Els Papers de Santa Maria de Nassiu

EDUQUEU ELS XIQUETS I NO HAUREU DE CASTIGAR ELS HOMES (PITÀGORES)

5 de març de 2008
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En campanya electoral (X)

Articles a tenir en consideració abans del 9 de març:

Una situación extraña

NICOLÁS SARTORIUS

 

EL
PAÍS  –  Opinión – 04-03-2008

Ni cabeza ni corazón

JOSÉ RÍOS FERNÁNDEZ  –  Vigo, Pontevedra

 

EL
PAÍS  –  Opinión – 04-03-2008

El elegido

FÉLIX DE AZÚA

 

EL
PAÍS  –  España – 04-03-2008

Losantos: los comentarios del 11-M eran
“coloquiales”

El
locutor imputado acusó a la policía de fabricar pruebas

PABLO XIMÉNEZ DE SANDOVAL  –  Madrid

 

EL
PAÍS  –  España – 04-03-2008

La política

ROSA MONTERO

 

EL
PAÍS  –  Última – 04-03-2008

PD: Destaque sobretot el text de José Ríos Fernández i la notícia sobre FJL.

Una situación
extraña

NICOLÁS SARTORIUS

 

EL PAÍS  –  Opinión –
04-03-2008

Es realmente extraño que con lo que
ha sucedido durante estos últimos cuatro años exista esta sensación de vértigo
de que lo mismo puede ganar el PSOE que el PP. Para un observador foráneo que
llegase a España le sería difícil comprender lo que, aparentemente, está
sucediendo. Podría comprobar que el país ha vivido cuatro años de fuerte
crecimiento económico, y que la renta por habitante ha superado a la italiana.
¡Quién lo podía imaginar hace unos años! Es cierto que podría darse cuenta de
que los precios han subido, también las hipotecas y que los salarios no han
tenido tanta suerte como los grandes beneficios de las empresas. Pero como se
trataría de una persona liberal que cree en la economía de mercado no sería tan
ignorante como para achacar al Gobierno de turno la subida de ciertos precios
-que los fija el mercado- o de las hipotecas -que dependen del Banco Central
Europeo- o del destino de los salarios -que se fijan en la negociación
colectiva-. Y sabría, que las actuales turbulencias económicas tienen su origen
en EE UU y que España, de los países europeos, es el que se encuentra en mejor
posición. Si fuese persona amante de la equidad, examinaría con atención qué se
había hecho en políticas sociales y no podría sacar una impresión negativa: se
había creado más empleo que nunca, el salario mínimo y las pensiones habían
crecido más que en cualquier otro periodo y se habían reconocido nuevos
derechos, a colectivos tan importantes como los discapacitados y ancianos,
mujeres, gays, autónomos, jóvenes, etcétera.

II. No obstante, se quedaría quizá un tanto sorprendido al
comprobar que para bastante gente este Gobierno es un desastre sin paliativos.
¿Dónde podría estar la explicación de opinión tan extrema? Podría deducirla de
la observación atenta de las graves acusaciones que el líder de la oposición
lanzó contra el presidente del Gobierno en el debate en televisión. Y se fijó
con especial interés en algunas de ellas. Oyó que la educación en España era
una calamidad, pues así lo demostraba el Informe PISA. Persona
escrupulosa comprobó, no sin cierto estupor, que tal estudio se publicó en 2006
y el PSOE ganó las elecciones en marzo de 2004. ¿Era posible en un año y medio
cambiar el nivel de educación del país? O ¿más bien el Informe PISA
reflejaba la situación de los años anteriores al 2004 en que, por lo visto,
gobernaba el PP? También se dio cuenta de que el debate había sido muy crudo
sobre la emigración. Se achacaba al Gobierno que los inmigrantes habían
aumentado demasiado. Persona con experiencia en Europa, se percató, igualmente,
de que éstos habían engrosado las arcas de la Seguridad Social,
contribuido a acrecentar la tasa de natalidad y, sobre todo, se enteró de que
una parte significativa del crecimiento del país se había debido a su esfuerzo.
Empezó a no entender nada. ¿Había alguien que se atreviese a sostener que había
que expulsar a los emigrantes en número tal que el país se paralizase? No
parecía sensato, ¿o es que se ignoraba que para repatriar a un emigrante se
tiene que contar con el acuerdo del país de origen?

III. Se había quedado preocupado con la virulencia y acritud del
debate sobre terrorismo. Recordaba que en Europa todos los gobiernos contaban
con el apoyo incondicional de la oposición en esta lucha. Por una razón muy
sencilla. Porque quien se enfrenta a ese enemigo mortal es el Estado, la
democracia y la división en este tema debilita al Estado, no sólo al Gobierno.
¿Sería cierto que el Gobierno había negociado cuestiones políticas con
los terroristas? Eso era, sin duda, un grave error, pero entonces, ¿por qué ETA
había roto la tregua y cometía atentados? ¿O es que la vuelta al crimen había
sucedido porque el Gobierno se había negado a entrar en las cuestiones
políticas que los terroristas pretendían? ¿Era un delito intentar acabar con
este cáncer por medio del diálogo?, o ¿comprobar, por medio de terceros, si la
ruptura de la tregua era un acto definitivo o un “descontrol”? Parecería
más bien una actitud de prudencia. Otra cuestión podía ser los errores
cometidos en el proceso; exceso de optimismo, declaraciones equivocadas,
etcétera. Quizá en este tema radicase uno de los puntos débiles del Gobierno,
pues parecía que la oposición había logrado movilizar y enfrentar a una parte
de las víctimas con el presidente Zapatero y ya se sabe que las víctimas
concitan, cómo no, simpatías. No obstante, también le resultaba extraño que en
el período en que menos víctimas de ETA se habían producido y más terroristas
habían sido detenidos, este asunto se hubiese convertido en el centro del
debate, con una virulencia extrema. Nunca había conocido manifestaciones de
víctimas del IRA contra el Gobierno inglés por las calles de Londres, ni tan
siquiera cuando alguna ministra laborista entró a dialogar con los presos en
las cárceles.

IV. Donde se armaba un lío era con la cuestión de los Estatutos de
Autonomía. Le habían comentado que los dos grandes partidos se habían puesto de
acuerdo en la reforma de todos ellos, salvo en el de Cataluña. Persona
minuciosa y desconfiada por experiencia se había tomado la molestia de comparar
artículo por artículo en cada uno de ellos y comprobado que no aparecían
diferencias sustanciales. Se quedó un tanto perplejo. No obstante, había
verificado que el proyecto de Estatuto aprobado en su día por el Parlamento
catalán había hecho saltar todas las alarmas en el resto de España y había dado
motivo a una cruda campaña sobre si España se rompía o no, que había calado en
amplios sectores de la ciudadanía, proclives al discurso anticatalán. Aquí
podía radicar el otro motivo de descontento, pues sí parecía que este delicado
proceso se podía haber conducido algo mejor.

V. No creía, desde luego, que al Gobierno le pudieran pedir
cuentas por su política exterior. Había sacado a España del lodazal de la
guerra de Irak, había liderado el contenido de la Constitución europea
y había acrecentado la ayuda al desarrollo, aparte de otras cuestiones
relevantes. No creía que fuese motivo para echar del poder a un Gobierno el que
su presidente no hubiera sido recibido por Bush en la Casa Blanca o que no
fuese invitado a la reunión de Brown en Londres sobre la crisis económica, por
otra parte, sin resultado alguno.

No acababa
de entender, pues, lo que estaba pasando aparte de los tópicos sobre el
carácter de los españoles, que no le convencían. Sin duda, temas sensibles como
el terrorismo y, sobre todo, la cuestión de España habían sido adecuadamente
manipulados, agitados y repetidos hasta la saciedad y habían producido sus
efectos. ¿Hasta el punto de producir un empate en las intenciones de voto?
Quizá sí, y en ese caso, pensaba, los partidarios de que ganase Zapatero o de
que no regresase una derecha tan destemplada no deberían dormirse y acudir en
masa a votar. Aunque quizá esto del “empate técnico” fuese sólo un
espejismo, producto de una sobrerrepresentación de una derecha excitada y, en
ese caso, su derrota el día 9 de marzo podría ser más abultada. En fin, ese día
sabríamos si la situación era extraña o una apariencia que encubría una
realidad bastante más normal, pues le habían comentado que España era un país
en el que hasta el más tonto hacía relojes.

 

Losantos: los comentarios del 11-M eran
“coloquiales”

El
locutor imputado acusó a la policía de fabricar pruebas

PABLO XIMÉNEZ DE SANDOVAL  –  Madrid

 

EL
PAÍS  –  España – 04-03-2008

El locutor estrella de la cadena de radio de la Conferencia Episcopal,
Federico Jiménez Losantos, declaró ayer como imputado en la causa que se sigue
contra él por injurias contra policías que participaron en la investigación de
los atentados del 11 de marzo de 2004. Ante la titular del Juzgado número 36 de
Madrid, María del Carmen Pérez, Losantos dijo ayer que se ratificaba en todo lo
dicho en su programa de radio de la Cope. Según fuentes jurídicas, añadió que se
trataba sólo de “comentarios en tono coloquial” sobre las
informaciones que el diario El Mundo ha publicado sobre el tema.
Losantos reconoció sus expresiones cuando se las mostró la juez, pero trató de
justificarlas. Por ejemplo, al mostrarle una transcripción de sus palabras en
las que decía que “todo el sumario del 11-M es una trola” dijo que
esa frase estaba sacada de contexto, explicaron las mismas fuentes. En otro
momento, ante unas declaraciones suyas en las que decía que “en Estados
Unidos, por mucho menos a la gente la mandan a Alcatraz”, el locutor dijo
que se trataba de “una metáfora”.

Durante más tres años, El Mundo,
el citado locutor, y el Partido Popular alimentaron dudas sobre la
investigación del atentado que dieron lugar a toda una teoría alternativa. La
teoría comenzó implicando a ETA en la matanza para justificar la actuación del
Gobierno del PP en los días siguientes. Según se desvanecía esta posibilidad,
los abanderados de esta investigación paralela trataron de implicar a diversos
organismos del Estado en la preparación del atentado y, posteriormente, en la
conspiración para encubrir esta participación.

El Sindicato Unificado de Policía
(SUP) recopiló durante un año acusaciones de Losantos en su programa
radiofónico y en su columna habitual en El Mundo contra policías
concretos, y contra el cuerpo en general. Con este material, el SUP presentó la
denuncia por injurias graves.

Losantos se escudó en las
informaciones de El Mundo para justificar las graves acusaciones que ha
lanzado contra algunos profesionales de los cuerpos de seguridad. Según dijo
ante la juez, en su programa él sólo comentaba las informaciones de este diario
(algunas demostradas falsas en apenas unas horas tras su publicación), que era
quien llevaba la investigación. Durante la declaración, Losantos estuvo asistido
por una abogada habitual del diario madrileño.

Losantos dijo ayer que no pretendía
acusar a nadie, sino sólo comentar la actualidad. También declaró que, en su
opinión, el tono que él emplea en su programa, y que califica de
“coloquial”, no es muy distinto del que se utiliza en programas de
todas las demás emisoras de radio.

En la denuncia del SUP se detallan
decenas de intervenciones públicas del locutor en las que acusa directamente a
los expertos en desactivación de explosivos, TEDAX, de crear pruebas falsas
para dirigir la investigación a su gusto. También aseguró ante sus oyentes que
en la cúpula de la policía existe una corrupción generalizada y que el juez
instructor de la causa y la fiscal debían ser procesados. El delito de injurias
y calumnias está penado hasta con un máximo de dos años de cárcel y de 24 meses
de multa.

Además del SUP, han denunciado a
Jiménez Losantos el ex jefe de los TEDAX Juan Jesús Sánchez Manzano, y el
comisario Rodolfo Ruiz, entre otras 12 denuncias contra los abanderados de la
conspiración.


“Comentarios coloquiales” de Losantos

 

 


“…Y había que inventarse una mochila. (…) Pero bueno, investiguen
a la policía (…) Habrá que investigar a la UCIE, porque fueron
pruebas falsas, falsa la mochila de Vallecas, falso el Renault Kangoo,
falso el Skoda Fabia, falso el suicidio de Leganés…”


“Se está demostrando que todo el sumario está basado en una
trola”


“El tal Pedro [el policía que desactivó la bomba de Vallecas] (…)
Pedrito, eso estaba hecho para no estallar, eso es una prueba falsa, tú lo
sabes”


“…Una banda de chorizos, de delincuentes, que están ocupando las
Fuerzas de Seguridad al máximo nivel…”


“…Estamos ante una gigantesca conspiración para manipular todas las
pruebas del 11-M, crear pruebas falsas y borrar las verdaderas”


“En los TEDAX anidan el mal y la caradura”


“La imagen de la policía después el juicio del 11-M es pavorosa, es
mexicana (…) Gente capaz de tapar los datos de una masacre, qué no hará,
de qué no será capaz”


“¿Dónde se apunta uno para pedir el procesamiento del juez Del Olmo,
de la fiscal valeya [Olga Sánchez] y de todos los policías que han
destruido pruebas o creado pruebas falsas?”


“Estamos viendo un caso de corrupción policial, el mayor caso de
corrupción de la historia de España”

 

 

 

 

 


 

Ni cabeza ni corazón

JOSÉ RÍOS FERNÁNDEZ  –  Vigo, Pontevedra

 

EL
PAÍS  –  Opinión – 04-03-2008

No recuerdo a mi padre porque tuvo que irse al exilio. Más tarde
murió luchando contra los nazis en Dunkerque. Sus hijos hemos dedicado años y
sacrificios hasta encontrar el lugar donde fue enterrado, lejos de su familia y
de su patria. Él y nosotros hemos perdido mucho.

Cada vez que Mariano Rajoy trivializa
y menosprecia la
Memoria Histórica, me recorre por el alma un estremecimiento
de indignación. Tengo legitimidad para exigir al candidato del Partido Popular
que muestre un profundo respeto para los miles de huérfanos que queremos
recuperar la memoria y los restos de nuestros padres. Fueron tan dignos
patriotas como él.

No sé si Mariano Rajoy tiene cabeza,
desde luego tiene poco corazón y ninguna conciencia. Que deje ya de ofender.

 

El elegido

FÉLIX DE AZÚA

 

EL
PAÍS  –  España – 04-03-2008

En la novela cuyo título encabeza este artículo, Thomas Mann
narró la historia más rara que pueda concebirse. Un pecador arrepentido se
retira a una roca para hacer penitencia, acaba fundido con los líquenes y
musgos que cubren el pedrusco, tiene una visión celestial, vuelve al mundo, le
hacen Papa y acaba confesando a su madre o a su hermana, ya no recuerdo, del
incesto que él mismo propició en el pasado. Aquello sí que eran elecciones.

Una vez superada la excitación del
virgo, parece que nuestro juego democrático va camino de convertirse en una
convención cada vez menos histérica y acabará como esas conmemoraciones que
celebran muertes y nacimientos cuando ya nadie recuerda al difunto o neonato.
Llegará un día en que creeremos estar votando, pero en realidad estaremos
celebrando la votación anterior, como los italianos que llevan medio siglo
girando la noria sin que las mulas cambien, ni el país se mueva un palmo.

También aquí la naturaleza de los
partidos hace de ellos un cártel de sindicatos cuya finalidad es mantener los
puestos de trabajo. La obsesiva ocupación del político es defender el sueldo
propio y el de los colegas, a poder ser desplazando al sindicato de la
oposición. Para que el personal del sindicato pueda comprarse un coche nuevo
hay que ocupar el mayor número de parlamentos regionales, ministerios,
alcaldías, diputaciones, sillones del senado, secretarías, direcciones, entes
públicos, comisiones, Gobiernos autónomos, en fin, la gigantesca maraña de la Administración. Bien
es verdad que para ello deben montar un espectáculo en el que simulen estar
haciéndolo todo (“sacrificarse”, le dicen) por el bien de la
ciudadanía que paga esa colosal maquinaria inútil en un ochenta por ciento;
todos sabemos, sin embargo, que la farsa sólo dura unos meses y no compromete a
nadie. Estaríamos aviados si encima de asistir al entretenimiento alguien
exigiese que la vida cotidiana se pareciera ni que fuera levemente a lo
prometido por los políticos en escena.

Lo bueno de los parlamentarios es que
jamás cumplen lo que prometen. Véase, si no, lo que sucede allí en donde los
políticos aplican de verdad una ideología, como en la Venezuela de Chávez del
todo arrasada y corrompida gracias a la honradez de un hombre ideológicamente
prístino. La aplicación de las ideas políticas conduce irremisiblemente a la
calamidad incluso en los países civilizados. Es lo que sucedió tras la elección
democráticamente impecable de Adolf Hitler. Sólo pigmeos mentales como Stalin,
Mao, Castro, Milósevic, Perón, Otegi o Mussolini se empeñan en aplicar
seriamente los programas políticos que predican. En las democracias actuales,
por fortuna, los políticos no se toman en serio ni a sí mismos. Por eso soy
demócrata y desearía que el mundo entero lo fuera.

La política

ROSA MONTERO

 

EL
PAÍS  –  Última – 04-03-2008

Hace tiempo le pregunté a Rosa Aguilar que por qué no montaba un
partido nuevo; le dije que ella me gustaba pero que IU me parecía un disparate,
y que había más gente que pensaba lo mismo. Rosa, claro, se desmarcó de la
crítica a su propio grupo, pero hizo una observación muy interesante. Es casi
imposible montar un partido nuevo, vino a decir; no hay manera de reunir el
dinero suficiente, ni el apoyo, ni las infraestructuras. He pensado en estas
palabras viendo el denodado esfuerzo de Rosa Díez y los suyos por sacar
adelante la opción electoral de UPyD. Solos y arrinconados en los medios, los
veo bregar contra las dificultades como quien camina contra un vendaval. Por lo
menos su pobreza les ha librado de algo tan catastrófico como los grotescos
anuncios electorales de la tele.

En la transición, las listas abiertas
nos parecían el colmo de lo reaccionario. Lo importante no son las personas
sino los partidos y sus programas, repetíamos con tópica convicción progre.
Con el tiempo, sin embargo, he ido viendo que los partidos mienten, manipulan y
se desdicen de sus programas demasiado a menudo, y que muchas veces terminan
siendo meros grupos de poder empeñados en perpetuarse a cualquier precio. Yo
hoy desearía poder votar con listas abiertas a aquellas personas que me parecen
decentes. Por ejemplo, me gusta Cristina Narbona (todo mi apoyo contra la
carcunda cazadora); y, ya lo dije, Rosa Aguilar. Y la estupenda María San Gil.
Vaya, me han salido todas chicas, pero es casualidad y mérito propio: hay
políticas del PSOE y el PP que me parecen nefastas. Por cierto, para mí el
candidato más sólido de estas elecciones es otra mujer: Rosa Díez. Porque es
coherente, porque no es sectaria, porque con sus sensatas y pequeñas verdades
deja en evidencia las grandes carencias y las malas maneras de los partidos
grandes.

 


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