mucha gente enfadada con el hecho de que políticos que se
consideran más moderados, como Ruiz-Gallardón, Rato o Piqué, no vayan en las
listas del Partido Popular. Es posible también que haya gente molesta con la
estrategia de crispación que este partido ha desarrollado a lo largo de toda
esta legislatura. Es muy posible, además, que haya gente disgustada con los
actuales líderes de este partido político, y que quiera que vengan otros. Es
posible, en definitiva, que haya muchas más personas en el PP de las que
pensamos que se estén planteando qué podrían hacer para que todo esto cambiara.

Lo cierto es que estas personas quizá
no sean completamente conscientes de que el 9 de marzo tienen una muy buena
oportunidad para que este partido modifique su rumbo actual. España les estaría
muy agradecida por el servicio prestado, porque este país está pidiendo a
gritos otro tipo de derecha.

ELECCIONES 2008 Campaña electoral
Un país de mentiras

ADOLFO CELDRAN

 

EL
PAÍS – 05-03-2008

Hoy voy a hablar de un país de mentiras. Sí, ya sé que puede
interpretarse de dos modos: un país en el que todo son mentiras. O un país
imaginario. Pues tomen el 50% de cada y acertarán. Porque en este país de
mentiras, la mitad de la población siempre decía mentiras. Y la otra mitad,
verdades. En él había dos grupos políticos. Y en proximidad de elecciones los
resultados de las encuestas siempre daban ganador al grupo de la verdad 100 a cero. Pero luego casi
empataban. Yo tenía un primo al que le pregunté cómo era esto posible y él me
lo explicó: la realidad y el resultado no se contradecían sino todo lo
contrario: los que iban a votar al grupo de la verdad, en la encuesta decían
eso, claro. Y los que iban a votar al grupo de la mentira, lógicamente mentían
y decían lo mismo que los otros. Cien a cero. Y entonces ¿no se puede conocer
quien ganará?, pregunté. No, respondió él. Es imposible. Ya… ¿Y tú a quien
votarás?, le pregunté. Y él, tras pensarlo, me dijo: mira, te lo diré porque
eres mi primo, pero si lo dices por ahí, diré que mientes: yo voy a votar al
partido de la mentira. ¿De verdad? Pregunté yo. Él rió y finalmente me dijo que
sí, que, con perdón y solo por esta vez, me estaba diciendo la verdad. ¿Y por
qué votarás a los de la mentira? pregunté yo. Y él me contestó: desde que nací
no he hecho más que mentir: mentí a mis padres cuando me fumaba las clases del
cole y cuando no hacía los deberes, les mentí cuando me iba de fiesta y les
decía que estaba estudiando en casa de un amigo, y luego, cuando salí con
chicas; y a las chicas. Cuando tuve novia, le mentí, y a mis líos, también.
Tras casarme, seguí engañando (y mintiendo) a mi mujer, y mentí en el trabajo.
Mentí a Hacienda…, en fin ¿Por qué no iba a votar al grupo que reflejaba
aquello que había dado sentido a mi vida? Lo comprendí. Lo asumí. Y pregunté:
pero entonces, si gana el grupo de la mentira, ¿Qué hará cuando gobierne? La
respuesta fue rápida: mentirá, naturalmente. O sea que será horrible, dije. No
lo creas, contestó él: entraremos en guerras injustas por motivos falsos,
pactaremos a escondidas con nuestros enemigos y apuñalaremos a nuestros amigos
por el lucro, nos aprovecharemos de los incautos votantes para apoderarnos de
su dinero y sus posesiones, que recalificaremos y, gracias a ellos, seremos
mucho más ricos y la economía florecerá. Al menos la nuestra…

¿Y el bien común? Pregunté yo.
¡Ah…! Respondió él haciendo como que miraba al infinito… El bien común…,
eso ¿qué es? No me dejó responder. Sonrió y dijo: mira, ya se ha acabado el
tiempo de la verdad: tengo mucho trabajo, y estas conversaciones me aburren. Y
sin decir nada más, sonriendo, se fue caminando despacio. Cuando estaba ya
lejos se volvió, me miró con una cara entre pícara y conmiserada y me dijo:
eres carne de verdad, asúmelo. Vótalos. Hay más gente como tú. A lo mejor
ganáis. Yo bastante tengo en convencer a los que no se dan cuenta de que, si
votan a mi grupo, utilizaremos su voto para mentirles hasta que no les quepa
una sola mentira más en su bolsillo vacío. Pero no se lo cuentes a nadie. O
diré que eres tú el que miente.


ELECCIONES 2008 Campaña electoral
La economía y los garbanzos

JAVIER PRADERA

 

EL
PAÍS  –  España – 05-03-2008

Manuel Fraga puso de moda durante las legislaturas democráticas
iniciales la contraposición ejemplarizante entre las inhumanas cifras
macroeconómicas, manejadas por gobernantes encerrados en torres de marfil, y el
precio de los garbanzos adquiridos por las amas de casa, auténtico fundamento
de la llamada ciencia lúgubre. Esa doctrina de andar por casa, situada a
medio camino entre el conservadurismo compasivo y la demagogia desenfrenada, se
atreve incluso a denominar microeconomía a los estudios sobre el coste
de la vida y los productos de alimentación. Con el paso del tiempo, la quintaesencia
del polvoriento pensamiento económico defendido por la Alianza Popular de
Fraga ha reaparecido con inusitada fuerza en los debates televisos y los
mítines electorales de la mano de Rajoy.

La modificación de la dieta de los
españoles y el aumento de su capacidad adquisitiva durante las últimas décadas
han obligado seguramente al presidente del PP a incluir dentro de la vieja
asignatura algunos nuevos capítulos dedicados al pollo, la leche y los huevos.
En cualquier caso, Rajoy se esfuerza por imitar la llaneza campechana del castellano
viejo de Larra utilizada por el presidente fundador de los populares para
llamar al pan, pan, y al vino, vino: “Yo voy a hablar de lo que afecta
fundamentalmente a los españoles y de cómo viven los españoles”. En el
debate televisado de anteanoche, no dudó en solidarizarse con la gente que no
“puede llenar el carro de la compra” por culpa de una subida de
precios desacompasada con el crecimiento paralelo de nóminas y pensiones. El
líder del PP también se compadeció de los parados -“con sentimientos, con
dramas, que tienen niños”- y de las familias que soportan el
encarecimiento de las hipotecas: el corazón de Rajoy late en sintonía con
“una mayoría de españoles que no lo pasan bien”.

La empatía de Rajoy hacia la vieja
tradición populista, sin embargo, es muy reciente. Desde luego no formaba parte
de su equipaje sentimental cuando fue ministro de Aznar durante casi ocho años
y congeló el sueldo de los funcionarios nada más llegar al poder. Como líder
del principal partido de la oposición desde 2004, tampoco mostró demasiado
interés por la economía de la vida cotidiana de los ciudadanos mientras la fase
ascendente del ciclo henchía las velas. La primera pregunta de Rajoy al
presidente del Gobierno sobre precios se demoró -según dijo en el debate
Zapatero- hasta el 19 de diciembre de 2007.

Durante esa larga etapa de
indiferencia económica, el PP dirigió su artillería pesada contra objetivos tan
escasamente relacionados con la cesta de la compra, las hipotecas y el desempleo
como las conversaciones del Gobierno con ETA, la tramitación del Estatuto de
Cataluña, las supuestas conexiones de los socialistas con los perpetradores del
atentado del 11-M, el matrimonio homosexual, el divorcio-exprés, la igualdad
entre hombres y mujeres o la Ley
de Memoria Histórica.

Pero las repercusiones sobre la
globalizada economía mundial de las turbulencias causadas en Estados Unidos por
las hipotecas subprime llegaron a España -como al resto de los países de
la Unión Europea-
a finales del pasado verano. Con buen olfato cinegético para ventear la presa,
el PP descubrió rápidamente las posibilidades electoralistas ofrecidas por el
deterioro de la situación económica: su nueva estrategia fue aislar
herméticamente los efectos causados en España por la crisis internacional y
culpar absurdamente al Gobierno de su desencadenamiento. Otros cotos
disponibles para la caza del voto del miedo -el tratamiento xenófobo de la
inmigración y de la inseguridad ciudadana- quedaron revaluados por el eventual
desempleo de mano de obra extranjera no cualificada.

Los logros conseguidos a lo largo de
la legislatura en materia de crecimiento económico, contención de la inflación,
creación de puestos de trabajo, superávit fiscal y aumento de la productividad,
que habían sido ignorados o mantenidos en la penumbra por los dirigentes
populares hasta el verano de 2007, fueron caracterizados a partir de ese
momento por Rajoy como la etapa final del ciclo virtuoso milagrosamente creado
por Aznar en 1996 y destruido ahora por Zapatero.

Tras llegar al Gobierno en la
primavera de 2004, los socialistas pensaron -según Rajoy- “qué bien se
vive de la herencia y de la inercia, qué bien nos lo han dejado estos señores
del PP y ahora vamos a no hacer nada”. Forzado en el debate a explicar su
espeso silencio sobre cuestiones económicas durante casi tres años y medio, el
líder del PP dio al presidente del Gobierno una explicación conmovedoramente
cínica: “No le había hablado antes de precios porque las cosas los primeros
años fueron bien” gracias al legado recibido de Aznar. Pero probablemente
ni siquiera la niña de Rajoy (“Está en mi cabeza, mueve mi sentimiento y
mi corazón”), despertada anteanoche de su sueño para despedirse de la
audiencia del debate, podría llegar a creerse las palabras de su bienhechor.



ELECCIONES 2008 Campaña electoral
“Soy nacionalista, republicano y ciudadano del
mundo”

MIKEL MUEZ  –  Pamplona

 

EL
PAÍS  –  España – 05-03-2008

A la descripción de ética de Paul Ricoeur, Koldo Martínez le
añade una palabra: “entre”, con la que explica su decisión de
adentrarse en la política como cabeza de lista al Senado por la coalición
Nafarroa Bai, compuesta por los partidos Aralar, EA, PNV y Batzarre. La ética
como el proceso de búsqueda de la vida buena de todos, entre todos y para
todos, en instituciones justas.

Koldo Martínez Urionabarrenetxea
nació en Eskoriatza (Guipúzcoa) el 25 de febrero de 1953, “el mismo día
que José María Aznar”, ironiza. Muchos años después Koldo Martínez, vecino
de Pamplona y ahora candidato independiente pero con una dilatada vida política
en el pasado en siglas de la izquierda vasca, se convirtió en el primer médico
español en obtener un máster europeo en bioética. Martínez ha sido un destacado
fichaje de una estructura política, NaBai, que tiene también en otra candidata
independiente, la periodista Uxue Barkos, su cabeza de lista al Congreso.

Médico adjunto del servicio de
medicina intensiva del Hospital de Navarra y responsable de su UCI, Koldo
Martínez luchó con fuerza durante años para constituir ese centro.

La ética médica y la defensa del
euskera a través de la asociación Euskara Kultur Elkargoa, que él preside, y
cuya constitución fue fruto, matiza, “de la voluntad de ofrecer una cara
amable y sensata de nuestro idioma frente al feísmo con el que muchos sectores
trataban este asunto”, han sido sus señas de identidad estos años. Ahora
da sus primeros mítines y por primera vez pide el voto en radios y debates de
televisión en lugar de ser llamado a los medios de comunicación para explicar
los avances en la mejora de la comunicación entre pacientes y médicos.

Este hombre alto, de ojos claros, que
lleva 19 años conviviendo con su pareja, y para quien el armario sólo ha sido
un mueble, nunca un lugar donde esconderse, graba en el frontispicio de sus
primeros pasos políticos el mismo lema sagrado que ha dirigido su vida
profesional: “Respeto absoluto por las personas”. Koldo garantiza que
la apuesta por vías pacíficas y democráticas ha sido y es una constante en
todos los componentes de NaBai.

Este candidato a senador pertenece a
un ámbito de libre pensamiento, que somete las ideas preconcebidas a una rigurosa
revisión. ¿Nacionalista? “Y republicano, y socialista, y ciudadano del
mundo. Yo, por fortuna, para mis 12 años”, responde, “dominaba el
castellano, el euskera, el francés y el inglés y soy tan de García Lorca como
de Orixe [el escritor Nikolas Ormaetxea], de Thomas Mann, Baudelaire o Walt
Whitman”. Con este hombre las fronteras y las ideas están cambiando. Quizá
ahora esté escuchando a Bach, a Mikel Laboa o a Prince.






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  1. M’agrada el darrer, quan a la resta…els discursos de bons i dolents són patètics, sobretot sabent els “bons” amb les que ens les havem. Per cert, la diversitat de fons periodístiques que esmentes és irònica suposo?

    Després de la campanya electoral…CAMPANA ELECTORAL 🙂

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